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V Concurso de Relatos Fórum Montefrío

Iniciado por Parlamento, Abril 23, 2013, 15:22:11 PM

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Parlamento

Miedo


El presidente de de los Estados Unidos aparecía en televisión en horario de máxima audiencia, al unísono con Los presidentes de los países con las mayores economías del planeta. Anunciaron una noticia que heló la sangre de millones de personas, al pie del televisor. Se confirmaban los rumores de los últimos meses. Un asteroide de algo más un kilometro de longitud estaba en trayectoria de impacto con la tierra. En 24 meses, la roca a la que se bautizó con el nombre de Shiva, acabaría con la vida en el planeta.  El Presidente, después de anunciar la tragedia, apeló al optimismo y al esfuerzo de millones de ciudadanos del planeta para evitar la destrucción. Se diseñarían varias  misiones para  intentar destruir el asteroide en el espacio exterior. El coste de estas misiones sería tan alto, que los dirigentes imploraron un esfuerzo sobrehumano a los habitantes del planeta para lograr la supervivencia.   
En los días siguientes al anuncio, en las grandes ciudades, se realizaron actos de saqueo y pillaje  que la policía reprimió brutalmente. En los meses siguientes, los impuestos y las jornadas laborales de la mayoría de los ciudadanos de la tierra se incrementaron de manera brutal, mientras se emitían en televisión  programas que explicaban los distintos planes que se empezaban a desarrollar para destruir a Shiva.  Se informó que la mayoría de los recursos de la tierra se dedicarían a esta tarea.  En unos meses, el estilo de vida de millones de personas retrocedió un siglo de golpe.  Jornadas laborales de hasta 14 horas para un salario de supervivencia. Pero a pesar de los sacrificios y penalidades, surgió en el planeta un espíritu de lucha, de solidaridad y de unión nunca vistos. El objetivo común de sobrevivir, unió en su esfuerzo y sacrificio a millones de personas. "No moriremos sin luchar" se convirtió en un lema universal que resonaba en las principales plazas de las grandes ciudades.  Surgieron algunos astrónomos disidentes, que intentaban explicar en los medios de comunicación, los errores de cálculo que había cometido la N.A.S.A. en la órbita del meteorito.  Se crearon nuevas leyes en los países para condenar a estos charlatanes, a los que se aplicó cadena perpetua en algunos casos.
Un año antes del impacto, El Presidente de E.E.U.U  anunció el fracaso de la primera intentona de destruir el asteroide. Una nave cargada con varias cabezas nucleares, intentó destruirlo, provocando sólo leves destrozos superficiales en la roca. Anunció hasta tres intentos más  en los próximos meses.  Los trabajos para estas misiones se realizaban en instalaciones subterráneas secretas situadas en lugares indeterminados.  Solicitó un esfuerzo aún mayor a todos los ciudadanos.
La humanidad se aferró a las religiones. Las antiguas  y las nuevas que proliferaban. Las grandes corporaciones mundiales  así como las entidades financieras,  anunciaban que dedicaban gran parte de sus beneficios a la lucha contra el asteroide,  que el sacrificio era para todos.
Finalmente, tres meses antes del impacto, El Presidente apareció en televisión con una indisimulada sonrisa en la boca. Con satisfacción, anunció que la misión Saviour había logrado desviar a Shiva lo suficiente para que pasara a 25.000 kilómetros de la tierra.  Que el esperanza y el esfuerzo  de los habitantes de la tierra había conseguido el milagro. Hubo grandes celebraciones a lo largo y ancho del planeta. Ese día se denominaría desde entonces el día mundial de la Salvación.  La humanidad volvió a sonreír. No duró demasiado. Dos semanas después empezaron a surgir rumores sobre el acercamiento de otro asteroide. Un mes después, se anunció una rueda de prensa de la máxima trascendencia.

Hatteras
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

El Mundo de los Mayores


Mi madre me asignó funciones desde muy pequeño. Primero fue el pan y después todo lo demás. Se obstinaba en que discerniera entre un melón dulce y un pepino, pero yo no me sentía capaz. Afortunadamente, el gordo y blanquecino dueño de la frutería, don Anselmo, no solo no me hacía esperar cola, sino que me reservaba la mejor fruta que le servían. Al tiempo, comenzó a ocurrir lo mismo con la paliducha y onerosa carnicera doña Ovidia. Así que, además de rentabilizar mucho más el tiempo, lograba llevar a casa los productos de mejor calidad del pueblo. Para colmo, no me importaba obedecer. Ni mi madre quería salir mucho de casa, ni yo deseaba permanecer mucho en ella. Todo en su sitio.

Mis privilegios con respecto a las largas colas de los pequeños comercios venían de mucho tiempo atrás. Yo era un niño que le daba pena a todo el mundo. Pero no se asusten, no hagan lo mismo que ellos. Lejos de convertirse en un incordio, saqué mucho partido de mis supuestos traumas, sobre todo durante las clases. Los profesores siempre fueron condescendientes conmigo. Si hacía algo bien, mis esfuerzos eran titánicos, dignos de halago. Y exageraban, porque era un vago redomado. Si, en cambio, tropezaba en un examen o me esfumaba de una clase a los salones recreativos del pueblo para invertir mi paga en el Street Fighter II, entonces se me justificaba diciendo que esos altibajos eran normales y, de nuevo, sobrevaloraban mis logros. Caminaba por encima del suelo, era el niño Dios. Incluso las collejas cariñosas que recibía de vez en cuando del quiosquero, un hombre joven y bizco que con sus guantazos pretendía ser amable, tenían un sabor especial. Cuando tocaba agresión era porque dentro de la revista Pronto, que era el "periódico" que leía mi madre, a veces dejaba escapar algún que otro preciado sobre de cromos de la liga de fútbol.

Mi infancia, tan facilona, solo tuvo un momento cargante. Tras hacer la comunión, el cura quiso hacerme monaguillo. Mi madre habló con él y estaba muy ilusionada. Podía llegar a ser el hombre de confianza del párroco, nada menos, en un pueblo que, aunque besaba el fin de milenio, seguía instalado en absurdas tradiciones. Y yo no quería, claro. Porque más que ayudante lo que acabé siendo era una especie de pinche de cocina. Coge, trae, barre, dame, ten, y toda la mañana del domingo allí metido. Lo mío eran los parques, jugar al fútbol y estar prudentemente cerca de Jazmín, una preciosidad filipina de ojos claros que residía, por cosas extrañas de la vida, en la calle de abajo. Me quejé, pero mi madre decidió subir el volumen del televisor. Las reclamaciones no fructificaban porque el mundo complaciente entendía que era lo mejor para mí. Tardé casi un año, tras charlas frecuentes y dos conatos de ensayo, en encontrar la forma adecuada de que mi madre desistiera de amargarme la vida por mi bien. Solo tres palabras, claves, eficaces, mágicas: Me pongo nervioso.

Eureka. Si el niño se pone nervioso, que lo deje, no vaya a ser que se altere. Tamaño descubrimiento no aparecía en los libros del colegio pero era tan eficaz como la medicina esa que me daba mi madre cuando tenía lombrices, o la roja que tomaba ella para dormir, justo cinco segundos antes de comenzar a roncar sobre el sofá en cualquier postura. Ponerse nervioso era malo y más para un niño como yo, con un trauma tan grande.

A él voy. Se trata de mi primer recuerdo, cuando apenas tenía cuatro años de edad. Después de aquello nada volvería a ser igual. Salíamos de casa de mi tía, en un pueblo a unos treinta kilómetros de distancia al nuestro. Aquel monte que teníamos que bordear tenía las curvas perfectas para que yo cogiera el sueño. Era mediodía. Mi padre iba al volante de su Citroen BX, un coche que era capaz de levantar literalmente el culo por no sé qué sistema que dejaba impresionados a todos los vecinos. Yo, detrás de él, con mi cinturón y mi cabeza apoyada sobre la ventanilla. De repente, un golpe brusco me despertó, solo vi el coche volando, dando vueltas como en las películas, como en una montaña rusa como las que solían montar en las ferias. Yo me zarandeaba pero iba bien agarrado, sin embargo, mi padre no. Parecía un pelele de un lado a otro de la parte delantera del coche. Recuerdo que golpeó con fuerza contra la ventanilla y el cristal se rompió, porque algunos pedazos cayeron sobre mí. Y aquella sensación no me era desconocida. A veces mamá conducía fumando y pensaba que la ceniza salía por la ventana cuando en realidad iba directa hacia mis ojos.

Después vino el silencio. El mundo de los mayores.

Cuando desperté, mi padre se había echado a dormir. ¡Qué oportuno! Pensé. No me asusté. Aunque el coche quedó boca arriba no me atreví a salir. Me quité el cinturón de seguridad y pasé a la parte delantera. Todo eran hierros, no se reconocía ni el volante siquiera. Procuré no cortarme con los cristales y me puse junto a mi padre. Recuerdo que sangraba por la cabeza. Le llamé y no contestó. Volví a hacerlo pero tampoco me hizo caso. Insistí, pero nada. No era una novedad. Mil veces había intentado despertarle por las mañanas para que me hiciera el desayuno, pero debía de tener el sueño muy profundo. Por más que tiraba de su brazo, de su pierna, nada. Al final tenía que ser mamá la que se levantara para hacerme la leche con galletas. Le di por imposible y me abracé a él. Y bostecé. Al fin y al cabo, dos minutos antes yo disfrutaba de un plácido sueño que no hubiera finalizado de no ser por los violentos y extraños movimientos del coche.

No sé cuánto tiempo pasó. Abrí los ojos y sentí hambre, pero volví a cerrarlos. Luego tuve sed y bebí de una botella de agua que siempre llevaba mi padre guardada en la guantera. Eso sí, no tuve que averiguar el modo de abrirla, porque la tapa había desaparecido. Tuve ganas de hacer pis y quise decírselo a mi padre, pero seguía durmiendo. Miré por la ventanilla y ya estaba oscureciendo. No se oían coches, ni un ruido siquiera. Entonces lo que sentí fue miedo y nada mejor que volverme a abrazar a mi padre para que se me pasara, aunque me hiciera pis encima. Me lo iba a perdonar, seguro. ¿Qué me podía ocurrir entre sus brazos? Tuve un escalofrío, refrescó mucho y noté sus manos heladas. Al menos compartimos esa sensación aquella noche.

