I Concurso de relatos Fórum Montefrío
(http://img177.imageshack.us/img177/5981/proyecto4retocakf0.jpg)
CON LA INESTIMABLE COLABORACIÓN DE
(http://img120.imageshack.us/img120/7596/elpregonero4lx6.png)
(http://img292.imageshack.us/img292/2253/logopregonerokk1.png)
Y
(http://img145.imageshack.us/img145/2746/bpmonteflorido2tu1.jpg)
Con la mirada puesta en el certamen literario Villa de Montefrío,desde Fórum Montefrío hemos decidido fomentar la lectura y la escritura promoviendo un pequeño concurso de relatos.
Las bases son realmente simples:
- Podrá presentarse cualquier persona residente y o natural de Montefrío.
-Se abre la posibilidad de acceso al certamen a todo persona interesada, independientemente de su procedencia.
-Temática libre.
- Extensión máxima de unas 1500 palabras (Aprox).
- Las narraciones serán publicadas en este hilo, siendo requisito previo su envío, junto a los datos personales, a la siguiente dirección de correo electrónico: relatos@forummontefrio.es- Si el participante lo desea podrá guardar anonimato.- El plazo de admisión acaba el lunes 20 de junio de 2009, prorrogable.
- El primer premio constará de 1 camiseta de Fórum Montefrío personalizada (sin nombre), un kit de emergencias gentileza de Monteflorido, 5 camisetas normales, y una estupenda cena para dos personas en EL PREGONERO. Si vienes de fuera, sumamos una noche en régimen de estancia en el hotel La Enrea, para que puedas disfrutar de un marco incomparable.
- El segundo premio consistirá en 2 camisetas de Fórum Montefrío normales.
- El tercer premio estará dotado con una camiseta de Fórum Montefrío normal.
- Se obsequiará a todos los participantes con una camiseta de Fórum Montefrío. Válido hasta agotar existencias.
- La dotación de los distintos premios podrá ser aumentada sin previo aviso, puede haber sorpresas...
- La participación en el concurso implica la aceptación de todas sus bases. (http://img122.imageshack.us/img122/5500/concursoliterario2yd4.jpg)
adeams del premio de las camisetas....pal ganador...
una cena para dos en el PREGONERO
¿con bebida o sin bebida? ¿con postres? Prego, tienes cojones de poner una sopa, y se acabo la cena. Especifica , ****. SaludoSS.
pero tio esto de la literatura y escribir te gusta ??........ :shok: bueno por si acaso te presentas y ganas .... :rofl:
es una cena con su botellica de vino y un postrecico y rematao con un cuabatilla....a ver si asi te da ganas de escribir jajaja
saludos! :drinks:
un cuabatilla pa ca uno.... no uno pa los dos, que luego nos confundimos, aqui hay que dejarlo to mu claro jajaja
Aquí os dejo la obra de una compañera que ha preferido guardar anonimato.
MI OSCURIDAD
(http://amarela.files.wordpress.com/2007/12/corazon.jpg)
Esta historia comienza con algo tan sencillo como la oscuridad. Parece un tema baladí, pero nada más lejos de la realidad. Resulta curioso observar como este asunto ha sido motor de grandes autores de nuestra literatura contemporánea. En este caso vamos más allá, simplemente nos encontramos ante una ausencia total de luz. Si Lovecraft levantara la cabeza necesitaría varios libros para describirla. Añadámosle una pequeña luz al fondo, diminuta, casi imperceptible para el ojo humano pero real e inequívoca. La escena va cobrando forma. Avanzo hacia ella, desconozco por donde voy y a donde me dirijo, lo único seguro es aquel destello. A mi izquierda alcanzo a ver lo que parece ser un bosque sombrío. Parecía que la persona que lo había creado desconocía que la paleta de colores abarcaba algo más que distintas tonalidades de negro. Sobre uno de los árboles había un cuervo picoteando una manzana, que por supuesto era negra. Al fondo había una pequeña casita de cuya chimenea salía humo. De pronto se abrió la puerta y lo que vi me dejó totalmente paralizada, era mi madre. Su rostro radiaba tranquilidad y sus manos me invitaban a pasar. El sonido de las olas turbó la escena, sorprendida pude ver como a mi derecha aparecía una pequeña playa. La estampa reflejaba el atardecer en el agua, los rayos de sol regalaban a los ojos unos matices de gran belleza. Siempre que mi trabajo lo permitía me escapaba para disfrutar de un buen atardecer a orilla del mar, pero este los superaba a todos con creces. Sin saber como, me vi disfrutando de aquel bonito atardecer y todo lo que le rodeaba. Corría por la orilla, la sensación de la arena en mis pies era agradable. Las olas al romper mojaban mis pies, pero no me importaba, el agua estaba estupenda. Exhausta, decidí tumbarme en la arena, cerré los ojos y comencé a patalear en la arena, no se por que lo hacia pero no podía parar. Dos lágrimas comenzaron a bajar por mi mejilla, en aquel momento era feliz, por lo que en un principio pensé que eran de alegría. Sin embargo algo en mi interior indicaba lo mal encaminados que iban mis pensamientos. Me incorporé enrabietada y me dirigí de nuevo a mi oscuridad. Comencé a correr con todas mis fuerzas, como poseída por algún demonio. Tras varios minutos de intensa carrera tropecé y caí de bruces contra el suelo. Al incorporarme observe el objeto contra el que había chocado, era una cesta. Al abrirla la vi, era mi hija, ¡mi hija!. Dormía plácidamente, a sus 9 meses Marina se había comportado como un verdadero ángel. Sinceramente antes de tenerla esperaba más llantos y menos sueños, le daba todos los días gracias a Dios por ser tan afortunada. Cuando la cogí en mis brazos comenzó a llorar desesperadamente, instantes después se desvaneció como si nunca hubiera estado en ellos. Me sentía confusa, que diablos estaba ocurriendo. Miré hacia el destello, mordí mis labios, solté algunas lágrimas de impotencia y reanudé una carrera de la cual ni yo sabía la meta. La luz seguía allí pero por más que avanzaba siempre parecía estar igual de lejos. No pensaba rendirme tan fácilmente, no sé de donde, pero saqué fuerzas para aumentar el ritmo aún más. No sabría decir si estuve 10 minutos corriendo o 10 días, el caso es que cuando ya todo parecía perdido comencé a apreciar como el destello aumentaba de tamaño. Los ojos inyectados en sangre, el corazón latiendo a mil, la respiración entrecortada, los pies doloridos pero ¡lo estaba consiguiendo!. Al llegar a la luz caí desfallecida, mi cuerpo extenuado no podía más.
Ha recuperado el pulso, ¡Dios! ha recuperado el pulso. Rcp correcta, estabilización respiratoria, estabilización neurológica, sedación y analgesia correcta.
¡Buen trabajo chicos!
Muchacha, has tenido mucha suerte....
Fue entonces cuando lo comprendí todo. Las pastillas, el alcohol, el fatídico aniversario. Como piezas de un sencillo puzle que no consigues encajar hasta el último momento.
Mi madre llevaba 10 años muerta, los mismos que Marina y los mismos que yo llevaba postrada en una silla de ruedas...
Dicen que cuando estás a punto de morir todo pasa delante de tus ojos, debo decir que es cierto, ese proceso se llama ¡Vida!. Tic Tac Tic Tac, aprovecha la tuya...Animaros a presentar vuestras cosillas, aquí no buscamos ningún cervantes solo pasar un buen rato.
Un saludo
Hola!
Como veo que mucha gente pasa por aquí pero nadie se anima un incentivo más, para el ganador, que puede venirnos bien en estas fechas.
(http://img145.imageshack.us/img145/690/imagen1yy5.jpg)
El kit se compone de: Bolsa de nylon, compresor de aire, pinzas de arranque, raspador de lunas, guantes, reflectante, linterna.
Gracias a nuestro nuevo colaborador:
(http://img145.imageshack.us/img145/2746/bpmonteflorido2tu1.jpg)
Añadimos una camiseta de Fórum Montefrío para todos los participantes. Válido hasta agotar existencias
Si no hay ningún problema proximamente añadiremos premios en metálico gracias a nuestros próximos patrocinadores.
Que mejor que presentarse a concurso con una historia creada por todos.
¿Saldrá una historia de miedo? (http://www.forummontefrio.es/foro/index.php?topic=1110.msg8622#msg8622)
Estupenda historia de Meme, con la inestimable colaboración de _Sharisha_.
(http://paspespuyas.com/comunidad/media/CasaEncantadFantasmaNina.jpg)
Aquella tarde habia en el ambiente algo que nos tenia a todos nerviosos, hasta los animales se comportaban de forma distinta. Como todas las tardes me dirigí a darle de comer a las bestias. Era mi momento preferido del dia. Nadie más, solo los animales, yo y el silencio. Sin embargo ese dia era distinto, algo no marchaba bien. Los animales estaban inquietos, no respondian a mi llamada y ni siquiera mostraban interes por su alimento. De repente escuche un gran estruendo, al salir fuera mis ojos no podian creer lo que estaban viendo. Una espesa niebla se poso junto a mi,a pesar de estar en verano, el frio me invadio todo el cuerpo, me quede paralizada, aquella masa amorfa no se movia. Era como una estatua, saqué fuerzas de donde pude y eché a correr, solo queria alejarme de aquello,de pronto me paré, pensé que igual solo eran imaginaciones mias y cuando miré a mi derecha allí estaba de nuevo. No podía apartar mi mirada y aunque quería huir de allí lo más que acerté a hacer fue a balbucear unas palabras. ¿Qué quieres?, pregunté. Aquél ser, por llamarlo de alguna forma, intentó acercarse más a mí susurrando algo que no alcancé a entender. Los razgos de aquella voz me parecian familiares, fue entonces cuando de repente mi memoria se tralado al pasado.
Yo vivia en un pueblo de galicia, pequeño y con un aire de romanticismo, ya que todas sus casas eran bajas y algo deterioradas. Todas menos una, se diferenciaba claramente del resto por su porte noble. Como mi familia era humilde, tuve que trabajar desde pequeña en dicha casa, asi que conocia bien las estancias y sobre todo sus moradores. La componia los padres, tres hijos y una hija; apesar de ser la criada tenia muy buena amistad con carlota(asi se llamaba la hija) . Recuerdo nuestras tardes jugando,nuestras confidencias y sobre todo nuestras ilusiones para cuando fueramos mayores. Pero todo esto se vino abajo cuando mi padre decidio que teniamos que dejar el pueblo, para encontrar un sitio donde tuvieramos más oportunidades.
Con un abrazo fortisimo nos despedimos las dos y nos juramos que antes o despues volveriamos a estar juntas.
Pasaron bastantes años y aunque no nos vimos en ese tiempo nuestra amistad siguio adelante.
Un dia que recibí una de sus muchas cartas, me encontre con una noticia, que me dejo muy apenada, Carlota habia caido enferma, por mas que quise no pude ir a verla ya que la distancia era bastante grande.
Su hermano me contaba como iba su enfermedad, las noticias cada vez eran mas desperanzadoras. Y un dia de abril, recibí la mala noticia, Carlota habia muerto, me contaba su hermano que en toda su agonia, no hacia mas que acordarse de mi.