Amaneció y yo ya me aburría de verle durmiendo. Comencé a llorar, como cuando trata de captar su atención a toda costa. Pero ya no resultó necesario. Varios hombres se acercaron hasta nosotros descendiendo de medio lado por un monte con mucha pendiente. El coche había caído por un terraplén y llevaban casi veinte horas buscándonos. La vida es así, todo el mundo preocupado y nosotros, ya veis, durmiendo. Después, llegaron unas ambulancias y comenzaron a pasarme de brazo en brazo. Algunos no podían retener las lágrimas. ¡Menudo susto les dimos! Cuando dos enfermeros se acercaron a mi padre, parecían muy asustados. Entonces vi esa mirada, ese gesto, esa expresión facial. Sí, la de darles pena, por primera vez. Yo les dije: "Seguro que no se despierta, es muy dormilón" y una enfermera muy simpática, al escucharme, hizo algo muy raro: sonrió a la vez que una lágrima se derramaba por su rostro. Me llevaron a un hospital y, de camino, volví a dormirme. Se me había quitado el hambre. De lo de después ya recuerdo pocas cosas, hasta verme en mi habitación junto con el resto de mi familia.

No soy tonto, sé lo que pasó. Desde entonces, todos han sufrido más por mí de lo que yo realmente había padecido en el coche. Fui, hasta que abandoné aquel pueblo, el pobre niño que se abrazó a su padre muerto durante horas. Sí, por supuesto, me quedé sin padre, pero él, incluso sin vida, me tranquilizó todo el tiempo. De todo eso aprendí una lección. Cuando te ocurre algo espantoso, es decir, cuando se mueren o sufren los más importantes de la vida de uno, pocas cosas después pueden dolerte más. Y recuerdo que años después un personaje de una película argentina que vi en un cine de Salamanca, con un cabezón delante que apenas me dejaba ver las esquinas de la pantalla, decía una cosa muy parecida a la que yo sentía, sin saber ponerle nombre. Era cierto. Se vive mucho más tranquilo y se siente uno mucho más fuerte cuando se tiene la seguridad de que pocas cosas de las que te ocurran en un futuro podrán dolerte tanto como las que ya has pasado. Eso, y que le des pena a la gente para que no te haga esperar cola o para que te regalen cromos, son las cosas que sí te hacen caminar por encima del suelo.

Desde entonces, levito. En el mundo de los mayores, mi corazón es más fuerte. Tengo alma, no todos pueden decir lo mismo en estos tiempos. Y, para colmo, pienso pelear.

Naiaitor
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

De Viaje


... sólo el que espera puede encontrar lo inesperado.
Rayuela – Julio Cortázar


Exactamente a las 22:30 horas usted se acomoda en el amplio sillón número 51 del micro "Empresa El Valle". Tiene plena conciencia de que va a emprender la aventura de su vida, la primera conciente, decidida por usted, no como las otras, las que nos suceden a lo largo de los años y se presentan sin aviso, trágicas, hermosas, sorpresivas... Ésta no. Es obra de su determinación y usted, hasta donde sabemos, puede "dirigir sus actos y comprender sus acciones", que son los requisitos mínimos para que, al menos la justicia, lo considere responsable de lo que haga.
Pero usted -y yo- sabemos que una cosa es ser considerado responsable y otra admitirlo; por lo tanto, comienza por culpar a Cortázar -por promover lo inesperado- mientras yo trato, sin fortuna desde luego, de convencerlo de que el único responsable de su acción será usted. Sí, que estaba en la terminal de Bahía Blanca esperando al micro que lo devolvería a su vida cotidiana en Buenos Aires y mientras espera -fumando, con un libro que no leerá- llega otro micro -casualidad, de la misma empresa- que continúa viaje a Bariloche. Debo reconocerlo: al menos en lo exterior no duda demasiado: deja su maleta, corre a la boletería... y cambia su pasaje a Buenos Aires por otro con destino a Bariloche.
Como resultado de semejante acto de arrojo, y hasta de desprecio de la propia vida -o al menos de su devenir inmediato- ocupa ahora el amplio sillón número 51.
Llega a las nueve de la mañana con un sol que hace resplandecer la nieve. El frío es agradable, el lago Nahuel tiene un celeste profundo y las montañas y pinos ofrecen sin costo un paisaje de postal que a usted le interesa poco. En realidad, los que habían disparado (nunca más justa la expresión) este viaje, fueron Odette y el Lago, o mejor dicho, la posibilidad de encontrar a Odette en ese Lago, y la total incertidumbre de qué hacer una vez que bajara del micro (el inesperado cortaziano, digamos). Bueno, ahí está entonces, parado en la nieve, con su maleta a cuestas y viendo como los demás viajeros se dirigen hacia sus destinos prefijados. Queda solo en la terminal de Bariloche, y sale a caminar por las calles felizmente libres de nieve. La primera de las necesidades que siente, por demás lógica, es la de tomarse una buena taza de chocolate caliente. Nada difícil de conseguir y hasta elemental, dado el lugar y el momento, y entra a un local con frente de troncos y humeante chimenea, que encuentra luego de caminar varias cuadras, cruzarse con turistas ataviados como para escalar el Everest y estudiantes diversos que ya pasan a ser elementos integrantes del paisaje.
El chocolate le resulta delicioso y reconfortante;  el señor que se lo sirve -gordo, rubicundo, barbudo y sonriente- se presta con buena voluntad a la conversación que usted propone y necesita: Sí que el tiempo estaba bueno y la nieve perfecta, sí que había más turistas que los esperados para la época, sí que el negocio marchaba aunque claro, depende de la nieve y de los brasileños, aunque este año también los nacionales se han animado...
Sigue de ese modo intrascendente la conversación hasta que el señor gordo comenta, quizás porque se le agotan los lugares comunes, que con tanto turista, mire qué mala suerte, se me enfermó el ayudante de cocina. Usted jamás había estado en una cocina, más que en la suya y para prepararse quizás un café, pero de inmediato ve en eso la señal y se ofrece para ocupar el puesto. El señor gordo duda, pero bueno, podríamos probar, por qué no, cuándo podría empezar. Y así fue como usted se integró a lo inesperado sin demasiado trámite.
No tuvo la misma suerte con sus otras preguntas: Por el Lago, bueno, ahí lo tiene, todo a su disposición, aunque está casi congelado. Por Odette... en realidad, no, no conocía a ninguna Odette, y eso que por ahí abundaban suizos, alemanes y todo eso... pero Odette, la verdad que no.
Es justo reconocer que usted en la cocina se desempeña, cuanto menos, con hidalguía; "ayudante" quiere decir exactamente eso, el que atiende y complementa lo que otro necesita, por lo tanto el problema sería eventualmente del otro;  sólo con alcanzarle a ese otro lo que pide, o hacer lo que le ordene, queda cumplido el trabajo. Segundo reconocimiento: usted es eficiente y responsable. En especial cuando no queda otro remedio y no se puede culpar a un tercero del atolladero en que se ha metido.
Como por la mañana los turistas cumplen con el sacro ritual de levantarse tarde (salvo los que trepan a esquiar, pero esos son otro subgrupo) usted dispone de media mañana libre, que utiliza para una larga caminata, subir a  algún pequeño monte y mezclarse con un grupo de jóvenes madrugadores que se revuelcan en la nieve y cumplen con el rito de arrojarse bolas de eso que es lo único que tienen a mano. Se divirtió, es cierto, aunque una de las bolas impactó en el centro de su frente y casi lo precipita barranca abajo.
Luego al trabajo, claro, que cuando se lo toma como una broma del destino, y el patrón es un sonriente gordo rubicundo, puede llegar a ser divertido también. Se siente feliz de esta "aventura", quizás no heroica pero tan alejada de su vida burguesa y sedentaria.
Por la noche baja al Lago en el que, por supuesto, no hay cisne alguno. Contra lo esperado -o tal vez porque yo le había advertido que lo de Odette sería, quizás, otra historia, y lagos hay en muchos lugares del mundo- no se desilusiona demasiado; en realidad, ante la inmensidad de esas aguas tan quietas, las montañas que brillan a la Luna y el cielo en el que parecen no caber más estrellas, deja de pensar en Odette que, de estar a su lado y con la escasa vestimenta que usted la vio por última vez, moriría al instante por congelamiento. De algún modo vuelve a la realidad -a la de ese momento al menos- y se dedica a gozar de su aventura, a programar para el día siguiente una ascensión más complicada, remar por el lago, encontrar a alguien que lo acompañe, comprar una hostería y radicarse en semejante Paraíso  para siempre... Seguro que los cisnes volverán en el verano.
No es nada sencillo eso de escalar, se lo habían advertido pero usted confía demasiado en su suerte, y en que no tiene por qué terminar mal todo esto. Se esfuerza y clava la piqueta entre la nieve, buscando la roca que le asegure un punto confiable, cuando lo encuentra, se iza, afirma sus botas en alguna saliente y vuelve a levantar el brazo para rastrear otro punto en el que asegurar la piqueta. No pensó que sería tan lenta la ascensión, ni en el agotamiento físico, imposible de negar. La piqueta vuelve a clavarse entre las rocas mientras su cuerpo convoca a sus ya escasas energías para elevarse. Oye un chasquido, su mano se desprende de la piqueta y usted cae, cae rebotando en la nieve, una, dos, tres veces.
Noche de suerte: son las 23 horas en punto, y su micro "Empresa El Valle", acaba de llegar y anuncian su partida para Buenos Aires; usted guarda el libro que no leyó, el programa de "El Lago de los Cisnes" -porque en la noche anterior había concurrido al Teatro Municipal de Bahía, donde se representaba ese ballet- programa que ahora le sirve como señalador del libro, y se levanta para ocupar su asiento número 51, deseando sea confortable.
Parte, por fin. Esto de esperar sí que puede llevar a lo inesperado.

No lo niegue, usted, sí, usted. Antes de que subiera a su micro con destino a Buenos Aires yo le advertí que no lo hiciera, que su punto de aventura, en el que debía quedarse, era Bariloche porque justo esa noche, en el lago Nahuel Huapi, pintado de plata por la Luna, Odette, la reina de los cisnes, y sus compañeras de hechizo se deslizarían sobre esas aguas quietas agitando sus alas y esperando, sin éxito, quien las librara del encanto que las mantenía prisioneras. Pero usted no me escuchó, como siempre, y en vez de sobreponerse a la caída por la nieve optó por... Bueno, conste que  se lo advertí. Sólo hacía falta esperar.         

Leonardo
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Relatos FM

Lotus y Saraí


"la letra forma un plano, cuerpos sin órganos"
Gerardo Rodríguez.