Al recordar nuestra historia, poco a poco me fui dando cuenta, que la figura que habia delante de mi, no era otra cosa, que el alma de Carlota. Aunque el miedo a lo desconocido me seguia haciendo temblar saque fuerzas y le pregunte, que quieres de mi carlota y con una voz que se parecia mucho a la suya, me dijo: ya que no hemos podido disfrutar de nuestra historia, quiero que lo hagamos a partir de ahora.
Y desde ese momento, tengo a mi lado a Carlota, unas veces nos reimos otras muchas nos enfadamos, pero estamos juntas, que es lo que la vida nos quito.
Por cierto, Meme le falta título.. :unknw: jejeje
oye, me parece interesante el hilo, y la historia de la oscuridad, hasta donde he alcanzao a leer, parecía muy buena.
venga, escritores, en potencia, os animo a escribir.
un abraso
parlamento, no le encuentro titulo, a ver si me inspiro.
Meme por ejemplo: sombras del pasado
aunque... no sé yo eh, habrá que seguir pensando
Arpavieja, anímate!!
Sharisha, te digo lo mismo!!
Un saludo
Parlamento puede que te tome la palabra, que ahora estoy aquí aburrida unos días xDDD
Te tomo la palabra!!
Cuanta más gente mucho mejor, con esto solo pretendemos pasar un rato entretenido. Y me consta que en Montefrío tenemos muchos escritores en potencia jejeje.
Un saludo
Venga, me apunto xD en un día o dos envío algo, que me ha picao el gusanillo por escribir
:dirol:
Que toy mu liá, mas que la pata un romano, a ver cuando termino, que lo tengo a medias
Tranquila, tómate tu tiempo. Lo importante es que puedas desliar pronto la pata el romano jejeje
Un saludo
Se ha prorrogado el plazo de admisión de trabajos, para ver si se anima la cosa. Desde fuera nos llega gente interesada en presentar sus historias, sin embargo pretendiamos que en esta primera edición solo tuvieran acceso los Montefrieños. Como ha quedado bien claro no estamos ante un certamen propiamente dicho, sino más bien una iniciativa donde presentar nuestros escarfeos literarios con la única pretención de pasar un rato entretenido.
PD: Sharisha!! No nos defraudes!! jejejeje
Añadimos otro relato.
(http://www.imagenes11.com/images/imagenes-paisajes-lago-montana-nevada-p.jpg)
ALGO MÁS GRANDE QUE EL CIELO
Le digo que sí, que escalamos esas montañas y que vimos la plata dormida del lago, y que la nieve de los glaciares impedía nuestros pasos. Apenas puedo mirarla cuando me pregunta si las iniciales se reflejaban en el agua, si es verdad que eran tan grandes como su altura, si estaban corroídas por la intemperie. Sabes, Fernandito, ahí arriba en una roca milenaria están las letras, A de Antoine y D de Delia, mi nombre, así me lo dijo Antoine, me dijo ella, al atardecer de un domingo, cuando volvieron a San Julián desde las cumbres que recorrieron en una semana con tu abuelo, tengo que verlas, será lo último importante que haga en mi vida, dice mi abuela, es decir tú la verás por mí, Fernandito, y verás si mi nombre se ha apegado al tiempo como la mirada del basalto mismo, como el vello inquietante del musgo junto al lago allá en la altura.
La palidez de su rostro aún permite una leve coloración cuando le nombro a Antoine, sus manos cobran vida, a la humedad de sus opacos ojos se le añade un destello de nostalgia y de dolor, porque apenas era una muchacha y ya sentía que el mundo se le venía encima como con ternura de ebrio, que el cielo se partía cuando él le bajaba una humedad de nube o un destello de estrella de la infinitud, luchando contra el viento endemoniado en su Late 25, un monoplano de apenas nueve metros, y llegaba sonriendo de Buenos Aires o Punta Arenas, de paso para el sur o para el norte, ordenando las hojas escritas en pleno vuelo, mientras dirigía el timón con las rodillas (un día me lo contó muerto de la risa), sacándose los guantes de lobito marino que yo le regalé a cambio de un perfume francés, el Vol de Nuit, cuyo nombre fue un homenaje a su novela Vuelo nocturno, Fernandito, para que sepas, y venía en ese frasquito que ves allí, me dice riendo, sus abrigos, su casco y sus antiparras que me daban miedo, y me tomaba la cabeza y yo me colgaba de su brazo y él me decía que algún día iba a descubrir para mí el cielo o algo más grande aún, con su castellano afrancesado de niño chico, y a mí apenas me salían las palabras, apenas me salía el aliento, pues algo más grande que el cielo no hay, le decía yo, qué va a haber.
Sí, Fernandito, me dice, tengo que ver por tus ojos esa roca junto al lago, rodeada de alerces, ahora que el abuelo ha muerto y no se va a contrariar por mis nostalgias de tonta aún no quinceañera, y yo le pregunto si eso era amor o qué, y ella sonríe, bah, dice, delirios de muchacha, qué otra cosa, el amor me lo sacó tu abuelo, Fernandito, como si de la tierra se sacara una raíz para ponerla a crecer en otro lado, una raíz de jarilla o alpataco, acostumbrada al silencio patagónico, que dio un tronco y dos ramitas: tu papá y Marita, con la soledad como único testigo. Entonces me dice que el tiempo ha pasado en ella, pero no el recuerdo de Antoine, que parecía conservado por la nieve, tú sabrás callar, muchachito, era su olor a frío de muchos días, eran sus ojos profundos y claros de tanta nieve metida en la mirada, y era entonces después, cuando él seguía a Punta Arenas o a Buenos Aires en su Laté casi de juguete, a una velocidad en que andan hoy los autos en la ruta, y yo rezaba para que amainaran los vientos a su alrededor, para que la inmensidad o la lejanía no lo desconocieran y le jugaran una mala pasada.
A él le gustaban las rubias, siempre me decía, pero se casó con una morena, supe después, una salvadoreña de bellos ojos que venía de un casamiento con un escritor hoy olvidado. Uno nunca termina de conocer a los hombres, ¿no te parece, Fernandito? Claro, le dije, sin saber a qué se refería, pero ahora lo sé, siempre uno sabe tarde las cosas. Me revolvía mi cabello claro y me decía, en su francés champurreado, tú serás mi novia, a ti esperaré si no me desvían las tormentas y si no me mata la guerra, ¿cuál guerra?, la que vendrá, decía, siempre está por venir una, y nosotros los aviadores somos los soldados del futuro, ¿será porque ya no soportamos ver la muerte de cerca?, le preguntaba a mi padre, me decía mi abuela.
Con mi padre, al atardecer, se tomaban un coñac y él conversaba de hazañas antiguas, cuando era piloto de correo en la línea Dakar – Casablanca, o en su estadía en Cabo Juby, en la costa sur de Marruecos, y también de lo que le dejaban sus travesías patagónicas. Yo daba vueltas a su lado, escuchando sus historias sin ser delatada por mi curiosidad, oliendo su perfume a frío de altura, poniéndome las antiparras a sus espaldas para tratar de ver las distancias que él veía en la inmensidad blanca de los atardeceres.
Entonces me mira e insiste desde su invalidez, lo habrás visto, Fernandito, me dice, habrás visto ese lago de bellos reverberos, y yo le digo que sí, sin mirarla a los ojos, y se me vienen a la mente las montañas con sus extremidades negras, ya sin la vestimenta de la nieve, y el viento, el viento aullando en los recovecos de la blancura humillada, rebotando en los roqueríos como una pelota enloquecida, como ánima sin descanso, arremolinado en las quebradas como un cachorro sin madre. Claro que lo vi, le dije, sin añadir que era sólo una ausencia, un fantasma cóncavo de perdida quietud y transparencia.
Tomo aire para renovarme el ánimo, para ser capaz de mentirle y de sonreír, porque arriba en las alturas no había lago, sólo un cauce negro, vacío, monstruoso. Ya no era el lago que había visto Antoine y Henri Guillaumet y su padre setenta años atrás, un día en que decidieron subir a la montaña a ver las cosas de cerca, como decían; ahora eran cinco kilómetros de vacío, rodeado de árboles resecos y basalto negro, como un torso sin vísceras. Era eso y no le que decía el recuerdo de mi abuela: la tierra se bordeaba ahora de una tibieza abyecta, se volvía porosa, un cedazo para sus nobles elementos. Pero mejor me callo y le tiendo mi silencio casamentero a ella, que ahora vive encerrada, sus extremidades para siempre inmóviles, viendo de lejos lo que hay en sus recuerdos, ay tan infinitamente puros y nevados, y ya no lo que languidece, en este comienzo de hervor planetario, delante de nuestras miradas.
Y entonces viene la ansiedad que yo temo, ¿y las iniciales?, me pregunta con delicada coquetería, y el corazón prometido ¿están allí, Fernandito?, claro que están, le digo, están allí y se reflejan en las aguas, abuela, una A inmensa, arriba del corazón, y una D enorme abajo, donde el corazón se va angostando, más cerca del espejo de las aguas. Y ella, mi abuela, sonríe, y yo también sonrío, feliz porque ella se ha puesto feliz, pero luego me pongo serio otra vez, muy discretamente serio otra vez, para que ella no se dé cuenta, y recuerdo las iniciales y el corazón que verdaderamente vi, el enorme corazón que ya no se refleja en las aguas, porque ya no hay lago, se lo ha chupado la tierra, y la nieve ya no toca sus riberas resecas, y recuerdo también la T de Tonio (así le decía su esposa) y la C de Consuelo, de Consuelo Suncín, la rosa exaltada de El principito, la morocha salvadoreña a la que Antoine le pidió un beso en pleno vuelo, sobre el Río de la Plata, amenazando con estrellarse si no se lo daba, y con quien se casaría tiempo después, y no la D de Delia, mi abuela dulcemente nostálgica, no su pequeñito nombre enamorado, dueña ya sin embargo de aquel regalo más grande que el cielo: su amor dormido bajo su otro amor, el de mi dulce abuelo, en tiempos en que el frío tenía otro perfume y también otro color y la lejanía y la soledad se prendían de los sueños de Antoine Saint-Exupéry como de un imán invisible y tardaban un tiempo de travesías y peligros en devolverlo a la camaradería de los hombres.
De Jorge
(http://1.bp.blogspot.com/_RbJEB0Xivr8/SIksvW3ApEI/AAAAAAAAALw/JZJnvrpxJLI/s400/1208509916_f.jpg)
LOS AMIGOS DE INTERNET, AMIGOS DE VERDAD
Mi amigo don Juan Casanova, el chico caliente, que cree que mi nombre es Mariela Valle pues así me he dado a conocer, me envía imágenes de mujeres y hombres desnudos por e-mail. No sé si es mi amigo, no sé como es su cara, no me acuerdo ni como empecé a intercambiar mensajes con él.
No pasa nada, no son más que cuerpos desnudos, pero mi hermano se horroriza cuando me ve viendo esos mensajes. Yo no soy de ese tipo de personas que necesita el sexo, pero él es mi amigo y también me envía cosas bonitas, mensajes de amistad, sin igual.