"Te encuentro más bella que nunca, dice con alegría Saraí.
-Tú también estás más bella.
Peligrosamente felices, las dos descorren sutilmente el velo que ha descubierto el amor, y con un delicado movimiento apagan las lámparas. Les basta unos momentos para apresar la eternidad y ebrias se aman plácidamente, sin límites y ebrias no saben de despedidas, ni de ausencias... han incurrido en el milagro de la felicidad... como en la plenitud del éxtasis"
Orietta Lozano

Lotus aprendió con la incertidumbre de la duda a creer en Saraí, se declaró contenida en el alma divina que contemplaba su mínima existencia. ¿Cómo Saraí llegaba a Lotus? ¿Cómo Lotus se saciaba de Saraí? ¿Cómo se encontraban?

-Saraí no es una mujer ni eso que llaman hombre; ella es la insinuación ciega hacia la madurez, es la decadencia ante los hombres que la acechan...
-¡Hoy mataré a todos los hombres que persigan a mi Saraí!

Así no fue, Lotus prefirió perseguir a los dioses que vigilaban a Saraí; persiguió la muerte, el sentimiento y el delirio de padecer el amor.

Lotus en su inicial soledad, vitalmente era libre, podía moverse en el vacío de los días, en lo contrario de las horas, en la vida llena de ese no se qué, que la introducía al constante deseo de sentirse diferente, apreciarse extraña ante un mundo de irrealidades.

-¿en dónde estás Saraí? La realidad te ha desbordado y sobrepasas mi camino. Has de convertirte en visión restante de mi inmensa forma identificable y separada de tu ser.

Extraña, extraña era esa palabra inocente que las perseguía en los sueños, en el cubierto rostro de los límites agotadores que plantea la distancia.

Era un jueves figurado de pensamientos suicidas, un jueves donde la luz de los semáforos parecía impedir un deseo por lo menos físico.

Eran las seis de la tarde, el principio de la contradicción seductora empezaba a discernir en la velocidad de los carros, en el sufrimiento y forma del amor de Lotus.

Eran las seis y treinta; la metamorfosis interna se apoderaba de la desdicha de la ausencia, de la condición humana que requería un encuentro de la evaporada danza al son del sudor de los hombres, esos hombres.

Era el amor engendrado en la sombra, un individuo que mezclado poco tendría que decir. Sus ojos desvestían un cuello banal, una exigencia sensorial que permitiría el pensamiento ensimismado de laborar en el secreto de la luz, en la pasión dominante y en el juego del amor terrenal.

Al fin llegaba Saraí, con esa marca entre sus ojos que simbolizaban la incisión del amor y la diferencia cósmica que la distinguía entre las otras tantas mujeres. Celeste era su apellido, así como ese abismo que conducía a Lotus a la eternidad.

Al fin llegaba Saraí y la inteligencia de Lotus se activaba en la reproducción de pensamientos, en el patente desarrollo del sufrimiento, en la reducida idea de llanto, en el misterio, en el horror de hallarse profundamente enamorada.

-Iremos a tomar café, allí donde el tiempo y el amor, son la envidia de los inmortales, allí donde medio ocultas, nos reducimos al símbolo de este juego.
-Vamos a tomar café, en esas sombrillas rojas. (Del cielo cayeron gotas de sangre, la gente bailaba alrededor de un vendedor de flores y así la esencia del lugar daba forma a la imaginación poética que Lotus jamás lograba controlar, ahí en sombrillas rojas).

-hoy soñé contigo Lotus, aparecías sin vida y cargada de atributos por encima de mis brazos, inspirabas la ciudad de nuestros sueños, claudicabas esa historia que no nos conviene, ese escudo orgulloso que te erguía hacia mis ojos; la maldita penumbra que me incitaba a besarte, a llevarte guerrera hasta la ambigüedad de mi lengua. Te soñé niña, en perpetua agitación.

El café había llegado, así sin ser pedido, así con los suspiros del deseo, con la mirada de empatía que caracterizaba a Lotus.

-eso no es un sueño, Saraí; bien lo sabes. Estamos sometidas a amarnos en el aire, a parecer despiertas en este silencio.
-¿usted lo escribió? Es bonito, encantador.

Las lágrimas de los zapatos anticipaban el horror, el nuevo vencimiento que enterraba este cauteloso amor. El amor se despegaba de la forma de la palabra metáfora, esa que escondía un café, esa que Lotus y Saraí se imploraban. Esa que acariciaba la más triste de las sonrisas que ahí se encontraban.

-deberíamos ir a otro lugar Lotus, debo apoderarme de la trascendencia de las nubes, debo absorber la lucha que otros dejaron intacta.

El vino dulce que compartieron durante dos horas, profetizó en el silencio inmaculado la ciudad subordinada de independencia.

Lotus configuraba las cualidades de una mujer sustancial, única, imperante.
Saraí, aseveraba el contraído esfuerzo del dolor, del relieve melancólico que ocultaba en su secreto sin fondo.

-deberíamos ir a otro lugar Saraí, debo apoderarme de la trascendencia de las nubes, debo absorber la lucha que otros dejaron intacta.

Sin hilos ni maquillaje, Lotus denunció el instante que con miradas fúnebres llevaba a la muerte, el instante privilegiado de la sola vida, el instante; el anhelado instante.

En el abandono de sus ropas no podría caber la posibilidad de nombres, ellas eran ellas, las hijas de un padre y una madre, la imposición de un nombre también.

Lotus, consciente de fatigas, con alumbrar una tiniebla encendió la voz apagada que rugía en el palacio de las monjas. La aurora personificaba un camino lleno de rosas rojas, carentes de sabor, de ley, de eso que invenciblemente conforma una boca, de eso que en una intervención quirúrgica ha de penetrar otro camino de rosas, otro que juzgado por crímenes nefastos, absorbía la decisión de un beso corto y fundamentado en el miedo.

Cuesta trabajo representar la melancolía entre dos seres que recogen de la duda, la tierra inundada de luz azul, de esa que despierta a los enigmas moribundos.

El esfuerzo humano de Saraí, por rozar con frialdad un brazo de Lotus, vibró en el calor virgen de la protección del alcohol, en las prologadas ideas de cómo diablos hacerlo.

Un espíritu dionisiaco se apoderó de Saraí, se infundió en el sueño de Lotus, sacó de sí la danza liberadora. Dentro del don de "la embriaguez, la furia y el olvido" se atrevió a expresarse en la raíz sagrada del cuerpo inmune de Lotus; su ombligo. Su ombligo y la sensación de vómito que da esta palabra, dominaba psiquiátricamente el conducir de miradas mágicas y exorbitantes de las perturbaciones sexuales que había tenido desde su infancia.

La posesión demoniaca influyó en Saraí, conmemoró sus ojos, sus grandes ojos en dos hombres conscientes de reunir posibilidades de encantamiento, así como aquel sueño que para Lotus era eso.

Lotus necesitaba más de dos hombres para agitar su alma, para llevarla al cielo.

Saraí observó a Lotus como si fuera la última vez que lo iba a hacer. Ambas en el psicoanálisis se creaban un infierno griego, la cultura las liberó y un primer hombre se acercó a Lotus y se atrevió a enfrentarla a la excitación; un segundo hombre también lo hizo, pero inútil fue aquel acto en equipo. Un tercer hombre conformado por estos dos inútiles, encontró el delirio en la perdición de la mirada en Lotus, en la perversión del olfato, en la soledad de un beso amargo, largo.

Los ocho brazos irrumpieron en el cuerpo de Lotus, los dioses del misterio prepararon su nueva ropa, la desnudez del alma.

El vivir como hombre, inspiró a Saraí a edificar otra ciudad griega, emprendió un largo camino en poner sobre la tierra cemento viscoso, naturaleza transparente.

Su cuerpo por encima del de Lotus, dio forma a la imagen de la eternidad. Y así, como el mismo hombre se convirtió en una de las ideas de Saraí, representar lo visible dio creencia al gemido interior que excitaba al sueño de la palabra, la dimensión onírica de los suspiros de Lotus.

Roberta Bregan

Relatos FM

Como el verde del mar poco profundo


Veo una mariposa verde esmeralda. Vuela de mi mano a la suya -ralentizado el tiempo- ¬y ella la acaricia delicadamente. Luego paseamos cogidos de la mano, un paso lento y zigzagueante, hasta caer rendidos en algún banco de cualquier jardín. Y me besa despacio, muy despacio, lamiendo las encías, como si hiciera suya mi boca. Nos escuecen los labios. El tiempo pasa entonces en un suspiro.
Cuando llega el otoño, que camino pisando las hojas arrebatadas a los árboles, sueño con sus pequeños ojos verdes. También cuando llueve, dibujando su boca que me habla dulcemente en el vaho de los cristales; que sueño despierto cuando llueve. Y si es que truena, los cuerpos arrimados, que nos imagino bajo el paraguas contando el tiempo transcurrido desde el relámpago. "¡Ya se aleja la tormenta, amor!". Un escalofrío de chaparrón recorre mi cuerpo.
Cuando deambulo por los bulevares, sobre todo allá por junio que arranca el calor, la busco entre la gente que camina, que va de un lado para otro sin ningún sentido para mí. Y me parece verla a cada instante, en cada modo de andar, en cada gesto; que hasta temo no reconocerla de tanto buscarla, de tanto creer verla. ¿Cómo llevará el pelo? Más me gustaba cuando se lo rizaba, que lo aireaba al caminar. Y me molesté cuando se lo cortó, cuando se lo dejó a lo garçon: lo tenía tan bonito, domando al viento tan rizado.
Acabábamos de hacer el amor, despacio, muy despacio: medio apoyada en el aparador del salón, como siempre le gustó, y con sus oblongos muslos en sugerentes aleteos de paloma. Luego iría pasillo adelante, desnuda, bamboleando las caderas. Y esperé arrimado al quicio de la puerta, callado, muy callado, a que acabara de pasar la maquinilla de afeitar por sus piernas: un pie sobre el taburete, pareciera un óleo de Degas, y el cuerpo discretamente vencido sobre él. Un hilillo de lluvia, de fina lluvia de primavera, resbalaba por el grifo del lavabo. Y se puso el vestido negro, con el que me encandilaba cuando se lo ajustaba de voluptuosos contoneos de cadera, con capucha y de tela brillante de lamé, aquél que confeccionara del patrón de una revista del pret á porter para la primera Nochevieja que pasamos juntos. Y se despidió con una sonrisa dibujada en su boca, la que hiciera suya mi boca; escondiendo sus pequeños ojos verdes: verdes como el verde del mar poco profundo.
Veo una mariposa azul turquesa. Vuela desde mi mano a sus labios y ella, sonriendo candorosamente, consiente que la acaricie.

Jorge Brigantino

Relatos FM

Estaba ausente


Estaba ausente. Siempre lo estuve desde que lo asumí. En un principio, reaccione con rabia; incrédulo y negando la realidad. Después, como si se tratase de algo lejano e intemporal; sencillamente no iba conmigo. Me sentía bien.
Pero aparecieron los síntomas, comenzaron  las ausencias, el cambio de la realidad, todo era distinto, no me importo perder el empleo, los amigos, las personas que me rodeaban. Solo podía pensar en el tiempo que quedaba y en ella. La tristeza y la impotencia se apoderaron totalmente de mí.

Cuando me dieron la posibilidad del trasplante, algo de luz entro de nuevo en mí vida y aunque seguía ausente, muy al fondo había aún esa pizca de esperanza. Retome en parte mí vida y me volvieron las ganas de luchar; pero los síntomas avanzaban, la debilidad, la incapacidad y sobre todo la espera.

El vacío regresó, regresó la desgana, hasta que la postración en esta cama, acabo por quebrar por completo la voluntad. Ya no pensaba en nada, solo la veía a ella, aunque no estaba seguro si estaba o era mí imaginación. Oí una voz que me saco de la ausencia.
-   ¿ Me oyes?.
Era ella, ahora estaba seguro. No sabia que pensar. ¿Todo había acabado por fin?. ¿Era cierto y la muerte me había llegado?. ¿Era ella, que estaría siempre conmigo?.
-    ¡Despierta! – me decía entre sollozos – Ahora no. No, cuando ya lo tenemos; por favor despierta. ¡Contéstame!.
Se hizo un silencio casi total, solo oía sus sollozos. Intente incorporarme, abrazarla. Pero no podía.



Las imágenes se agolpaban, la playa, su rostro sonriente, el sol calentando la piel, la sensación agradable del agua a tu alrededor, la arena; y de pronto el humo asfixiante y el ritmo frenético del accidente, viéndola ; esperando, temiendo, pero sin poder hacer nada.
Después su movimiento saliendo del coche, gritando, pidiendo auxilio. Y la tranquilidad de que nada le pasaba, y poco a poco la perdida de conciencia, hasta que desperté en la cama.
Aquello me acabo de convencer de mí quimera de mi muerte; seguía vivo.
Como pude le cogí la mano.
-   ¡ Doctor!. Ha despertado. ¡ Doctor! – gritaba desesperada.
-   Entonces podremos realizar el transplante. – contestó una voz desconocida – ¡Preparen el quirófano!.
Ahora estaba ausente recordando. Mi nueva vida había comenzado.

Juan Carlos Rodriguez

Parlamento

La bailarina de la caja de música

Te quieres suicidar. Y te tomas toda la caja de pastillas, Orfidal, Lexatin creo que se llaman... Tu cabeza quiere explotar. Siempre te han llamado "cabeza loca o cabeza de chorlito". Un pájaro azul quiere escapar de la jaula de tu cabeza. Déjalo libre, no le cortes sus alas, déjale volar.
¿Qué haces en el baño vomitando? ¡Qué asco da ver tu cara aún con rastros de vómito! Resultas patética vomitando con la cabeza casi metida en el retrete como una avestruz. Lloras y tus lágrimas me parecen de cocodrilo, llanto de niña consentida, drama de burguesiíta. A nadie le importan tus lágrimas, mujer, ¿a qué lloras si nadie te escucha?, ¿Por qué clamas al cielo si Dios no existe y nunca ha existido? No tienes a donde ir, princesita del cuento de hadas. No sabes que hacer con tu vida. Das vueltas sin ton ni son por la habitación. Te muerdes los labios, te provocas una herida, el sudor corre por tu frente, enciendes otro cigarrillo, no quieres pensar en eso, no, no, en eso tampoco.

Lloras, ¿por qué sigues llorando, mujer? Tu gata te acaricia porque la das pena. ¡Hasta un animal se compadece de ti, victima de la vida!. Tu cuerpo no puede más. Te duele el cuello. Te duele el alma. Sientes que la garganta se te desgarra como si te estrangulara una mano invisible. Eso es un ataque de angustia existencial y lo demás tonterías. Parece que te corres con cada lágrima, un orgasmo de com padecimientos en ti misma, quisieras morir, quisieras huir, no sabes a donde, ¿qué habrá tras la muerte? La palabra vacío, la palabra Nada no son nada, sólo palabras, palabras, palabras.

Y tú necesitas palabras y a la vez ya estas hartas de ellas. Tienes sed de palabras y a la vez estas ya ahíta, cansada, de palabras. Ya no quieres oír a nadie. No quieres leer. Pero tampoco puedes dejar de pensar. Bebes licor y aguardiente. Quisieras dejar de pensar y no puedes. Estas presa de unos sentimientos que no puedes controlar, de tu conciencia que te martillea, de unos pensamientos de los que también eres presa.

Sigues succionando de tu copa, y luego de la botella, tragando más que bebiendo. ¡que grotesca! ¡Esperpéntica mujer decadente! Mírate en este espejo. ¿qué has hecho de ti? ¿qué eres? Serás lo que quieras ser. Podías ser una princesa y sólo eres una borracha. La sociedad te obliga a ser una ejecutiva agresiva, una súper woman,  y se te cierran todas las puertas cuando dices que eres de alcohólicos anónimos o que has estado en la cárcel o que eres lesbiana. Nadie quiere hacerse cargo de ti ni de tu niña (y ni siquiera conoces al padre) A ningún hombre le atrae ya tu orgasmo de lágrimas. Ya conocen tus quejidos, tus gemidos, la modulación cansada y apagada de tu voz, a nadie puedes ir ya de victima. Conocen los gestos que harás, esa forma de encender el cigarrillo como una diva del cine y de echar humo en aros por la boca. Conocen todos tus trucos y argucias de femme fatale. Ellos conocen tu manipulación sicológica y ya no quieren seguir siendo victimas de la victima, del vampiro emocional.
Y a ti, que ya ni siquiera nos das pena, no te queda otra que matarte. Y claro, toda esta sociedad dirá que eras una cobarde y te pondrán a parir aún después de muerta. Antes muerta que sencilla, ya sabes, todas esas cosas que te dicen. También habrá quien te considerará mártir y te compadecerá y le dolerá tu soledad. Pero eso a ti ya no te importa.
Ingieres ron y casi te sale el güisqui por la nariz, pareces una fuente manando lágrimas. Tu cara cuarteada de dolor, el dolor de tu espalda, la niña que te llora en la cuna, el móvil que suena, otro trabajo en que no te aceptan, vuelva usted mañana, no es el perfil adecuado, ya te llamaremos, buscábamos a alguien más joven, ya te y otro yate, ya te llamaremos, bonita, tu tranquila, no eres el perfil, tu novela no entra dentro de la línea editorial, buscamos otra cosa.
Y tu, mecaguendios, mecaguentodo, te cagas en la sociedad de derecho y bienestar, en los políticos y su dialogo, en la globalización y en la Juani que te pone verde en la peluquería. Ten amigas para esto, te dices. Y es que siempre has estado SOLA, empiezas a ver todo de pronto oscuro, todos te engañan, todo son mentiras, tu vida no tiene sentido, vuelves a vomitar, y allí, arrodillada en el suelo, gimes como un animal moribundo, y gateas hasta el mueble bar para seguir manando tu maná. ¿no sabes, insensata, que no puedes mezclar alcohol y pastillas? A ti todo te da igual. Ya no te quieres a ti misma porque nadie te quiere y no eres tan valiente de quererte cuando nadie te quiere. Te han convertido en tu peor enemiga.
En el trabajo todos te daban de lado y te hacían el moobing. Te miraban mal en el bar. No podías divertirte, presa de tantas miradas ajenas, siempre del ojo del que dirán, con el ojillo derecho mirándome de lado. Siempre has estado así, ya no tiene arreglo, y la culpa es tuya por ser así, el cenicero rebosa de colillas, el cuarto desordenado, las bragas por ahí tiradas, te vas quitando la ropa, te quitas el camisón con la dulzura de una niña.
De pronto sientes un calor que te agobia, te asfixias, la habitación empieza a ondularse, se te esta trastocando la realidad, el sofá tiene puntos amarillos, el techo se mueve distorsionado, todos los objetos flotan en el salón, el revistero, las cortinas moviéndose fantasmalmente, el teléfono que suena y suena, la bombilla oscilante en el techo, la alfombra que te devora, el armario que se abre y te cierra sus puertas.
La mesilla, la televisión que absorbe, el mantel, el florero (¿acaso fuiste tu otra cosa más que la mujer florero de tu oficina?)
Todo da vueltas, te sientes confundida, de nuevo otro vahído, ¡que mareo!, tu mente navega, no se esta quieta, nadie te ha dado nunca un beso, un rugido en tu estomago y de nuevo otra nausea como si de nuevo estuvieses embarazada. Por tu garganta sube una flema, tu boca la saliva, se masca la tragedia, sientes en el cuello como un ovillo que te ahoga, quieres vomitarte y no puedes, no hay palabras, quieres echar todo lo que llevas dentro y nada sale de tu boca más que babilla de bebé, nadie te ha hecho nunca el amor, tu madre nunca te quiso de verdad, esa zorra de la asistenta social te niega el piso, el banco se puede meter el préstamo por su culo, ya estas harta, harta de todo, un día lo mandas todo a la *****... ¿pero que dices? Ya has mandado a la ***** tu vida, te estas suicidando, ¿recuerdas? En mi pueblo esta indigestión de pastillas que estas provocando se llama suicidarse, en mi pueblo y en todos los sitios, vamos, date cuenta de lo que estas haciendo. Estas acabando con todo, estas entregándote al vacío, estas desmayándote ante la muerte, hacía el agujero negro tiendes tus manos, te abrazas a la muerte, a ella te entregas...  y de pronto cae a tus manos la caja de música de cuando niña.