Por eso no lo rechazo y le permito que me envíe lo que se le antoje. Yo buscaba pareja en una de estas páginas de Internet en donde te ayudaban a encontrarla, creo que fue así como le conocí, pero le envié mi foto, creo que le gusté. Creo que siente algo por mí, pero no me conquista demasiado bien, pues esas fotos, bueno... yo que sé. Yo ya me perdí como va lo sociedad en estos momentos pues creo que soy un poco diferente, muy puritana. Por eso mi amigo don Juan me integra en ella, y lo mejor no está cerca de mí, no sabe quien soy ni donde vivo.
Tengo otro amigo que se llama Salvador que hace lo mismo, pero a ese chico no me gustaría conocerlo, tiene cara de drogadicto, y eso sólo me traería problemas. A don Juan tampoco le conoceré jamás. Eso es bien cierto... me daría mucha vergüenza. Él sólo será un amigo en la distancia.
Pero no todas las amistades fueron así, conocí a Andy, un italiano que trabaja en el aeropuerto de Madrid y que parece formal. Creo que quiere algo serio conmigo. Eso me da miedo, pues todo tan serio, sin yo quererle de verdad. ¿Ustedes me entienden, no es así?. Además no creo que con nuestros sueldos tuviésemos un bonito futuro... el dinero es, por desgracia, importante en una relación y no lo tenemos. La pena es que los pobres se casan con los pobres y los ricos con los ricos. Deberíamos estar más mezclados, ese sería un signo de que ha existido la libertad y la religión.
En ocasiones me siento culpable de tener amigos malos, pero ver que todos mis conocidos sabían lo que era el sexo y yo no, me ha hecho sentir curiosidad, una curiosidad que quise saciar sin cometer ningún pecado que me llevase al infierno.
Estar en estos mundos me ha hecho ver que la sociedad española y mundial está insana. Hay mucho vicio, pero mucho, no me extraña que haya parejas que no deseen tener hijos.
La vida es así, y a mi no me gusta, algo falla y mucho para que todo vaya en esa triste dirección. Yo no puedo cambiar el rumbo de las cosas, debo seguir mi camino en solitario. Puede que también sea un poco viciosilla aunque no me guste reconocerlo, o puede también que yo sea el producto de mi infelicidad cierta o falsa, en la que creo que me encuentro. También sé que ni don Juan Casanova ni Salvador podrán dármela. ¿Serán ellos felices?, ¿habrán llegado a lo mismo que yo a causa de su infelicidad?... nunca lo sabré, no se lo preguntaré jamás. Lo cierto es que me gusta estar en contacto con ellos, saber de sus vidas, que están vivos... pero jamás desearía tenerlos frente a mí. La verdad dolería demasiado, no quiero nada con ellos, nada que sea serio. Son solamente mi diversión en la distancia.
Me tranquiliza saber que jamás sabrán de mí, pues yo me llamo Magdalena, no Mariela. Me hace bien pensar que ellos creen que soy como todos o casi todos, una mujer que quiere sexo, aventuras, diversión y vicio, en definitiva, vicio... si supieran que jamás sería capaz de dar el paso para convertirme en un ser así... entonces quizá me darían la espalda. Yo también se las daría a ellos por ser lo que fueron, por su atrevimiento para conmigo.
Cuando toque a despedirnos sólo os quedará el decirnos chao, hasta luego o adiós. No debe haber malos sentimientos ni ningún sabor amargo. Es la realidad la que nos une y nos desune, la que nos golpea con sus olas contra las piedras y hace que nos rompamos la cabeza, pero no debemos hacerlo pensando en lo malo de la despedida, sino en lo mucho que hemos aprendido los unos de los otros, de lo bien que hemos sabido comunicarnos. Sólo así nos marcharemos con una sonrisa, aunque no volvamos a vernos.
Marcos así me lo hizo saber cuando me ha dicho adiós... Él quería ser algo para mí, pero yo no lo quería en serio, no lo veía como el hombre al lado del cual desearía envejecer. Eso me pasaba a mí con él... que si no ya llevaría años a su lado.
Él era fantástico, era abogado, tenía un buen empleo, pero no era tampoco de los que se hacían ricos con su trabajo, era como yo, simplemente así.
Marcos naciera en Xavestre , en una casita de aldea, era casi un campesino, pero con estudios, muchas veces fue recoger las patatas, la hierba seca, ha conducido el tractos, en fin... era un hombre de campo.
Marcos no fue el mejor alumno en la escuela, pero siempre aprobaba, siempre avanzaba en sus estudios... siempre decía que simplemente quería aprobar, no gastarse el cerebro demasiado. Estudió leyes porque amaba la justicia, la investigación judicial, el espionaje, la vida detectivesca, en fin el riesgo, saber de los delincuentes, aplicarles un castigo, jamás sería abogado del diablo, es decir, jamás defendería a criminales, asesinos, drogadictos... sólo a la gente honrada, a las víctimas del terrorismo.
Él me invitaba a tomar café, tomaba mis manos entre las suyas y con sus ojos me lo decía todo: ME AMABA DE VERDAD.
Lamento no haber podido corresponderle como se merecía pues era un hombre bueno, y a saber con quien voy a acabar mis días... lo que más hubiese deseado es que fuese con él. Que hubiese sabido lo que era el amor junto a él. Pero no fue así y no debo romperme más la cabeza pensando.
Lo último que sé de él es que se irá de este país, por motivos de trabajo y no sé cuando regresará ni si volveré a verle.
Marcos amaba las plantas y las flores, sobretodo las orquídeas. Decía que le daban suerte en la vida... una suerte que necesitaba, pero que no tuvo conmigo... aun así, sé que no las apartó de su vida. Por eso le admiro, es capaz de superar cualquier obstáculo y seguir con los que considera fieles, como en este caso, las orquídeas. Sé que le costó olvidarse de mí, pero también sé que lo logrará con éxito.
No sé si me escribirá o me enterrará para siempre en sus sueños, así que debo olvidarle. Debo dejar de soñar en que algún día le querré, el tiempo ya pasó y las cosas no fueron de la mejor manera... sigo sin conocer el amor...
La soledad aflora y me siento como un pétalo de rosa que sobre la tierra se seca.
He comido un gran trozo de mango, estaba riquísimo. Mamá se quedó comiendo lo que quedaba. Mamá quiere adelgazar, pero le gusta mucho comer, en esta ocasión se ha salido nuevamente del régimen.
La vida es así... es un pena que las cosas no sean más maravillosas, que no se nos muestre la buena cara de loas cosas que nos rodean. Es como si estuviésemos destinados al caos, a una muerte sin perdón, pero yo reniego de ella. Soy fuerte y quiero seguir viviendo. Quiero salir adelante, incluso con mis malas relaciones, mis miedos y mis fracasos.
En Internet conocí a un chico que me gustó. Es francés, pero me empezó a enviar imágenes de parejas en la cama y tuve que dejarle. Yo no quiero eso. Yo quiero encontrar al amor de mi vida. No a un sinvergüenza que busca amantes de todas las razas y clases. A él terminaré olvidándole.
Ahora estoy aquí en mi sala, contemplando mis cuadros, los pinté al óleo, sin haber recibido ninguna clase de cómo hacerlo. Fue mi manera de pasar el tiempo en una época en que me sentía muy angustiada. Les puse nombres como: buen rumbo al sol, imán positivo, el florero de la suerte, Dios en mi, flores azules, pensamientos positivos... como se ve fui muy optimista en la elección de los nombres de mis cuadros.
No soy una buena pintora, contemplándolos sólo se me ocurre decir que debo dedicarme a otra cosa, o bien, estudiar pintura. Siempre me gustó el arte, cuando viajé a Roma estaba en mi salsa, no me cansaba de observarlo todo con sumo detalle. Roma es preciosa, estuve en un hotel barato y no gasté demasiado. Conocí muchas obras artísticas que había estudiado en los libros cuando era pequeña. Me gustaría vivir allí uno o dos años, pero necesitaría encontrarme un empleo pues no soy millonaria.
La vida debería ser más poesía de lo que es, yo no debería ser vista como inferior, sino como igual. Considero, sin embargo, que no por ser yo, soy buena persona. Yo soy quien debo ser nada más, ser bueno o malo ya es algo aparte. Por eso estoy horrorizada ante la sociedad de mi tiempo, por eso me siento diferente, aunque no puedo decir que sea buena, Dios mío, ellos ¿qué tipo de personas son?...Sé que algún día todo esto de lo que hablo será criticado... seré de nuevo un papel en a basura, esto no será, sin embargo, más que una nueva muestra de su ignorancia.
¿Qué guardará Dios para mí?, ¿querrá ofrecerme con algún detalle?, ¿sentirá algo más por mí que pensar que soy un conjunto más de almas metidas en un cuerpo...
¿Qué será de mis obras, de mis trabajos?, ¿qué será de mi cuando ya no esté sobre la faz de la tierra?, ¿qué pensarán de mí en el futuro?...
Me esforzado en demostrar que soy una persona normal, pero, todo lo que tengo a la vuelta quiere verme como algo extraño... todos me rodean con sus lanzas de africanos que desean cocinar al hombre blanco... Yo no deseo que nadie me coma. Yo no soy para comer... desearía que no lo fuese ningún ser vivo del planeta, lo deseo en serio.
Me gusta escribir, poner letra a letra, lo llevo dentro, como si ya lo hubiese hecho cientos de veces, sé que tengo algunos errores ortográficos, pero por lo menos lo sé y me confieso culpable de ello.
Los días pasan y voy viendo que tengo menos tiempo hacia delante que hacia atrás... Los días pasan y sigo pensando ¿por qué yo soy yo?, ¿por qué me hago tantas preguntas?, ¿por qué ya no me gusta mirarme en el espejo?, ¿por qué hay tanta gente malvada?, ¿por qué a esa gente malvada le irá tan bien y a mi tan mal?...
Mis amigos, mis amigos, mis amigos de Internet...
No sé si fracasaré... mis amigos, mis amigos, que jamás olvidaré...
No sé aun si tener un trabajo me costará
el haber hablado con ellos en medio de mi tempestad.
Vaya cuento que he contado, pero lo he necesitado,
Dios es testigo de lo que he padecido,
Y ellos con sus risas y sus vicios,
fueron una gota de aire fresco en mis mejillas...
Vaya, vaya, con que cosas he salido...
vaya amigos que por donde paso se meten conmigo.
Viva la locura de que siendo diferentes criaturas,
nos podemos llegar a besar.
Viva el arte, la escultura, viva poder pintar bonitas criaturas.
Viva la ciencia que estudia anatomía...
viva el salero, la atracción física, la química...
pero sobretodo:
VIVA LA AMISTAD, VIVA EL PODERLO CONTAR,
VIVA LA LIBERTAD.
Bolboreta branca (Aurora Valera)
(http://img195.imageshack.us/img195/6877/portadaaborto.jpg)
LA PRISIÓN
A Marta Gómez le habían dicho desde pequeña que su principal cometido en la vida era obedecer y callar. Su madre fue una mujer sumisa y ella aprendió a serlo también.
La primera vez que él le golpeó pensó que aquello no le había ocurrido, pero al mirarse en el espejo, éste le devolvió la cruda realidad. Tenía el labio inferior partido, los ojos amoratados, el lado derecho de su cara hinchado por los brutales golpes... Su esposo lloró arrepentido, le juró que nunca más volvería a hacerlo. Le echó la culpa a la pérdida del trabajo, a la mala suerte que constantemente le perseguía, a los chatos de vino que se había tomado en la taberna... Y ella le perdonó.
Semanas después, Juan Ramírez rompió su promesa. La cena no estaba a su gusto y arremetió contra su esposa sin importarle los gritos de los niños ni las súplicas de Marta. Desde entonces, la convivencia se convirtió en una prisión para ella. Soportó las humillaciones, los insultos, las palizas... Se hizo una experta en ocultar los cardenales tras una máscara de maquillaje, a sonreír cuando solamente deseaba llorar, a disimular delante de los vecinos cuando se los encontraba en el ascensor..., todo por sus pequeños y porque no tenía a donde ir.
Marta se había casado muy joven y él no le había permitido seguir estudiando. Decía que una mujer no necesitaba saber nada más que las cuatro reglas para llevar su hogar, lo demás eran "absurdas tonterías que únicamente servían para enredar a una pareja". Resignada calló y acató sus órdenes. Ahora, se arrepentía de no haber proseguido con su formación... Los hijos vinieron uno tras otro y Marta apenas tuvo tiempo para sí misma. Andrea, Carlota y David acaparaban todas las horas del día, así que perdió las pocas amistades de la juventud, engordó considerablemente y únicamente salía a la calle para realizar las compras y para llevar y recoger a los niños del colegio. Él le tenía prohibido entablar conversación con las vecinas del rellano, a las que denominaba despectivamente "cotorras".
Marta se sentía muy sola, enclaustrada entre las cuatro paredes de su hogar, sin poder charlar con nadie y convertida en la esclava de "un marido ejemplar" de cara a la galería, pero que se transfiguraba en una bestia cada vez que le llevaban la contraria. Juan siempre había sido un hombre celoso y chapado a la antigua; sin embargo, en aquellos meses su carácter se había agriado y además el alcohol dominaba actualmente sus modales. De los improperios diarios pasó al maltrato físico, sin importante las consecuencias de sus actos...
Una de esas tristes mañanas, se levantó como siempre a las siete en punto. Puso la lavadora y luego preparó el desayuno escuchando las noticias de la radio. La locutora relataba, con la voz entrecortada, los sucesos que habían ocasionado la última muerte por violencia machista. Marta lloró mientras untaba las tostadas con mantequilla y tomaba el café a pequeños sorbos.
-¿Por qué lloras? –le preguntó Juan atusándose el revuelto cabello.
-Han asesinado a una mujer... Su marido...
-Algo habrá hecho... A vosotras hay que teneros atadas, si no os desbocáis como los caballos... -Rió con sorna-. ¡Déjate de cursiladas y prepárame el desayuno! ¡Espabila, Martita, que después no tienes tiempos de nada!
Los labios de ella temblaron al oír aquel comentario. Quiso rebatir la hiriente comparación, pero ningún vocablo brotó de su garganta. El miedo a sufrir un nuevo castigo la obligó a enmudecer y a ser otra vez una sombra gris. Por la noche las pesadillas regresaron...
En la escuela se habían dado cuenta de la extraña conducta que últimamente exteriorizaban los hermanos Ramírez. Andrea, Carlota y David parecían cohibidos, apenas se relacionaban con sus compañeros de clase, cada vez que escuchaban una voz subida de tono se echaban a temblar... Y, sobre todo, lo que les puso en alerta fueron los dibujos que las niñas habían hecho cuando se celebró el día de la familia. Un gran monstruo golpeaba a la madre que, ensangrentada, se llevaba los brazos a la cabeza y ellas se tapaban los oídos mientras se escondían debajo de una mesa... Así que decidieron avisar a los padres; sin embargo, fue Marta la que acudió a la cita. Su nerviosismo era patente cuando Patricia Fernández, la sicóloga del centro escolar, la instó a que se sentara. Habló tras sonreírle:
-Me llamo Patricia, señora Gómez, y los profesores de sus hijos están muy preocupados por ellos. Piensan y yo también que les sucede algo muy grave...
Marta la miró asustada.
-Mis niños no...
-Perdone si soy demasiado clara, pero sé lo que está sucediendo en su casa y tenemos que actuar antes de que ocurra una desgracia...
La sicóloga le entregó varias hojas que Marta cogió trémula. Ésta se derrumbó al ver aquellos inocentes y a la vez terribles dibujos en los que sus pequeñas reflejaban sus miedos y la agonía que estaban viviendo. Gimió sin poder contener las lágrimas. Patricia Fernández la abrazó afectuosa y dejó que llorara durante minutos. Luego dijo:
-Tiene que denunciarle, señora Gómez. Usted no puede permitir que le vuelva a poner la mano encima ni tampoco que los pequeños sufran más...
-¿Y qué va a ser de nosotros? Yo no he trabajado nunca, sólo tengo el Graduado Escolar y...
-Permíteme tutearte, Marta. –Ella asintió sonándose la nariz con el pañuelo de papel-. Yo colaboro con el Instituto de la Mujer y sé lo difícil que es esta situación, pero si le dejas, serás libre.
-Me matará...
-No, nosotros te apoyaremos y no permitiremos que se acerque a vosotros. Me comprometo a ello, Marta. ¿Te imaginas una vida sin golpes, lejos del horror y viviendo por ti y por tus hijos? Si lo haces, tu valentía ayudará a muchas otras que sufren lo mismo que tú y que no se atreven a romper las cadenas que las atan a esos terroristas de la violencia...
Marta suspiró y tras unos minutos de atronador silencio, levantó la cabeza y le preguntó:
-¿Qué tengo que hacer?
Patricia le apretó con firmeza la mano y sonriente comenzó a narrarle los pasos que seguirían para salir de la prisión en la que se hallaba. Tres años después, Marta residía en otra ciudad. Sus hijos reían nuevamente y eran muy felices. Había terminado los estudios que había dejado en el pasado y se había colocado en una Fundación donde favorecía a otras mujeres que soportaban abusos. Había recuperado la silueta de antaño. Tenía ilusiones, proyectos, esperanza... Y había encontrado en Patricia Fernández a la amiga a la que contaba todos sus sueños.
María José Domínguez
(http://www.acepto.net/upload/wimgs/img_articulos/traje_de_novio.jpg)
UNA CUESTIÓN DE CONFIANZA.
Tenía ganas de casarme pero la crisis había llegado a mi vida, y entre las dichosas florecitas, los horrorosos detalles para los invitados que siempre acaban en el fondo de un cajón y la señal que tuve que dejar en el restaurante cuando llegó el temido momento de comprar el traje apenas me quedaba dinero, así que siguiendo los consejos de mi amigo Nicolás, que sabe mucho de economía domestica, decidí comprar el susodicho en una tienda de segunda mano. Ésta estaba en un local muy grande por donde podías deambular a tus anchas y me gustó porque siempre me han agobiado las tiendas donde la chica monísima te pregunta si necesitas ayuda y acabas llevando algo que no te hacía ninguna falta. Apenas llevaba unos minutos buscando cuando vi el traje que necesitaba. Era muy elegante y parecía que estaba sin estrenar pues aun colgaban las etiquetas de la tienda. Una voz a mis espaldas me dijo que debía probármelo porque parecía de mi estilo. Al girarme pude ver a un chico de mi edad que sonriendo me dijo aprovechase la oportunidad de casarme y que luchase para ser feliz. La verdad es que me agobié un poco porque parecía el típico plomo que no tiene otra cosa que hacer en la vida y se dedica a incordiar a los que estamos ocupados de verdad. Sin hacerle mucho caso me probé la ropa, y he de decir que me sentaba como un guante. Al salir del probador vi que estaba esperándome y empezó a hablarme con gran familiaridad;
-Tienes mucha suerte de casarte, no todos somos tan afortunados. ¿Llevas mucho tiempo con tu novia? - me preguntó mirándome fijamente.
-La verdad es que llevo toda la vida – respondí preguntándome por qué le contaba mis cosas a un extraño – no recuerdo mi vida sin ella.
-Entonces debes ser feliz con ella – continuó el joven – ten confianza y disfruta de este día. Llevas el mejor traje para ello, además fue comprado por un novio que tenía la gran ilusión de ser feliz.
- ¿Y tú como lo sabes? – pregunté desconfiado – Esta tienda es de ropa usada.
-Bueno, debo hacerte una confesión. En realidad ese traje era mío – me dice casi en un susurro – en el último minuto mi boda se suspendió y ya no fue necesario.
Me quedé muy sorprendido ante semejante casualidad, y sin saber que decir entré de nuevo en el probador para quitarme el traje. Y al salir ya no vi a mi nuevo amigo por ningún lado así que fui a caja a pagar. Mientras me lo empaquetaban pregunté a la cajera si sabían porque no se había casado el dueño del traje, y ellas, mirándose de reojo, dijeron que no sabían información personal.
-¿ Por qué no le has dicho que se suicidó la noche antes de la boda porque creyó que su novia le engañaba y resultó ser mentira?- preguntó una cajera a su compañera.
- Porque creería que el traje da mala suerte y no se lo habría llevado.