¡¡Tu cajita de música!!  Es una cajita de alabastro con esmaltes y dorados, era tu tesorito de urraca, ahí dentro quisieras haber metido un rayito de luna cuando por la noche te besaba esa luz en el rostro.
Abres la cajita y ahí esta; una bailarina rusa con las manos cruzadas en lo alto que eternamente gira y gira.
¡pobre princesita atrapada dentro de una caja de música! El recuerdo de niña te hace llorar y se te cae la caja al suelo. La caja se rompe. La música se para. Y la bailarina sigue bailando en tu imaginación.
De pronto te recuerdas en el proscenio del teatro, en el colegio, ¡hace tanto!, ¿verdad?. Tú con tus zapatillas de vale y tus tutús, ¡que mona!, ¡que ñoña!, tu diara en el pelo, tu sonrisa angelical, mirando hacía la luna de plástico colgada del techo. Los focos te derretían el rimel de los ojos y te hacían llorar. Era el primer día que te maquillabas.
O quizá lo que te hacía llorar era que tanta gente estuviera prestándote atención, todos ahí reunidos para ver a la talentosa niña prodigiosa, ¡la joven promesa con un futuro tan bonito por delante...! O igual llorabas porque no había aparecido tu madre ni el novio de tu madre. Quizá porque nunca tuviste padre y allí veías a los padres de las otras niñas que les daban besos en el pelo y las hacían bromas antes de salir a escena. A ti nadie te despedía en los camerinos y siempre ese frío en tu espalda, suave como la seda.
Y tu cuello de cisne siempre tan tenso, siempre a la defensiva. Niña de ojos tristes. Siempre tan sola.
Y ese frío, esa soledad, en tu alma, el vacío cuando todo esta lleno.   

Y tu madre, esa mujer tan fría, no comentó nada cuando acabaste tu numero, acaso que ibas enseñando demasiado las piernas, y poco más, el viaje trascurrió en silencio en la furgoneta de tu padrastro. ¡si supiera tu madre como te intentó forzar tu padrastro! Y de pronto eso ya no lo quieres recordar. No, no, te repites. Agarras la bailarina y la tiras con fuerza en el espejo, rompes el espejo, tu cuerpo cae vencido, tus ojos van cerrándose lentamente, y por tus ojos legañosos va difuminándose la realidad como en una telilla de araña hasta que al final todo se hace oscuridad y de pronto todo luz, una luz blanca, la luz que ven los ciegos, una luz blanca como ese vestido de novia que nunca llevarás, pequeña bailarina de vallé apresada en tu caja de música.

Tus ojos se han cerrado, y ahora mi bella durmiente, soñarás toda la eternidad con tu príncipe azul, ahora pequeña princesa de ojos tristes y voz dulce, caminarás entre nubes. Bailaras en el cielo con tus zapatillas nuevas, bailaras ante un coro de ángeles y entre sabanas te llevaran en voladas..
Tu profesora de baile decía que al soñar uno veía el cine de las sabanas blancas, ¿recuerdas? Eso te dijo cuando te regaló el cinetín y la caja de música que tu madre te escondió arriba del armario. Baila, baila, un paso y luego otro, con soltura, gira y gira, nunca paras de girar. Muñeca vestida de blanco, con su camisola azul... "Al pasar la barca me dijo al barquero: las niñas bonitas no pagan dinero. Yo no soy bonita, ni lo quiero ser..." Los ángeles juegan a la comba y te llevan entre almohadones, sabanas y sedas. Te coronan de flores el pelo y te dejan morir ahogada en el arroyo entre petunias, orquídeas y crisantemos. Y tu vas cantando la canción de la muerte y la melancolía, una canción de réquiem, triste, que hasta hace llorar a los ángeles que allá arriba tiritan en brazos de la luna. 

Hamlet
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

EN UN ATISBO DE TIEMPO

Encaró la mañana como siempre había hecho, paso firme y ligero hacia el trabajo. Tal vez alguna licencia en algún escaparate, aunque pocas. No quería llegar tarde a su cita con Rogelio al que iba encontrando medidamente en todos los semáforos, justo para despedirle mientras Verdasco tomaba su lugar en lo alto del poste. Justo para no parar, justo para no correr, justo para sentir controlado y medido su tiempo su espacio y su vida.

Perfecto equilibrado inalterado y leal desde el principio hasta ese punto y de ahí en adelante. Pablo,  cuyo recuerdo era capaz de pintar el Sol en un punto del cielo en 40 ocasiones ya, derramaba su tiempo con tranquilo discurrir, ni más ni menos ni menos ni más. El rio de su vida  nació en una llanura y por ella discurriría hasta el estanque final.

En un atisbo de tiempo y sin permiso alguno Rogelio y Verdasco se ausentaron, todo se ausentó. Un fundido a negro llevado por el viento cubrió los horizontes de Pablo negando a sus ojos la visión de cualquiera cosa que no fuera ella. Pablo siguió caminando su alma no, por primera vez alma y voluntad no compartían deseo, por primera vez la voluntad siguió de frente y el alma se quedó  a mirar.

Sin nombre ni recuerdo rebosaba un vacio que nunca reveló esa existencia hasta que ella  lo llenó, Pablo desnudo y entregado. Ella, sin antes o después desbordaba con sus ojos los deseos, anhelos, ambiciones y recelos que hombre alguno pudiera albergar. Ella no eran sus ojos, sus labios, su boca, su tez, o su olor. Ella era el aire vital, la vida misma, ella era Dios.

En un atisbo de tiempo y sin permiso alguno la lucidez traspasó a Pablo dejando millares de heridas donde razón y cordura eran fuertes tiempo atrás. Se iba, se iba, se iba sin reparar en las heridas de Pablo, fluidos manantiales que derramaban el todo Pablo en ninguna parte.
Pasos cortos suaves y ligeros en un adiós infinito de imposible control. ¡Se va!, ¡me muero!

Razón y cordura buscando razones razones y razones y no hay razón, no importan las razones porque se va, se va la razón última de todas la cosas. Se van sus manos, se va su cuello, su aroma, su pelo, la quiero, la quiero, la quiero, ¡me muero!.   

Desarbolado y rendido Pablo en último acto consciente reunió alma y voluntad, ¡te quiero! susurró. Ella aminoró algo el paso, pareció dudar un instante, finalmente giró suavemente la cabeza y miró a Pablo. Sus ojos inundaron todos los vacíos de un alma por fin plena.

EOB
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

Yucuná

Yucuná es tierra de volcanes. Y aunque no muy intensos también de terremotos y otras calamidades. Con todo, sin embargo, lo que más abunda en Yucuná son las tormentas. Con grandes aguaceros en la época de lluvias. Y violentos vientos que impiden volar a los pájaros. O tormentas secas que iluminan la noche con sus vivísimos relámpagos. En cualquier caso sus habitantes no nos encontramos desprevenidos ante las tormentas, ya que antes de que se produzcan tenemos puntual aviso de ellas. En toda ciudad o aldea los niños yucunanos son capaces de anticipar su presencia. Bebés o niños de pecho que enferman antes de que se produzcan. Con diarreas. Cólicos de lactantes. O fiebres y toses repentinas. Ya sé que parece extraño o una invención de ancianos y comadres, pero es tan cierto que incluso hace unos meses unos profesores americanos de Baltimore vinieron a Miranda, nuestro municipio, a estudiar el suceso. Sorprende porque es algo que sólo sucede mientras los bebés maman. Como si con la leche pasase un viejo secreto de madres a hijos. Por ese motivo son los papás los encargados de difundir la voz en todo el pueblo. "Se acerca una tormenta, mi niñita Talía enfermó". O "Merfán y Marianela, los mellizos tuvieron un sarpullido, protéjanse". Es elemental pues, que sólo los pueblos en donde no hay niños chicos, sus habitantes sean pillados desprevenidos. A nadie extrañará, por tanto, que los nuevos nacimientos se celebren con tanta algarabía en la región de Yucuná. La madre es visitada por todos que la agasajan con regalos. Tal sucedió hace seis semanas cuando Delia, la hija del hornero, dio a luz. No había padre conocido para aquél bebé, pero se acercaba la estación de los temporales y había que celebrarlo. Más pensando que el último niño nacido comía ya sopa, purés de maíz y gachas. Así pues, con el nacimiento desaparecieron los miedos a posibles desastres. Tendríamos tiempo a subir al cerro si el río rebosaba o la presa amenazaba con quebrarse. Este año, por cierto, ocurrieron además las peores tormentas de las últimas décadas. Tuvimos vientos racheados que abatieron varias casas. El río desbordó. Hubo descensos bruscos de la temperatura y granizos. Rayos que encendieron el cielo y provocaron el incendio del almacén de grano. Caminos destrozados. Diez fallecidos. Y todo ello, sin previo aviso. De repente. Sin que el hijo de la hija del hornero enfermara ni hubiera ningún tipo de premonición. Cuando el tiempo calmó y pudimos volver a nuestras casas se respiraba un ambiente de pesadumbre por las calles de Miranda. Cabezas hundidas. Silencio. Desespero ... Y reproche. Una sorda y profunda desaprobación a Delia y a su hijo por no haber avisado del desastre. Aunque esta se afanara insistiendo que no había sido culpa suya, que el bebé no había enfermado. Aún así, todos culpaban a Delia. Por tener un hijo sin padre conocido. Y porque este tuviera los ojos claros de los hombres de Baltimore.

TIERRA DE VOLCANES
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

Lágrimas negras

Las gotas de agua caían sobre el cristal, emborronando la vista de lo que había más allá. ¿El qué? Solo nubes, niebla y tristeza. Allí, apoyando la mejilla en el gélido cristal y con los ojos empañados en lágrimas no pude evitar preguntarme el por qué de mi existencia. ¿Qué hacía yo allí? Plantado en este mundo gris y muerto, donde el amor es lujuria y la bondad un engaño. En un mundo donde lo diferente está predestinado a ser despreciado y asesinado sin el mínimo asomo de compasión, donde los pájaros esconden su canto para que no les roben sus alas. Donde la noche no es noche, sino alcohol. Donde el día es un sueño, un sueño que nunca acaba bien. ¿Qué soy yo, más que eso? Un esbozo, un pecado, menos. Pronto, mi cuerpo se convertirá en inexistente ceniza, en pensamientos olvidados y en tristeza. Pronto, lo sé. Me contemplo las manos y veo las arrugas que la surcan, como sonrisas burlonas y un poco sádicas. Sonrío a mi vez, y no es una mueca agradable. Es casi –casi- como si no me importara.
Perdón, lo siento. Siento no haber hecho nada bueno, nada que pueda perdurar. No he plantado un árbol, los he cortado. No he escrito un libro, los he quemado. No he tenido un hijo... No los he tenido, porque los hijos estarían ahí para verme morir, para odiarme por lo que hice, por lo que hago todos los días al despertar, para convertirse en alguien como yo, quizás. Estarían ahí, y no quiero que estén. No quiero ver sus rostros, redondos y felices, y darme cuenta de que ya no volveré a ser joven, a correr, a reír, a beber y devolver lo bebido, a amar a mujeres cuyo nombre no recuerde. No quiero. Así que lo siento. No he hecho nada bueno en mi vida, nada que se pueda recordar, con el que alguien, allá lejos, pueda siquiera pensar en mí, en lo que fui, en lo que soy, en lo que seré. Nada. Una sombra, un fantasma, un soplo frío.
Llaman al timbre. Me planteo el levantarme pero, ¿para qué? ¿Para tener que despedir con cara de mal humor a algún vendedor de falsa sonrisa que trate de cargarme uno de sus inútiles trastos o de sus inútiles dioses? ¿Para mojarme las pantuflas por la lluvia y pasar los últimos días de mi vida estornudando? ¿Para recoger en mano las facturas y los avisos de embargo que no puedo pagar? Oh, no, ni en broma. Pero, para cuando quise darme cuenta, ya estaba de pie. Quizás fuese la curiosidad por saber quién se interesaría por un pobre diablo como yo. O, simplemente, que la soledad me estaba matando. Que no quería morir solo, después de haber vivido una vida totalmente solitaria.
Abrí la puerta. Era un hombre. No, no un hombre. Era una criatura destrozada, enferma y famélica, apenas cubierta por unos cuantos harapos raídos. Alzó la vista hacia mí, unos ojos humanos, aunque el resto de su cuerpo, deforme y roto, se asemejase más al de una bestia. Entonces abrió los labios, unos labios quemados, y de su boca desdentada y negra salió un:
-Por favor... Ayúdame.
Y entonces sentí que no podía negarme, no. No. Porque, en el fondo de aquellos ojos hundidos y negros, que reflejaban el dolor y el sufrimiento de toda una vida en la inmundicia, me veía a mí mismo. Aquel hombre que se arrastraba ante mi puerta era yo.
Lo toqué, controlando mi repugnancia, y sentí costras y heridas a medio curar, infectadas y sangrando, bajo aquellas telas mustias. Lo metí dentro de la casa y lo desnudé. Su cuerpo era un saco de pellejos y huesos, de pieles caídas y costillas afiladas. Llené la bañera de agua caliente y allí lo sumergí. Le froté con una esponja suave, arrancando la suciedad y la mugre de aquellas uñas negras y de aquel cuerpo desvariado. Le lavé la sangre y le vendé las heridas. Le afeité y le corté el pelo apelmazado de porquería, y le vestí con ropa suave y caliente. Lo metí en mi cama con la dulzura con la que una madre mece a su bebé, y marché a preparar una sopa tibia y un vaso de vino tinto. Se lo serví, le di la sopa a cucharadas mientras esa criatura, atónita y cansada, entreabría esos labios muertos para mí. Se la terminó y pidió más, y yo volví a rellenar el cazo y a dársela. Y se durmió.
Le contemplé entonces, en la quietud del silencio solo roto por el crepitar del agua contra la ventana. Ese era yo. Ese hombre atormentado por sus demonios, atrapado en un sin vivir donde el destino manejaba su cuerpo como al de una marioneta. Y le vi cuidado y limpio, curado y saciado, plácido al descansar en un colchón de verdad. Y sentí que así es como me habría gustado que me hubiesen tratado en la vida, y por la cabeza se me pasó pensar que tal vez si me hubiese comportado así con mis semejantes yo habría recibido el mismo trato. Y sonreí, amargo, irónico, porque ya era demasiado tarde para lamentarse, para rectificar. Porque la muerte estaba colgando sobre mí. Porque tenía miedo, el miedo que podía leer en el rostro de aquel hombre mientras dormía. Miedo a perderme, miedo a no volver a despertar. Miedo a la muerte. Y así era. Tenía mucho miedo.
Entonces, el hombre despertó. Despertó sobresaltado, e imaginé que para aquel ser no existirían los sueños, o solo aquellos que estuviesen plagados de pesadillas. Y me miró, con los ojos oscuros y exhaustos, vidriosos y llenos. Y susurró, con la voz entrecortada:
-Gracias.
Y entonces sonreí, y mi sonrisa no fue ni amarga ni triste, ni despectiva ni resignada. Fue una sonrisa feliz, y sentí que ya podía morir en paz.

Kiyara
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

EL NIÑO DIOS

Esta historia transcurre  en la ciudad de Pereira Colombia pero bien podría ser la historia de cualquiera en cualquier lugar. Pero antes de iniciar el relato de lo acontecido quiero recordar que todos los 24 de Diciembre se celebra el nacimiento del niño Dios y la tradición dice que ese día un regalo aparece después de la media noche debajo de la cama de todos los niños.
Martha era una niña como la mayoría de niñas que a sus 10 años soñaba con convertirse en mujer, pero que por el momento solo tenía sus juegos de niña y esa libertad de soñar que de adultos a veces perdemos,  su madre lava ropas para poder darle de comer a ella y sus tres hermanos, y Martha sacrifica los momentos que debería tener para jugar y educarse en ayudar a su madre en el lavado de las ropas.
Una de las tardes en que Martha acompañaba a su madre, está la envía con un atado de ropa ya lavada para que se la entregue a su dueño, transcurre el mes de abril de 1953.Despues de entregar la ropa Martha pasa frente a uno de los almacenes de abarrotes del centro de Pereira, de pronto la  niña acostumbrada ya al trabajo y conocedora de lo que es la palabra necesidad y pobreza  ve ante sus ojos al otro lado de la vitrina del almacén una hermosa muñeca,  muy seguramente importada tal vez de Venezuela o aquellas muñecas gigantes que elaboro por muchos años la fábrica nacional de muñecos, lo que Martha tenia frente a sus ojos era una visión, su expresión es de asombro  nunca antes vio una muñeca tan grande y tan bonita más aún cuando a un lado de la misma un pequeño letrero decía "la muñeca que llora y canta "Era sin duda para aquella niña lo más bello que sus ojos habían visto, y no pudo contener que saliera una lagrima, de  desde aquella tarde Martha se ofrecía para llevar las ropas, solo con la intención de poder ver aquella muñeca que ella veía hasta en sus sueños. Desde ese día Martha le prometió al niño Dios ser la niña más obediente y juiciosa  en su casa, cerca del almacén se encontraba la catedral y esta niña pasaba cada semana a depositar en una alcancía," las que se utilizan para depositar las ofrendas" la paga que obtenía por ayudar en el lavado de la ropa, y casi todas sus ganancias estaban destinadas a aquella alcancía de la iglesia,martha quería darle la plata o ayudarle al niño Dios a completar los 18 pesos que costaba la muñeca. Llegó la fiesta de independencia y esa tarde Martha en medio del jolgorio y las fiestas encontró 5 pesos en la calle y callada sin decir nada los guardo, para al otro día llevarlos a la iglesia y así ocurrió. Pasaban las semanas y en ocasiones no quedaban más de 20 centavos para llevar a la iglesia, de camino a su humilde casa seguía orando y quería llegar pronto para pedirle a la imagen del niño Dios que tenia encima de un viejo armario de madera que le diera esa muñeca, como ella no alcanzaba a mirar la estampa desde el suelo siempre utilizaba un asiento metálico "de esos que se tenían en las tiendas para acompañar las mesas de cerveza" para subirse  y así estar cerca de la imagen.
Transcurrió  el resto del año y por fin el anhelado mes de diciembre había llegado, Martha estaba segura que con su buen comportamiento en casa y la ofrenda que ella realizo por 8 meses cumplidamente cada 8 días era suficientes, para que el niño Dios pudiera comprar la muñeca.
Por fin llego el 24 de Diciembre  todo en la cuadra era alegría, se escuchaba la música y la pólvora característica  de navidad, las vecinas pasaban de una casa en otra en un intercambio de diferentes comidas y los hombres tomaban el aguardiente, a Martha solo le interesaba acostarse rápido para encontrar la muñeca que tanto quería. La música se apago y los gallos anunciaban la llegada de la mañana de aquel 25 de diciembre, no serian más de las 6 de la mañana cuando Martha salto de la cama la cual compartía con su hermana mayor, para mirar bajo la cama, busco con ansia el paquete, pero no encontró nada, solo en una esquina pudo ver un pequeño objeto envuelto en un papel que no era precisamente papel de regalo, era una bolsa usada en la que se mete el pan, lo abrió y en su interior observo un diminuto muñeco de pasta de no más de 4 centímetros de largo de color café oscuro casi negro, muy común hasta los años sesenta por su bajo costo, Martha negándose a creer que ese era el regalo que el niño Dios le había traído busco en otros lugares de la casa pero nada encontró, su desilusión era muy grande, no entendía como después de portarse bien y ayudar tanto a su madre en el trabajo y dejar las pocas monedas que gano en la iglesia, no tuviera la muñeca con la cual soñaba.
Salió confundida y triste a la calle, donde las niñas vecinas ya entrada la mañana mostraban contentas el regalo que el niño Dios le había dejado bajo la cama,martha miro como todas las niñas  y niños tenias regalos mucho más grandes  y bonitos, ella oculto el suyo, pero se fijo en una muñeca de una vecinita suya, la cual se parecía un poco a la que Martha espero y en un momento de descuido de la niña, Martha tomo esa muñeca, la envolvió en papel donde encontró su pequeño regalo y la coloco bajo su cama. Pasados unos minutos la madre de la niña vecina toco a la puesta de la casa de  Martha muy disgustada diciendo que Martha había tomado la muñeca de su hija, muy molesta la mama de Martha la increpo y le pidió explicaciones, Martha corrió a su cama y saco debajo de ella la muñeca, al verla su madre le pregunto qué de donde la había sacado y Martha simplemente le contesto..Mama me la trajo el niño Dios,......la mama guardo silencio por unos segundo una lagrima corrió por su mejilla y le dijo, no mi amor esa es de la vecina ve y devuélvela y así paso.