Genma
REACCIONAR A TIEMPO
¡ Se acabó!– pensé al sentir el impacto del coche contra la pared del túnel. No entendía por qué se me había ido así el coche , aunque tal vez se debiese a que estaba abstraída en mis pensamientos, necesitaba decidir lo que iba a hacer con mi vida y no podía demorarlo más. Tras comprobar que estaba bien me bajé del coche y me llevé las manos a la cabeza al comprobar los destrozos, toda la parte delantera era un amasijo de hierro inservible, una nueva desgracia que sumar a mi ya triste y destrozada vida. Decidí buscar un poste SOS, pues el móvil no tenía cobertura, así que me puse a caminar bien pegada al arcén por si acaso, pues últimamente tenía muy mala suerte. Después de caminar un poco llegué a un tramo que estaba sin iluminar, por algún motivo las luces estaban apagadas y tuve que ir tanteando para ver porque en aquel momento no pasaba ningún coche. Aun hoy me pregunto como la vi, pero lo cierto es que en la cuneta y casi cubierta por el barro y la basura acumulada asomaba una figura que parecía humana. Al observar detenidamente vi que estaba tendida boca arriba y sus ojos sin vida me miraban con ironía, riéndose de mis preocupaciones por nimiedades mientras ella yacía esperando que alguien la sacara de allí, aunque fuese tarde no quería seguir sintiendo el frío y la soledad de túnel. Como pude llegué al teléfono de ayuda y expliqué lo sucedido. Cuando llegó la policía aquello fue un caos. Acordonaron toda la zona y empezaron a buscar pistas cual Sherlock Holmes, y yo tuve que estar al frío, con el coche estropeado contestando mil preguntas que no conducían a ningún lado y de las que yo no tenía las respuestas. Cuando por fin levantaron el cadáver se me cayó el alma a los pies. En la penumbra yo no había apreciado a quien pertenecían esos ojos fríos pero soñadores, pero ahora podía ver claramente que era una chica joven, con toda la vida por delante y que se dejó matar entre barro y miseria. Junto al cadáver había una guitarra, y yo me imaginé que había sido su compañera de viaje, su fiel amiga que no la había podido defender en el último momento. Mientras me llevaba un hotel en el coche de policía mis pensamientos eran como un río revuelto en el que las aguas turbias predominaban, llenando de oscuridad las pocas aguas claras que pudiera haber. No sé por qué me resultaba tan difícil alejarme de mis problemas, olvidarme de una persona que jamás me había dado nada bueno y me había impedido realizar mis sueños. Recordé el día que me había quitado la guitarra y había quemado mis partituras, o las veces que me impedía ir a los sitios que yo había planeado, al principio fingía que nos había surgido algo ineludible, pero al final ya le daba igual, yo era su prisionera. Tenía que enfrentarme y dejar de huir, porque si no, estaría toda mi vida huyendo y yo no había hecho nada malo, no me lo merecía. Ese día los periódicos hablaban largamente sobre el caso y así me pude enterar un poco, porque la policía no me decía nada. La chica se llamaba Estrella, y tenía 23 años. Su familia no sabía nada de ella, pues seis meses antes se había ido a vivir con su novio y en ese tiempo habían mantenido muy poco contacto. Sus padres decían que era por culpa del novio, pues ella era una chica muy familiar y siempre estaba pendiente de los suyos. Apenas contaban nada más excepto que tocaba la guitarra y cantaba, pero lo había dejado al irse a vivir con su novio. En ese momento, justo en ese momento, supe lo que tenía que hacer. No podía tirar mi vida como había hecho Estrella. Yo necesitaba ayuda y la iba a pedir. No podía dejar que mi orgullo me impidiera salir de una situación que me estaba costando la vida, que me estaba convirtiendo en un despojo humano. Sin pensármelo dos veces llamé a casa. Ese mismo día mi padre vino a buscarme con su coche, pero en lugar de llevarme a casa, fuimos a dejarle a él las cosas claras. Lo cierto es que fue horrible, gritos, chantaje, súplicas y amenazas. En el momento en que vio que me había perdido ya no sabía a que recurrir, pero me mantuve firme y pude cerrar de una vez una puerta que no conducía a ninguna parte, o quizás si, al infierno. Los primeros meses que pasé en casa de mis padres fueron una especie de reencuentro conmigo misma. Al principio no podía evitar sentir una tristeza que se apoderaba de mí y que me impedía seguir viviendo, pero poco a poco la vida pone cada cosa en su sitio y yo volví a ser la que era.
Una mañana, justo a la hora de desayunar, mi madre me trajo el periódico. Yo estaba nerviosa porque esa noche iba a tocar con un grupo y después de tanto tiempo el miedo estaba empezando a superarme. La verdad es que apenas estaba prestando atención a las noticias cuando vi una foto de Estrella. Me sorprendió porque hacía tiempo que no sabía nada del caso, ya que el único sospechoso era su novio y por lo visto tenía una coartada para el día de su muerte. Al leer la noticia me quedé helada. Al parecer la policía había encontrado una colilla que contenía su ADN, y eso le situaba en el lugar del crimen, además habían registrado su domicilio y tenía ropa manchada con sangre de la víctima. La coartada que tenía se la proporcionaba una chica que al final acabó confesando que era falsa, él le había pagado para que mintiese y cuando la policía empezó a apretarle las clavijas ella se asustó y confesó. Aunque ya era demasiado tarde para Estrella al menos su familia sabía que su asesino estaba entre rejas y lucharían para que se hiciera justicia. Esa noche después del concierto cogí mi coche y volví al lugar donde había abierto los ojos después de mucho tiempo. Aparqué el coche a un lado y deposité en el suelo el ramo de flores que me habían dado al acabar la actuación. Lo dejé justo en el sitio donde la había encontrado, en ese túnel de los sueños rotos donde mi propio alter ego había pagado un precio demasiado alto por haber sido incapaz de plantar cara a su asesino y había dejado que le arrebataran su futuro. Con los ojos cerrados di las gracias por haber sabido reaccionar a tiempo.
Genma
(http://www.mercadolibre.com.ve/jm/img?s=MLV&f=11427681_8934.jpg&v=P)
SUCEDIÓ EN VERANO
Siempre que se va acercando el verano, tan deseado por la inmensa mayoría de personas,
yo comienzo a sentir que me invade la tristeza, que la melancolía se instala en mi alma
y que ya no me abandonara hasta que el romántico otoño comience a ser incipiente. Toda
esta tristeza me viene a "visitar" año tras año desde hace veinte. Ahora a mis cuarenta
y cinco años, la vida ha dejado de tener sentido para mi. Sentada en la terraza del café
"Colon" que regenta mi buen amigo Miguel desde que casi un crío, observo a la gente
que pasea por el estupendo paseo marítimo aprovechando el calor reinante de estos ul-
timos días del mes de mayo, y al menos logro estar entretenida y más animada. De re-
pente escucho a mi lado, la llamada angustiosa de alguien, una mujer joven parece ser
que llama a un niño.
- ¡ Mario!, ¿Dónde estás hijo?, Mario, Mario hijo, por favor, sal de donde estés,
que últimamente te ha dado por esconderte, aquí no te escondas Mario por favor
sal de donde quiera que te encuentres ya.
Echo una mirada a mi alrededor para localizar a la angustiada madre, cuando me giro,
la veo asomada medio cuerpo fuera de la barandilla, frente a donde yo estoy sentada, en
pleno paseo marítimo. La angustiada madre esta a punto de llorar, busca a su hijo con
desesperación, de repente yo me comienzo a encontrar mal, un sudor frío me recorre la
espalda y estoy a punto de caer mareada, los recuerdos se arremolinan en mi mente.
Me siento apoyando la cabeza contra una columna que sostiene la preciosa terraza
acristalada del café Colón que es donde se ubica el salón de invierno y que es un
rincón en el cual me siento siempre muy a gusto, y cierro los ojos. Ante mí, un extraño
sopor comienza a invadirme, me veo a mi misma levantada escuchando las múltiples pe-
ticiones que me hace insistentemente mi adorado hijo Mario que acaba de cumplir dos
años y es todo un pequeño portento, anda habla y comprende todo a la perfección a
esa corta edad. Mario acaba de llegar de casa tras su siesta diaria, lleno de fuerza y
ganas de jugar ininterrumpìdamente, ¡le quiero tanto!, me pide de todo lo que ve, que le
compre un helado, que le baje a la playa para jugar en la arena y quiere además jugar
con su nuevo regalo, una pequeña bicicleta que tiene adosadas dos rueditas laterales para
poder tener la completa seguridad de que no se caerá, regalo de su padrino Miguel, este
señor joven aun que regenta este atiborrado café Colón, yo contemplo orgullosa la belleza
Espectacular de mi hijo, grande para su edad, de cabello oscuro y ojos negros y vivos
llenos de brillo que parecen estrellas. Aquel caluroso domingo de mediados de agosto
este pueblo estaba que rompía de gente, siempre se han acercado hasta aquí muchos turistas
debido a sus magnificas playas alrededor del núcleo urbano, una naturaleza espectacular de
monte y ríos que nos rodean y la espléndida gastronomía, por lo que los veranos aquí son
muy animados. Yo pensé en que bajaría a la playa con Mario, que jugase en la arena para
después intentar mojarle un poco en el mar, que siempre hace bien y más tarde iríamos
a tomar un helado. Estuvimos jugando en la playa dos horas sin cesar, Mario corría de
un lado para otro incansable acarreando agua con su caldero, dando patadas a la pelota y
a continuación, mojarse algo en el mar no sin cierta resistencia por su parte, por que las
olas fuertes e incesantes siempre le daban algo de temor, y yo no insistía demasiado. Tras
aquellos juegos y la estancia en la playa, decidí subir por que Mario estaba sudado, había
estado tan activo que ahora estaba empapado de sudor yo temía que se resfriase con la
fresca brisa del atardecer que siempre salía arrastrada por las corrientes marítimas. Como
pude, logre convencerle diciéndole que a pesar de mis temores, le compraría un helado, uno
que fuese "grande, grande, grande" me suplicaba juntando sus manos doradas por el sol
en posición de rezo, subimos ambos llevando yo la pesada bolsa con todo su "equipo"
playero, una bolsa plastificada llena de palas calderos etc. y en la otra mano, la bicicleta
recién estrenada, apoye en un banco de los muchos que hay diseminados a lo largo de
todo el paseo marítimo, y me dispuse a asear un poco a Mario. El niño permanecía a mi lado
mientras yo le distraía unos minutos mientras me afanaba en buscar en el fondo de la
bolsa, una sudadera azul clarita de algodón para ponérsela de inmediato antes de que
se resfriara. Segundos más tarde, con la sudadera en la mano, me dispuse a vestir a Mario.
Pero Mario no estaba junto a mi, me levanté y miré a mi alrededor,¡nada!, Mario no estaba
junto a mí. Alarmada busqué con la mirada entre la maraña de gente que caminaba arriba
y abajo rozàndome con su presencia. En aquel momento el paseo estaba a reventar de
gente, no me gustaba nada aquella cuestion,¿dónde estaba Mario?, Mario, Mario hijo, ¿dónde
estás.? No te escondas por ahí, vámonos a por el helado más grande del mundo Mario.
Yo veía que Mario no estaba junto a mí, pero yo comenzaba a tener tal desesperación
que creía verle a mi lado una y mil veces,. Minutos más tarde la alarma se extendió y
muchas otras voces más potentes que la mía, comenzaron a llamar a Mario, pero Mario
estaba ya muy lejos. Aquella misma noche, las batidas fueron intensas, se pateo el mar y
los acantilados limítrofes, las cuevas los prados los ríos y todo el entorno, fuimos a la
televisión, a la radio y a los más afamados diarios de prensa, mi marido Elías y yo, pero
todo fue en vano. Un mes más tarde, yo envejecida y sin ganas de vivir, escuché un
argumento de un especialista en materia de desapariciones infantiles y me dio una razón
y una posibilidad que no descartamos. Mario, mi hijo era un hermoso niño, criado ya y
sano, visto una y mil veces en nuestro pueblo siempre lleno de gente, por gentes extrañas
sin saber cuales pueden llegar a ser sus pensamientos, y sus ideas fueron la de llevárselo,
lejos, con una familia que le vio y le quiso tener. Mario jamás apareció, y yo sé que
aquella opinión del especialista que desde hace unos meses ya jubilado, está ofreciendo
sus servicios en el caso de Madelaine, la niñita inglesa desaparecida en el Algarve, es cierta.
Me da la impresión de que así es, Mario jamás regresará, alquien se lo llevó y ahora él
vive en una familia que estoy segura le quiere, pero yo desde aquella tarde, deje de vivir.
Abrí los ojos al sentir que las voces desgarradas de la joven madre, habían cesado, me
fijé y la vi fuertemente abrazada al pequeño, éste se había despistado, ahora ambos iban por
el paseo felices de nuevo. Miguel se acerca a mi con gesto serio, desde que me ocurrió la
terrible desgracia de lo de mi hijo, mi matrimonio se rompió, era demasiado sufrimiento, yo
no podía vivir, siempre me estaba echando la culpa de lo ocurrido y el divorcio fue lo
mejor ante mi situación, la soledad me embargaba pero yo la asumía como penitencia
ante lo que yo aun sigo creyendo. Fue un error gravísimo que tuve, pero Miguel siempre
está cerca, me ayuda cuando lo necesito y me gusta sentir que alguien me ve como a una
persona.