Manu
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Relatos FM

IMPRESIONES


Cuando se ingresa a un hospital el mundo parece gris.
Se deja atrás la luz para internarse en esta oscuridad donde la desesperanza nos carcome el
alma.
Es entonces cuando uno recuerda a la iglesia y se aferra a un Dios.
En estos momentos donde el agobio devora a la liviandad y frescura es quizás donde se
piensa en el amor que no se expresó cuando la salud existía.
Y uno se aferra a todo  para no sumergirse en un mundo de penumbras o tinieblas...
Nos invaden los olores tan característicos de un hospital.
Uno se entrega a su suerte y pone en las manos de los médicos y enfermeras su futuro, o lo
que quede de él...
El tiempo parece detenerse en ese mundo de cuatro paredes y se ruega no tener a un
compañero de cuarto moribundo.
Siempre hay un televisor a color pero nuestro estado de ánimo nos impide seguir el hilo del
relato de la novela de la tarde o los amigos o parientes que nos visitan hacen que no le
prestemos atención a ese aparato tecnológico.
Y en el menor descuido nos volvemos dependientes de controlar el líquido que nos ponen
en el suero, como si el mundo se fuese en eso...
Nuestro estado anímico decae solo por el hecho de estar allí.
Aunque nos internen por un simple control de rutina entramos en crisis emocional.
Y qué decirles cuando nos internan por estar gravemente enfermos o para investigar la
misteriosa enfermedad que se apoderó de nuestros órganos.
Pasamos la puerta del hospital y ya dejamos de tener nuestro nombre, nos ubican con un
número de habitación y de cama y somos nombrados por todo el personal como portadores
de tal o cual enfermedad.
Y nos hacemos cómplices o amigos circunstanciales del compañero de cuarto...
Ya dejan de tener sentido ciertas preguntas que antes nuestra pareja o hijos nos repetían
hasta el hartazgo: "¿Papá  podrías pasarme a buscar por la casa de...? ¿Cariño, no te
molestaría ir al supermercado para comprar lo que me olvidé? ¿Podrías ayudarme a
terminar este trabajo que el jefe lo necesita antes de irnos?"
La lista puede llegar a ser tan voluminosa como la guía telefónica...
Pero nada de eso tiene sentido ahora,,,
Estoy a solas conmigo mismo, no puedo escapar. Me replanteo lo vivido hasta la fecha.
Confío en los doctores que me atienden. Mi mujer fue hasta la casa a traer las pantuflas
para que pueda usar cuando necesite levantarme de la cama para ir al baño.
Tengo miedo de que este sea el último lugar que vea. Unas pocas horas más y estaré
entrando en el quirófano.
Todos aquí me aseguraron que  lo mío es una operación de rutina, de todos los días
Y uno que es arisco a este mundo de batas blancas piensa: "menos mal que hay gente que
estudia medicina".
Viene la enfermera con una amplia sonrisa para anunciarme que va a rasurar mis partes
Íntimas. Estoy resignado a todo. Aquí soy un paciente más, un número... poco importan
mis miedos.
Anuncian que está todo listo y me trasladan en una camilla hacia el piso donde me
operaran.
No tuve tiempo de decirle a mi esposa cuánto la amo y que me perdone  por todas las veces
que no la comprendí.
Me  inyectan la anestesia en las venas y el sueño me invade. Ojala pueda despertar para ser
mejor como padre, esposo, amigo, compañero de trabajo...

PAZ

Relatos FM

LA ETERNIDAD BUSCA


La eternidad busca es un texto en el cual se pone de manifiesto lo que esta eternidad en lo que se basa y el tema que desarrolla, la eternidad busca es una simple y fiel manifestación de que la eternidad esta continuamente buscando, por todo ello es que la eternidad busca nos instala o nos lleva a la siguiente realidad, la eternidad busca se une a un argumento que hace hincapié por ello en lo que la propia eternidad significa en lo que la propia eternidad nos da y lo que podemos aprender de ella, la eternidad busca esta continuamente buscando, es la eternidad por lo tanto el argumento principal que se tiene de lo que la propia eternidad busca, la eternidad busca es la siguiente afirmación que declara que alguien que consigue la eternidad ha conseguido un logro una gloria o un gusto que va a durar ya siempre, por todo ello la eternidad busca esta continuamente buscando, por todo ello la eternidad busca es la afirmación de que la eternidad no para esta continuamente buscando en su periplo, de alguna forma se entiende por eternidad que siempre esta esta buscando, de alguna forma la eternidad busca afirma que en el mundo en el que vivimos la eternidad busca siempre esta buscando, de alguna forma se sabe que la eternidad como tal se debe buscar, cualquier persona por lo tanto debe buscar una eternidad que forme parte de nuestras vidas, debemos buscar por lo tanto una eternidad como medio de vida, debemos buscar por lo tanto una eternidad que nos de lo que necesitamos que nos de de alguna forma todo lo que la eternidad pueda representar, de alguna forma la eternidad busca se desarrolla ampliamente, de alguna forma la eternidad busca un camino hacia la verdad y hacia el entendimiento mas verdadero, de alguna forma la eternidad busca hace referencia a la busqueda propiamente dicha de la verdad por medio de la eternidad, la eternidad busca nos conduce por todo ello al camino que se busca a la propia verdad o al propio entendimiento mas sincero y que hace referencia sin duda a una promesa, de alguna forma los que dan las promesas somos los que vivimos, y debemos buscar la eternidad siempre, debemos buscar una eternidad sincera que nos conduzca a la verdad, que nos conduzca a un acercamiento a los vivos y a su magia, de cualquier forma la eternidad busca es la resolucion que debemos tomar, de alguna forma la eternidad busca es la busqueda que debemos entender y desempeñar, de alguna forma la eternidad busca siempre debe estar ahí, de alguna forma lo que debemos buscar debe unirse a la eternidad debe unirse a un desarrollo y a una afirmación de que la realidad en la que vivimos se hace algo palpable se hace algo real o se hace algo que esta ahí donde podamos de alguna forma tomar parte donde podamos de alguna forma encontrar no solo el ocaso sino tambien el futuro, de cualquier forma es esta eternidad que buscamos el enigma que debemos tener el enigma para poder ver para poder entender, de esta forma la eternidad busca es el camino que debemos emprender es el camino que va a estar ahí y que debemos saber no solo buscar sino hacer como algo propio, hacer como un servicio al poder, hacer como un servicio basado en la sinceridad y en la verdad, de esta forma es que la eternidad busca esta siempre buscando esta siempre en el camino del bien en el camino que vamos muy bien a entender y que vamos muy bien a analizar, de esta forma es que la eternidad busca nos asombra incluso, podemos de esta forma encontrar la salida, podemos de esta forma encontrar una transparencia en la verdad, podemos de esta forma encontrar la verdad que tan ampliamente se nos muestra, de esta forma es que la eternidad busca es lo que debemos hacer o entender en nuestra vida, debemos por lo tanto buscar continuamente la verdad basandola o analizando incluso esta eternidad, lo que el hombre o mujer de este mundo debe buscar es la eternidad en la cual basar todo, la eternidad por lo tanto se busca de manera que podamos de manera real encontrar los caminos que se abren a nuestro entender o a nuestro mundo, es de esta foram que la eternidad busca esta ahí en el paso por el mundo para de esta forma saber, entender y saber encontrar una salida hacia un conocimiento, es de esta forma que la eternidad busca es lo que debemos hacer debemos siempre buscar debemos siempre estar ahí saber entender y saber de esta forma que nuestro camino en el mundo nos lo dice todo, entendiendo la eternidad podemos sacar el contenido que necesitamos para nuestro dia a dia, es de este modo que la eternidad busca es lo que debemos hacer siempre constantemente, de cualquier forma es que los contenidos que se hacen reales los contenidos que vemos o que sabemos interpretar juegan en nuestra mente, es de este modo que la eternidad busca abre senderos en los cuales podemos descubrir abre senderos en los cuales podemos visualizar no solo podemos entender sino ver mas alla, la eternidad busca es el argumento que debemos encontrar hacia nuestro camino sincero y fiel hacia nuestro camino a lo largo del mundo, es de este modo que la eternidad busca podemos encontrar de este modo un entendimiento o un conocimiento superior, de cualquier forma es que la eternidad busca siempre esta ahí podemos de esta forma aprovechar y seguir buscando, podemos de esta forma visualizar o seguir en nuestro camino, es de esta forma que la eternidad busca nos va a conducir por la vida de mejor forma, nos va a conducir por la vida de manera mas deseada o mas agradable, es de este modo que la eternidad busca es lo que debemos hacer siempre buscar y buscar y entender mejor saber interpretar o descubrir de alguna forma los porques y las respuestas a todo, es de este modo que la eternidad busca es lo que debemos hacer siempre debemos no solo buscar sino tambien entender, las visiones por lo tanto llegan de manera total, las visiones por lo tanto estan cerca y podemos de esta forma encontrar las reglas o los motivos o las respuestas que precisamos, la eternidad busca es lo que debemos hacer debe basarse por lo tanto nuestra busqueda en esto, es de cualquier forma la eternidad busca el principio para alcanzar la perfeccion, podemos acercarnos mejor a nuestro dios, de alguna forma es que el dios que todo lo ve va a tomar parte y va a proporcionar asi los motivos o los contenidos precisados, es de esta forma que la eternidad busca se abre y nos muestra de esta forma que la propia realidad supera la ficcion, lo real se ve o se visiona mejor desde la eternidad, es de esta forma la eternidad lo que nos va a dar los principios mas fundamentales para lograr la perfeccion, es por todo ello que la perfeccion esta a nuestro alcance, que la perfeccion puede ser evidente puede darnos control y felicidad,  la eternidad por lo tanto puede ser algo con lo que contemos de manera que vamos a saber apreciarla, es de esta forma que la verdad, el conocimiento y el saber van a llegar de la mano de la eternidad por eso siempre debemos buscarla por eso debemos tenerla siempre presente, es de este modo que la eternidad busca debe ser lo que mas nos preocupe lo que podamos de alguana forma interpretar saber muy bien conducir o saber muy bien desarrollar, es de este modo que la eternidad busca nos va a proporcionar la mejor forma que vamos a tener en nuestro camino glorioso en nuestro camino sincero y no fugaz, de esta forma es que la eternidad busca nos motiva y nos conduce a ver o visionar el futuro que vamos muy bien a entender de esta forma, por ello se piensa que la eternidad busca debe ser la manera que vamos a tener en el futuro de ser visionarios o leer muy bien lo que nos interesa, es de este modo que la eternidad busca se debe siempre buscar, de alguna forma tenemos los valores o los medios propios para lograrlo, tenemos los valores y las condiciones para mejorar no debemos dejarlo pasar, de este modo tenemos las condiciones necesarias para hacer un mundo mejor debemos aprovecharlas, las costumbres y la cultura se relacionan de este modo debemos por medio de la eternidad cuando la conseguimos desarrollar una cultura que nos haga mas integros mas sinceros o mas esenciales, de alguna forma la eternidad busca es el modo que vamos a encontrar en nuestra vida para alcanzar las metas para alcanzar de este modo un proposito un fin o un objetivo, de cualquier forma la eternidad  busca se hace necesaria se hace de alguna forma fundamental en nuestro cometido, de esta forma es que la eternidad busca abre nuevos caminos o nuevas vias para las cuales estamos abiertos, de esta forma la eternidad busca debemos encontrar los principios que la desarrollan o los principios que se apropian de ella, la eternidad siempre existe debemos siempre buscarla para de esta forma encontrar la salida a nuestros problemas, de este modo la eternidad busca debe siempre ser parte de nosotros, debemos buscar la eternidad para de alguna foram poder no solo saber valorar sino saber algun dia movernos con toda modernidad, debemos de alguna foram encontrar los porques encontrar los principios o las bases tan buscadas, de alguna forma la eternidad busca es lo que debemos hacer en nuestra vida para saber la mision no solo que tenemos sino el camino que debemos seguir, es de este modo que la eternidad busca nos debe dejar ver todo lo que hay detrás, nos debe dejar ver los fundamentos de la realidad podemos de esta forma encontrar mediante la transparencia las visiones tan necesarias las visiones que pueden ofrecernos una continua idea etica que vamos a tener, de cualquier forma la eternidad busca esta ahí debemos saberla entender debemos de alguna forma saber no solo visionar todo esto sino tambien debemos adquirir los conocimientos que hagan de esta forma la realidad algo agradable algo perfecto como deberia ser la vida propiamente, de esta forma la realidad que nos llega se hace transparente se hace de alguna forma autentica, la eternidad busca debe siempre saber descubrir todo lo que esta a nuestro alrededor y lo que vamos de alguna forma a saber interpretar a saber de alguna forma formalizar, la eternidad busca es por todo ello la transparencia tan buscada de esta forma la eternidad busca es la simpleza que llega de alguna forma la eternidad busca debe saber muy bien llevar el acercamiento que tengamos cerca para poder descubrir, de este modo es que la eternidad busca debe ser nuestro principal papel nuestro principal medio de salvacion, la eternidad busca es por ello lo que debemos hacer nuestra salvacion esta en la eternidad, nuestra salvacion por todo ello esta en la eternidad tan buscada o tan especialmente determinada. La eternidad busca debe ser el motivo de nuestra preocupación de alguna forma es que la eternidad nos puede dar la salvacion nos puede dar el principal fundamento en el que desarrollar nuestra vida, nos debe dar nuestro principal apoyo nuestro principal remedio o nuestro principal comportamiento en la vida, de esta forma la eternidad busca debe ser lo que nos mueva en la vida conseguirla debe ser lo principal y cuando la tenemos cuando tenemos eternidad hemos conseguido la salvacion.

CUARCITA

Relatos FM

Fiesta


Sentías el cuerpo pegajoso. La música que salía de tus auriculares y el sol y la calle que estaba más colorida que de costumbre, hacían imaginarte en un videoclip. Te hubiera gustado que fuera de tardecita. Siempre te gustaron las tardecitas de marzo.

Sentías todas las miradas masculinas encima tuyo. Un treintañero con lentes de marcos gruesos clavó los ojos en tus piernas, un hombre de camiseta blanca sentado en la vereda te dijo algo que no entendiste; entonces te desenchufaste de una oreja y lo pudiste oír con claridad: "Nena, se te enganchó la pollera en el bolso". Te miraste y viste tu muslo desnudo. Te reíste, diste las gracias y seguiste caminando.

Doblaste, sin saber bien por qué. Tal vez porque no querías llegar a tu casa, ni tener que apagar el mp3. Creías percibir las cámaras siguiéndote y tu cara en los distintos planos. Viste una feria americana a algunos metros de distancia y fue como estar en otra ciudad. Fuiste y empezaste a revolver cajas con ropa de gente vieja. No lo hiciste porque tuvieras ganas, sino porque te pareció genial para el video. Empezaste a ojear a todos los costados, a ver si aparecía el amor de tu vida. Pero no. Alzaste un vestido azul a lunares blancos que si hubiese tenido escote te lo hubieras puesto en el momento.

Entraste al garage. Había olor a libros con polvo. Tu cara se humedecía más y más, como si estuviera pegoteada con cinta skotch. Pensaste que los editores podrían corregirlo y así mostrar tu cutis perfecto. O mejor, dejemosló así que queda a tono con la estética urbana. Antes de pasar a otro tema apretaste el botón mágico y esa canción volvió a empezar.

Descubriste una caja debajo de un montón de sacos con hombreras. Tenía discos. Te pareció todo tan perfecto. Te agachaste para mirarlos, sin cuidar tu pollera. Te sentiste hermosa. Casi te frustrás cuando viste que eran todos de gente sin glamour, que no conocías.

Y de repente, un vinilo de ella. Rubia carré, diosa internacional, en maya negra con lentejuelas plateadas. Se esfumaron tus auriculares.

Te diste vuelta asustada, debés reconocerlo. Detrás de los percheros comenzaron a salir bailarines en traje blanco. La gente había desaparecido. A medida que el ritmo de las castañuelas iba subiendo los hombres acompañaban con una coreografía mil veces ensayada. Tenían sombreros de copa.

Silencio, todos como estatuas y sólo se escuchó un largo repique de tambor. En ese instante bajó del techo Raffaella. La sonrisa estática, la mirada altiva, los brazos en alto. Cuando su taco aguja llegó al piso irrumpió la banda con más intensidad. Caminó hacia vos con pasos de baile y te tendió la mano. Te miraste y tenías puesto el vestido a lunares, con tus senos juveniles respirando felices. Te levantaste y empezaste a danzar con Raffaella y los bailarines tan al compás y coordinada como ellos. Y así seguiste, por horas y horas, sin transpiración, ni humedad, ni cansancio, ni olor a viejo.

En el barrio, nunca más se supo de vos.

(Dicen los que saben, que en las tardecitas de marzo, las chicas deben tener cuidado de usar pollera, porque pueden cruzarse con una extraña caravana que se las lleva puestas al son de una música de Fiesta)

Vera Naín

Relatos FM

Violencia de locos
                       
El director del centro psiquiátrico me obsequió un traje para mi primera salida, ésta fue el sábado. La verdad es que no recuerdo como llegué aquí pero con la atención que he recibido me siento bastante mejor y mucho más cuerdo, eso permitió el poder salir a dar un paseo por los alrededores. Subí por una calle y bajé por otra que me devolvió a mi morada. El director me había llevado antes en su automóvil para mostrarme el recorrido.
Iba contento, la mayoría de las casas tenían jardines, también habían edificios; de algunos balcones me miraban con curiosidad, me veía elegante, vestido con aquel traje, además quise usar un pequeño sombrero, obsequio de un cantante quien nos visitó para una fiesta, si mal no recuerdo, creo que fue un "Día del Padre". Quizás los locos en los balcones pensaban que yo era  residente de la zona; no me detenía para ofrecer algo, por tanto no debían verme como vendedor y no parecía sospechoso de ser un loco ladrón.
Había recorrido unas dos cuadras, cuando algo llamó mi atención. Una camioneta   estacionada frente a una casa donde se notaba un gran movimiento. Unos locos bajaban mesas y sillas y las introducían en la casa. Me detuve a mirar y vi como adentro otros locos las vestían con manteles de alegres colores; había globos entrelazados, amarillos, blancos, verdes. Formaban arcos, otros colgaban de las matas. La fiesta era en un patio lateral de la casa. De esta salio un loquito vestido de tortuga a quien todos abrazaban y besaban. Atrapó mi atención una gran tortuga a quien colgaron por las orejas, que extraño, los cuerdos colgamos por el cuello pero ¡los locos lo hacen por las orejas!  Dejaron a la pobre tortuga con sus ojos desorbitados, guindada a un lado del patio.
Para no causar desconfianza me recosté disimuladamente a un árbol desde el que tenia una amplia visión de lo que pasaba. Poco a poco comenzaron a llegar muchos loquitos, el lugar se hizo insoportable. Yo, acostumbrado al silencio y la tranquilidad, ahora me encontraba presenciando, no tomando parte, de un gran escándalo, con gente que iba de un lado a otro, locos que llevaban bandejas a las que se acercaban otros locos y loquitos como enjambres, devorando su contenido y empujándose unos a otros.
En un lado del patio estaba un loco con un extraño peinado, imagino que debe llamarse "loco erizo", se movía detrás de unas cajas negras, manipulando unos botones de los cuales salía música, haciendo que varios loquitos se movieran como si los picaran las hormigas. La mayoría de los locos dejaba a los loquitos y se iban. Los loquitos llegaban cargando paquetes decorados con llamativos papeles y lazos. Se los entregaban al loquito vestido de tortuga y este a su vez se los daba a alguno de los locos adultos. Ya me estaba cansando de tanto ruido, me disponía a continuar mi camino, y entonces pasó algo increíble. Los locos reunieron a los loquitos alrededor de la tortuga que seguía colgada de un árbol, con un pañuelo le taparon los ojos al loquito tortuga, le entregaron un palo, le dieron unas vueltas y mientras un loco subía y bajaba  la cuerda con la tortuga, ¡el loquito vendado hacía lo posible por darle con el palo al animal! No podía creer lo que veía, el resto del grupo celebraba cuando la pobre e indefensa tortuga recibía un golpe, pero si ésta seguramente ni entendía lo que estaba sucediendo, yo mismo vi cuando la colgaron, ¡no hizo ningún gesto de oposición! Dios, ¿que clase de humanos son esos que disfrutan gritando, saltando y cayéndole a palos a un pobre e indefenso animalito? ¿Que cultura siguen con esa muestra de tanta violencia? Se iban pasando el palo y el pañuelo entre los loquitos y lo peor fue ver como se peleaban por ser el siguiente en dar golpes. Con razón hay tanta violencia entre la gente de las películas que a veces vemos (solo cuando esta de guardia el loco Manolo) si desde niños la misma familia hace lo posible por incitarlos a ella. No quise ver mas, seguí mi camino imaginando que al final la pobre tortuga caería destripada a palos...Mientras caminaba algunos locos me señalaban desde sus automóviles, los loquitos me miraban con cierto temor y unos locos me gritaron... "Eso loco... ¿y esa pinta, que?"...                                       

Rosa de la Trinidad Ylarraza