- Tienes mal aspecto, ¿te traigo un té?, té hará bien.
- No gracias, es solo que me había vuelto un pensamiento del pasado.
- El pasado, pasado está, sigue ahí, mira al presente que te vendrá bien. Te recojo en
media hora que tengo algo de tiempo libre y damos un paseo, ¿vale?.
esperaré a que Miguel me recoja, ¡tal vez éste pueda llegar a ser un verano nuevo en
mi vida!, tal vez, este pueda ser el inicio de una vieja amistad como rezaba la película de
Bogart al final.
Mª Esther Lopez
(http://www.vopus.org/es/images/articles/superhombre.jpg)
Héroes
Atardecía y el sol lanzaba guiños ladeados a través de las nubes que los cristales polarizados tamizaban, convirtiéndolo en un espectáculo de luz esquiva. Apartó la vista indiferente a lo que había más allá del cristal, en realidad estaba concentrada en su propio reflejo que iba y venía conforme bailaba la luz del exterior. Esa desconocida que devolvía su mirada escudriñadora, no era otra que ella por mucho que le pesara... y le pesaba. Se volvió hacia el interior de la gran sala en busca del reloj que colgaba del techo. Frunció el ceño intentando descifrar la hora a partir de la posición de las grandes saetas. Recordó que debía ignorar la más rápida de las tres, los segundos no cuentan. De las otras dos, una señalaba la hora ¿cuál? Sí, eso era: la más corta. Y la larga indicaba los minutos. ¿O era al revés? Hizo un gesto impaciente añorando su unidad portátil de IA, siempre se la retiraban antes de... No importaba, no podía faltar mucho para el aterrizaje.
Fijó la mirada en las mesas sobre las que se esparcían periódicos con fotos a todo color. Estaban hechos de papel auténtico. Los acarició con suavidad, como hacía siempre. El tacto era extraño, agradable.
En todas las portadas aparecía la misma imagen, la de un rostro enjuto de pómulos prominentes y mirada perspicaz. Bajo la foto, una leyenda. Rezaba lo de siempre, sólo variaba el nombre:
VUELVE EL HÉROETras su misión de un año, el comandante Santos...No siguió leyendo, se lo sabía de memoria y era prácticamente todo mentira, tan falso como ella.
Respiró profundamente intentando controlar el creciente nerviosismo que mariposeaba en su interior. Siempre le ocurría lo mismo. Llevaba unas cuantos citas a la espalda y ya debería estar acostumbrada, pero el desasosiego era un compañero fiel que no le fallaba cuando el momento era inminente. De pronto echó a andar con decisión dirigiéndose al bar que había en el centro exacto de la sala de espera. Los tacones repiqueteaban inseguros sobre las baldosas de la inmensa estancia levantando ecos que la hicieron maldecir su calzado.
Al otro lado de la barra, Mel – el otro ocupante de la gran sala- la observaba con una sonrisa entre admirativa y cínica.
Cuando llegó hasta él, se dejó caer con un suspiro sobre uno de los taburetes que coreaban la barra semicircular.
—Estos zapatos me están matando— gruñó apartando la larga melena castaña del rostro.
—¿Nerviosa? Vamos, cielo, no es precisamente tu primera cita.
—Ponme una— masculló ella, ignorando el comentario.
—Sabes que no deberías— la reconvino con suavidad. —Si estoy aquí es por ellos y...
—No te he pedido consejo, ponme una y cierra el pico. ****, Mel, lo necesito—añadió con tono más suave.
Él se encogió de hombros y volviéndose hacia el estante que tenía detrás, tomó una botella llena de un líquido ambarino. Le sirvió una copa que ella vació de un trago, luego la dejó de golpe sobre la barra.
—Otra.
Mel abrió la boca para cerrarla de inmediato. Le puso otro trago que siguió al primero con la misma presteza. Cuando golpeó de nuevo la barra, el barman colocó la botella en su sitio negando con la cabeza.
—No te serviré otro, cielo— dijo con firmeza. —Te pongas como te pongas.
Por unos instantes, él temió que le arrojara la copa a la cabeza, pero tras lanzarle una mirada fulminante, suspiró hundiendo la cara entre las manos. Los sollozos eran casi inaudibles, profundos y desesperados.
—¿Se puede saber qué te ocurre, cielo?
Ella levantó la cabeza, tenía las mejillas surcadas de lágrimas y restos de maquillaje.
—Maldita sea, Mel, cada vez lo llevo peor. Me siento sucia vendiéndome así.
—Vamos, vamos, si no fuera por ti y tus compañeras, ¿qué sería de ellos? Los necesitamos, cielo. ¿Tengo que recordarte la importancia que tiene todo este asunto? Sabes perfectamente de dónde vienen, no creo que sea mucho pedir ofrecerles algo de compañía a su vuelta.
—Lo sé, lo sé— contestó ella. —Viajan a años luz para mantener la estabilidad de las supercuerdas esas del demonio. Impiden que el Universo se contraiga—. Calló pensativa, los consideraban héroes, prácticamente semidioses, con un aura divina que los había convertido en seres legendarios para la mayor parte de la población. Pero eran reales, oh sí, muy reales.
—Es sólo que no creo que esté bien. Soy una farsante que se viste y maquilla para dar unas horas de placer a esos desgraciados antes de que vuelvan de nuevo al espacio, para que nosotros podamos seguir con nuestras vidas.
Mel se inclinó por encima de la barra cogiéndola de los hombros con suavidad.
—Cielo, ¿cómo puedes llamarles desgraciados? Son héroes, los más grandes que ha habido jamás.
Ella negó con la cabeza. —Se pasan la vida ahí fuera a años luz de su hogar y cuando vuelven les hacemos creer que todo sigue igual, que sus naves llevan un compensador que les permite eludir la ley de la relatividad... Pero el mundo de sus recuerdos no es más que polvo. Tú no estás con ellos, no ves la desesperación de sus miradas.
—Sabes que darán con la solución, dicen que pronto no será necesario que vuelvan al espacio— Mel vaciló unos instantes. —Entonces podrán quedarse, disfrutar de sus vidas.
—Tú no has visto la desesperación en sus miradas— repitió ella con ferocidad. —Daría igual que me disfrazara de payaso, aun así sería la esposa, la novia, la hija que han dejado atrás, y lo sería porque necesitan creer que su mundo todavía existe. Todo esto— abrió los brazos abarcando la sala vacía a excepción de ellos dos. —Todo esto no les engaña ni por un instante pero ¿tienes idea de lo que les ocurriría si se admitieran a ellos mismos que hace cientos de años todo lo que dejaron atrás se ha desvanecido? No creo que quisieran seguir viviendo. No son héroes, son simplemente humanos que buscan lo que todos.
En ese momento un rugido hizo temblar las cristaleras y de entre las nubes surgió una llamarada que les obligó a apartar la mirada.
—Ya está aquí— musitó ella arreglándose el maquillaje con un pequeño neceser que sacó de su bolso. —Me tengo que ir ¿Cómo estoy?
—Preciosa— dijo Mel pensando que los restos de lágrimas darían más fuerza al encuentro. —¿Quién eres hoy, cielo?
—Eva, la hija del comandante Santos— se volvió alejándose con paso rápido.
—¡Eva!— llamó Mel, al verla vacilar, rectificó. —Cielo, sólo piensa una cosa ¿Qué nos ocurriría a nosotros si ellos llegaran a reconocer la realidad?
Ella asintió lentamente sin volverse. Luego compuso una sonrisa forzada y echó a correr hacia la figura que entraba vacilante por el portón de acceso a la sala de espera.
—¡Eva!— gritó la figura. —Sabía que estarías aquí, esperándome.
J.E. Álamo
Quiero pedir disculpas a todos los participantes de este I Concurso de relatos Fórum Montefrío. Son muchos los que se han puesto en contacto con nosotros preocupados por la situación actual. Como pueden comprobar las aguas vuelven a su cauce. Todo sigue según lo previsto. Ficha límite de admisión de trabajos 20 de Junio, unos dias después el veredicto.
Un Cordial Saludo
(http://farm2.static.flickr.com/1233/1246039519_71047ea7c1.jpg)
A última hora
A última hora no me salió tan mal el asunto como me temía. Al principio estaba muy asustada, porque nadie quiere morir, pero entre él o yo, ya se sabe la respuesta. La primera mentira me la tragué, pero cuando me dijo que iba a ir a cenar con Alfredo y esa tarde me encontré a Alfredo y me reiteró las ganas que tenía de ver a mi marido e insistió en que nunca tenía tiempo para sus amigos, que yo lo absorbía, ese día supe que me engañaba. Decidí observar y comprobé que cada día mentía más. Una mañana lo seguí al trabajo, me disfracé discretamente con gafas oscuras, una peluca de mi madre que era bastante natural y un abrigo de mercadillo que ocultaba mi cuerpo. Esperé en el bar de enfrente oculta tras un periódico y lo vi salir hablando por el móvil. La calle estaba desierta y pude captar que iba a reunirse con alguien en un restaurante del centro. Acto seguido aparqué el coche cerca de ese restaurante para tener sitio de noche y me fui a casa. Cuando llegó le propuse salir pero él me dio una excusa tonta y se fue. Yo tomé un taxi y me bajé a dos manzanas de allí y me puse a observar desde mi coche. Cuando salió iba acompañado de una rubia despampanante y parecía que se divertían. Recé para que tuvieran el coche cerca y la suerte me acompañó. Los seguí por toda la ciudad hasta las afueras donde tomaron un desvío. Yo seguí adelante porque ya tenía la dirección. Tardé días en averiguar quien era ella, tuve que usar Internet, fisgonear en el móvil mientras él se duchaba y otras muchas artimañas pero logré adivinar que era una nueva rica que se había venido a menos y ahora estaba en una crisis más gorda que la del gobierno. Decidí separarme porque la casa era mía y además tenía unas tierras en el pueblo, por tanto no habría problemas en ese sentido, pero antes de poder decir nada empecé a notar ciertas cosas. Primero fue un día en la ducha que me llamó con urgencia para una tontería cuando casi piso el cable del secador que casualmente estaba enchufado, en el suelo y con un lado medio pelado. Él me dijo que era una despistada porque descalza y con los pies mojados es un peligro. Otro día resbalé en las escaleras con una enorme mancha de aceite, pero el cartero me paró, así muchas veces mientras decía a los vecinos que un día mis despistes me iban a matar. No sé por qué pero quería matarme. Llegó un momento en que decidí matarlo a él primero. El alero del tejado estaba absolutamente suelto así que una noche subí a la azotea y lo desprendí del todo, lo sujeté por un lado con hilo de pesca y até el otro lado del hilo al tendal como me había enseñado mi primo Nacho. La tarde siguiente le dije a mi marido que me cogiera las toallas que estaban en la cuerda del medio, que soy tan despistada que las había olvidado. Esto lo dije a voz en grito por la ventana del patio y cuando se asomó yo ya tenía el trozo de hilo que había atado al tendal en mi mano. Tiré del y el alero cayó sobre su cabeza y luego lo arrojó al patio. Rápidamente corté el hilo que lo sujetaba mientras gritaba como una posesa que era culpa mía y de mis despistes. El hilo cortado lo metí en mi bolsa de hilos y retales y asunto olvidado. La investigación se cerró declarando el tema como accidente y yo cobré una buena indemnización. Meses después me llamaron de una compañía de seguros que yo no conocía. En sus oficinas me explicaron que mi marido había hecho un seguro de vida por una cantidad astronómica y ambos éramos beneficiarios. Ahí entendí por qué quería matarme, hubiera sido sospechoso ponerse solo él como beneficiario y como yo iba a morir...
Ahora estoy de crucero y me he dado cuenta de que a última hora he salido ganando.
Genma
(http://sobreturismo.es/wp-content/uploads/libro-sueno-africa.jpg)
Soñar con África
Aún era de noche cuando salieron a la luz los primeros restos; la enorme excavadora dio con ellos sin querer, como casi siempre suceden estas cosas; por sistema, toda la cuadrilla dejó de trabajar, la mitad sorprendida, y la otra mitad expectante; al principio nadie supo que hacer, ni que decir al contratista, que en menos de una hora se plantó allí con su recua de abogados trajeados. La luz del día, clara y luminosa para estar tan sólo en marzo, revelaba claramente lo que la oscuridad había pasado por alto. Los restos óseos eran abundantes, de más de un cuerpo, perceptible hasta para un profano, y no eran tan nuevos como en un principio se había pensado. Al menos no se trataba de un crimen actual. De todos modos, si estaban ante algún yacimiento, las obras deberían pararse, era un hecho.
El doctor enviado a la obra era amigo del contratista; nada más llegar al lugar vio con sorpresa que los trabajadores, incautos le habían facilitado el trabajo; cinco cráneos marrones, cubiertos parcialmente de tierra y carentes de parte de la dentadura reposaban junto a otros huesos con menos apariencia humana en una esquina. De un vistazo, pudo establecer la causa de la muerte: entre las cuencas de los ojos, un casi perfecto agujero delataba el fusil asesino. Por las mandíbulas, pudo observar que los restos pertenecían casi con seguridad a mujeres jóvenes, de no más de veintitantos, y por el estado calculó que llevarían muertas entre cincuenta y setenta años; no más. Nada de yacimientos. El contratista respiró con tranquilidad al oír las explicaciones. Sólo se le ocurría una explicación para los cadáveres en esa franja de tiempo: la guerra. No, no habría problemas. La maquinaria alquilada estaba pagada, los operarios, cobraban por días, y la enorme suma de dinero cobrada, invertida. Todos preveían el fin de la obra dentro del mes vigente. Las víctimas de la guerra no eran importantes, le dijo al doctor. No era lo mismo que un yacimiento, en los que todo el mundo se metía. Sí estos cadáveres llevaban tantos años allí, sin que nadie los reclamase, no serían importantes. Las guerras, ya se sabía, siempre dejaban muertos, y no tenía que pagarlos él. Sin más pérdida de tiempo dio orden de continuar con las obras.
Desde la otra orilla el viejo observaba las obras; llevaba haciéndolo desde el principio de las mismas. Salía al amanecer de la residencia y se pasaba las mañanas vigilando, atento. Cuando encontraron los restos su corazón dejó de latir momentáneamente. Finalmente, todos tenían razón. Su madre estaba ahí, había estado allí todos esos años, mientras él, la creía en África, en su nuevo destino con el Cuerpo de Enfermeras. No quiso creer a sus vecinos, cuando le hablaron de la matanza, no quiso creer a nadie. Tan sólo pensó en el viaje que ella tenía planeado, y que ahora veía que no se había cumplido. Recordó la terrible noche de cercos y ataques, cuando tan sólo era un niño, y desolado, volvió a la residencia, a tratar de olvidar, a soñar con África. En sus oídos se mezclaban las voces de los obreros, los motores de las máquinas, y el eco de los oscuros disparos.
Anónima
(http://4.bp.blogspot.com/_LoP9VpvOAVM/SZjmU6giMoI/AAAAAAAABWU/Y7KO9dUOBBU/s320/fenix.jpg)
El pájaro rojo
El automóvil se detiene frente al edificio del Instituto de Enseñanza Privado. El chofer atento, abre la puerta a la joven vestida con el reluciente uniforme, que baja y se aleja sin saludar.
Ya sola en la habitación, afloja su tensión y llora olvidando su soberbia fingida.
Tendida en la cama con el uniforme arrugado, la descubre por la mañana, la celadora de turno.
Con algunos minutos de retraso, se presenta en el aula, con ojeras y desaliñada, intentando en vano ignorar las miradas de sus compañeras.
Al finalizar la clase, solicita permiso a la rectora para permanecer en cama el resto del día, aduciendo un fuerte dolor de cabeza.
Corre las cortinas. En penumbras saca de su bolsillo las pastillas que le robo a su madre y mientras las ingiere, se convence que de esa forma podrá dormir y dejar de pensar en él. Se desviste y totalmente desnuda se acuesta. Sabe que esta lloriqueando, pero un sopor muy dulce la va conduciendo al sueño deseado.
Las horas transcurren entre violentos espasmos, voces que le llegan desde lejos, luces y sombras, hasta que despierta aterrada, empapada y con la mente tan confusa, que necesita varios minutos para entender la realidad.
Se cubre con la sabana húmeda y tambaleando, logra llegar al baño. Sentada en el suelo abrazando el inodoro, vomita. Siente que se ahoga entre las cuatro paredes y sale en busca de aire fresco, olvidando su desnudez.
La ancha puerta de vidrio, con cerrojo, no le permite salir al jardín pero no se detiene y continúa su loca carrera, hasta la escalera que la conduce a la terraza.
Casi sin aliento, se arrodilla y con fervor inicia un rezo: - Te suplico Señor me perdones... Papá por favor, llévame contigo, vuelve a buscarme....
Un relámpago ilumina el cielo oscuro y la lluvia cae furiosa, lastimándole la piel, pero no se mueve.
En algún rincón, en algún lugar muy cerca de ella, hay unos ojos que la observan. Se incorpora despacio mirando hacia ambos lados, buscando al intruso que la perturba. Una caricia muy suave, un leve roce en su cabeza, le hace gritar al mismo tiempo que corre hacia la salida. El terror la entorpece y no puede esquivar el filo de la puerta que la golpea, pero puede ver antes de desvanecerse, un pájaro rojo que con las alas extendidas, como dos manos en cobijo, la persigue.
Despierta en medio de susurros, pero no se atreve a abrir los ojos. Aún asustada, reconoce la voz de la rectora diciendo: -El portero la encontró en la terraza, desnuda y sobre su pecho tenía esta pluma roja... Su madre ya partió en viaje de luna de miel....
Una vez más los pensamientos atropellan con crueldad.
Se fue... Se fueron los dos... Ella no me escucho, no creyó lo que le decía... El se burlo de mis sentimientos, me engaño, jugo conmigo y ahora me dejan sola.
La rectora acompaña en silencio, comprendiendo su dolor.
- Por favor, corra las cortinas... Deseo ver el sol y descansar, no se preocupe, la llamaré si necesito algo -
Un ruido interrumpe sus cavilaciones. Le hace levantar los ojos y allí está majestuoso, con el pico tan rojo como sus plumas. La observa.
Esta vez no se inquieta, pues el vidrio le impide el paso, cosa que no molesta al pájaro.
-Que extraño- piensa, -parece manso... Juraría que me mira como si quisiera trasmitirme algo.
A partir de ese instante, todos los días el pájaro rojo, se posaba en su ventana, convirtiéndose en amigo y confidente. Por primera vez, ella sentía que alguien la comprendía y la escuchaba. Un aleteo, un movimiento de su pico o el guiño de sus ojitos, eran siempre una respuesta.
Volvió a las clases y estudio con más ahínco, pero sin olvidar, ni una sola tarde abrir la ventana para que entrara el misterioso pájaro.
Una carta le anuncia el regreso de la feliz pareja y el reintegro obligado a su hogar.
- Vuelven, pájaro rojo... Y yo voy a morir... -
Estas palabras trastornaron al pájaro, que revoloteaba enloquecido por toda la habitación, hasta que pudo atraparlo y calmarlo con sus caricias.
Llorando, se queda dormida.
La despertaron los golpes insistentes en su puerta, por la mañana temprano. La ventana estaba abierta y su pájaro rojo se había ido.
Bajó las escaleras rogando que no fuesen ellos en su búsqueda. Respiro aliviada, al ver que en el escritorio sólo estaba la rectora.
Es una mala noticia, querida... El avión privado de tu madre sufrió un accidente... Murieron todos... Hasta un extraño pájaro rojo que encontraron entre los restos.
María Consuelo
Diario de un extraño permanente
(http://farm4.static.flickr.com/3125/2667645985_b14a675a86.jpg?v=0)
"Lo primero que me recomendó el psiquiatra nada más darme el alta fue escribir regularmente mis pensamientos en un diario, ahora que lo tengo delante y paso las hojas, siento cierta complicidad con él. Todo en blanco, a estrenar; igual que mi vida, no recuerdo nada"
Primera anotación – Me agobia mucho que estén todo el día preguntándome si estoy bien, ¿Qué cómo me siento, si ya recuerdo algo?, yo simplemente niego con la cabeza. Ahora no me apetecen esas interminables sesiones con los álbumes de fotos y el dedo amarillento de "la que dice, es mi madre" señalando mis rizos dorados hondeando al sol o bien las vacaciones en Granada con la Alhambra de fondo. No quiero esforzarme en buscar donde no hay.
Segunda anotación – He quitado todos los retratos de mi cuarto, no quiero verme reflejado en espejos pasados, quiero retomar mi vida desde este punto, empezar de cero, no quiero saber si de pequeño era un trasto o si he viajado a exóticos países, lo que quiero ahora es volver a descubrirlos, "o descubrirlos" realmente, pues, por mucho que se empeñe mi padre, (que por cierto siempre que nos cruzamos se esfuerza en sonreírme, en un claro conato de aliviar de su mente la sensación de culpa), no puedo sentir en mis pies la textura particular de la arena en las playas de Hawai.
Ayer, en un vano conato, por parte de mi hermano pequeño, me encontré sobre mi cama un viejo oso de trapo, una tentativa de remover mis recuerdos más queridos, pero mi mente tiene ese recuerdo demasiado fresco, la semana pasada había visto una foto en la que estaba yo tumbado en una cama, abrazándolo, ahora, apenas mis labios se escoran hacía arriba mientras mi cara dibuja una fina sensación de desánimo.
Tercera anotación – El médico no ve ningún impedimento físico, para que pueda desarrollar actividades deportivas, los músculos deberían responder bien, apenas si me quedan secuelas del accidente que me mantuvo varios meses en rehabilitación, lo primero que recuerdo fue despertar en la cama del hospital; Rodeado por un sín fín de tubos que salían de mi cuerpo y llegaban a diversos aparatos. Al abrir los ojos no ví a nadie, estaba sólo y lo único que podía escuchar eran los pitidos de las máquinas.
Al poco llegó una enfermera que se me quedó mirando como si yo fuera un bicho raro, no me quitaba ojo inmóvil al pie de la cama, me examinaba minuciosamente, hasta que un médico, "mi médico", le sacó de su ensimismamiento se la llevó al pasillo, cerró la puerta con vehemencia y la reprendió severamente. Apenas si pude distinguir unas frases "ya le habíamos advertido...debía comportarse con total normalidad", aún sigo dándole vueltas a su significado, o quizás no lo tenga y simplemente la saqué de contexto, lo único es que no volví a ver a aquella enfermera.
Me hicieron numerosas pruebas, en los ojos, en los oídos, en los brazos en las piernas... hasta me hicieron sacar la lengua, no conocía el propósito de esas pruebas, el caso es que ese mismo día me pasaron a planta, me visitaron una serie de personas extrañas, unas reían otras lloraban y la mayoría no dejaba de tocarme y besarme con cara de asombro. Aún hoy siguen siendo extraños, aunque ellos se denominen "familia". Son tan desconocidos para mí, como los jóvenes que veo en una orla que tenía escondida en los cajones de mi escritorio. Junto al pliegue de cartón había una foto pequeña de una joven rubia muy guapa.
Cuarta anotación – La sensación de libertad, los escenarios nuevos, el contacto con la naturaleza, hicieron que mi ánimo cambiase, me sentía bien, lejos del que se suponía debería ir siendo, José el hijo de, el hermano de, el nieto de, ahora era José el mini aventurero, un sendero nuevo, incluso el caerme y rasparme las rodillas me gustó. Me gustaba sentir cosas nuevas, experimentarlas por mí mismo; saber lo que me gustaba y lo que no, sin que nadie estuviera detrás mía apostillando que antes no me gustaba la lechuga o que adoraba quedarme embobado delante del televisor.
Un día ví a la joven de la foto, apenas si había cambiado, detrás de un árbol, miraba furtivamente mis movimientos, cuando paré, ella se lanzó corriendo hacía mí, no paraba de tocarme y de exclamar "¡estás bien!, ¡estás bien!" entonces intentó besarme, no sabía como reaccionar, sentía sus ganas, su emoción, el calor de sus labios, pero yo no experimenté nada.
Extrañada dió un paso atrás y todo el candor de su mirada se perdió, un velo de terror cubrió su rostro, lanzando un dedo acusador contra mi gritó, "¡tú, no eres, tú!" empezó a llorar y se marchó corriendo, me quedé estupefacto sin saber reaccionar, hasta que decidí cual sería mi siguiente paso.
Me planté delante de mi madre y a bocajarro le pregunté, "¿Qué pasó realmente en el accidente?" – se le quedó la cara blanca, me pareció escuchar como su corazón dejaba de latir; no pudo responderme, hasta que llegó mi padre, pero no me dijeron nada que yo no supiera, dejando implícitamente oculta la verdad.
Molesto me marché a mi habitación y tomé la decisión más importante de mi exigua vida. Les abandoné. Tenía el firme propósito de averiguar quién sería yo, el primer mes hablé con mi madre que no dejaba de pedirme que volviera sin dejarme mantener una conversación medianamente entendible. Me fui ganando la vida como podía, entre tanto descubrí mi verdadera vocación, la pintura, por las tardes después del trabajo me gustaba sacar mi lienzo y quedarme hasta altas horas de la madrugada pintando, no quería quedarme en casa, prefería sentir que mi único techo era el cielo.
Pasaron un par de años más y ya solo me respondía la asistenta, decía que mis padres estaban siempre en el hospital. Después de muchos intentos, una voz muy familiar me respondió, no reconocí al interlocutor que dijo llamarse José, cuando de fondo escuché a mi madre decir "Tú no respondas hijo, cuelga". Volví a llamar inmediatamente, pero ya no respondieron nunca más. Decidí no volverles a molestar, rehice mi vida pero no dejaba de pensar en la voz de aquel joven que tanto me era familiar, hasta que una tarde me paré en una tienda de electrodomésticos.
En las pantallas veía un joven rubio en las escaleras de un hospital saludando; al fijarme bien me llevé el susto de mi vida, el jovencito era yo con unos años menos. No podía creer lo que estaba viendo, sería alguna imagen de archivo, pues yo no recordaba aquello o sería de antes del accidente, estaba divagando intentando encontrar una respuesta coherente, cuando el titular de la noticia acabó definitivamente por derrumbarme.
"Llevada a cabo con éxito la primera gestación y desarrollo completo de un clon, además de reproducir su cuerpo, los médicos han sido capaces de reincorporarle todos los recuerdos al sujeto, borrando aquellos que fueron ingratos..." y mi vida se apagó.
José Cantarero
El ajedrez tiene sus secretos
Soy un fanático del ajedrez. Una palabra me atraía hasta lo indecible: "enroque". Ese movimiento siempre me llevo al inicio del derrumbe, del colapso, del final imperceptible y casi mágico con que pretendía terminar todas mis partidas. La caída inevitable de mi contendiente. De eso se trataba, un juego de guerra que terminaba con el oponente vencido a tus pies.
Sin ser un experto jugador tenía todas sus sensaciones incorporadas.
Alguna vez llegue a decir este secreto en voz alta. Supongo que los comensales de aquella mesa, donde el vino aflojó mi lengua más allá de lo prudente, lo tomaron como un comentario desatinado más de quién viene de varios brindis consecutivos
Él me había desafiado delante de todos. Había dudado de mi habilidad en el juego. Para mi empeño personal que había remedado a los más grandes maestros (a los que había estudiado concienzudamente durante años) era casi como dudar de mi virilidad. La cual estaba detrás de mi capacidad de juego. Con mi mejor cara de póquer o de truco (dada la argentinidad de mi estirpe) le dije que no tendría ningún problema para enfrentarlo dónde quiera y cuándo quiera.
-Que te parece en el club el viernes que viene. El sábado debo viajar a San Pedro- me contestó socarronamente. Sabía que los viernes habría mayor cantidad de gente. Ya estaba pensando en humillarme con público.
-¿Dos de tres?- le dije como al pasar.
-¿Tenés miedo perder en el primero?- me contesto riendo.
-Al contrario. Quiero que tengas tu oportunidad- dije como última respuesta antes de pararme e ir al baño. Entré enfurecido. Me moje la cara y las manos para tranquilizarme.
"-Este turro no me va a ganar. Menos frente a mis amigos. Le voy a hacer comer sus palabras-" me consolé mientras descargaba mis fluidos.
A partir de ese día me obligue a practicar de dos a tres horas diarias.
Llegado el viernes, como un presagio del mal momento, la tarde se presentaba tormentosa.
Siempre me había dado buena suerte comenzar con las blancas. En el sorteo me tocaron las negras.
La primera partida me iba a servir para estudiar sus movimientos. De entrada sabía que la chance era perder. El se envalentonaría y ya vería yo como seguir la serie. Debería ganar dos seguidos. Me tenía fe.
Él ganó el primero.
Al ganar el segundo me tranquilicé. Cuando comenzó la tercera partida descuide su torre y a las pocas jugadas hizo un enroque.
-"Mal presagio y van...-"pensé como una sentencia. Estaba preparado para lo peor por lo que me excusé para ir al baño. Memoricé las posiciones. Fui hasta los fusibles y puse un petardo grande. Como en las mejores épocas de colegio le había hecho una mecha larga para atrasar la deflagración.
Al llegar nuevamente a la mesa de juego ocurrió un chispazo. Se corto la luz.
Yo sabía que el juez iba a sacarnos de la mesa para que nadie tocara las piezas y el juego continuaría cuando volviera la electricidad. Era cerca de la hora de cerrar, por eso demoraron en componer lo roto por la explosión. Lo suficiente para dejar la partida para el otro día.
-Pospongo mi viaje para terminar- afirmó -esto no se puede retrasar mas...-
Restándole importancia le conteste:
- Como quieras...- y salí tranquilamente por la puerta saludando a los espectadores.
Prestamente corrí hacia mi casa. Jadeando aún puse las piezas sobre el tablero para estudiar los movimientos. Consulté las diferentes tácticas. Ni una defensa Siciliana me servía. Los movimientos de Capablanca, Alekhine, Karpov o Bobby Fisher combinados me servían de bien poco.
No tenía escapatoria. No podría ganarle de ninguna forma. Por más que intentaba siempre el final era a su favor. Rendido pensé:
"-La jugada que mejor me sale es el enroque-" me fui a dormir.
El sábado amaneció lluvioso. A mitad de mañana recibí una llamada inesperada. Era corredor de una firma. Cada tanto me pedían algún viaje no acordado por anticipado.
- Tengo que pedirte un favor. Hay un cliente importante que necesito me lo visites esta tarde sin falta. Estate en San Pedro a las seis y quedate hasta el domingo. Te mando los datos por mail a tu correo. Gracias- dijo Gerardo. Sin mucho más cortó.
Él tenía que ir a San Pedro y se quedaba. Ahora iba a ir yo:
"-Enroque-" Pensé.
Llamé al club por teléfono cinco minutos antes de visitar al cliente, con la urgencia del caso, pedí disculpas y la postergación para el viernes próximo. Cuando terminé la reunión opte por ir a comer solo.
El viaje de ida y vuelta hasta Buenos Aires con la ruta despejada me insumió menos que lo esperado.
Sabía que estaba en el club. Sabía que un mensaje de su mujer lo haría ir hasta su casa. Tome la precaución de asegurarme que ella no andaba por ahí.
Cuando le clave el puñal, como un alfil traicionero, quedó atónito. Sin palabras Lo dejé tirado en la calle seguro que había ganado la última partida.
Por supuesto que el enroque fue esencial.
Silvia
"Amigos son aquellos extraños
seres que nos preguntan como estamos
y se esperan a oír la contestación".
Ed Cunningham
Simplemente ocurrió
(http://1.bp.blogspot.com/__BpkzRBge_g/SbaIDUYLvnI/AAAAAAAABOM/cAdeMq3VzH4/s400/6690072_EHATSYRBCBFHVDO.jpg)
Aunque ha pasado mucho tiempo aun recuerdo claramente el día que llegamos al pueblo. Mamá estaba destrozada por la muerte de mi padre y yo me sentía terriblemente sola. La verdad es que el lugar era encantador, con sus casas pintadas de blanco y las flores de colores dando vida y alegría. Nuestra casita era pequeña y acogedora, con un bonito jardín en el que vivía un hermoso magnolio. El aire de la tarde traía hasta nosotras el fresco aroma del mar, pero yo me sentía triste y melancólica pues todo aquello hacía que aun fuese más evidente la ausencia de mi padre. Recuerdo nítidamente que era verano, le estación de las cerezas y del sol y yo tenía la esperanza de hacer amigos con quienes compartir las largas tardes mientras mi madre trabajaba.
Intenté reiteradamente acercarme a los niños del pueblo mientras ellos jugaban en las aceras o en el bonito parque con sus enredaderas y el olor a azahar, pero ellos correteaban distraídos riéndose mientras el sol jugueteaba en su pelo y no parecían darse cuenta de que yo estaba allí. No miraban ni una sola vez en mi dirección, me sentía invisible y con una gran necesidad de hablar con alguien. En casa las cosas iban de mal en peor y mi madre no quería hablar conmigo, bueno, ni conmigo ni con nadie, se pasaba el día llorando o sentada bajo el magnolio con la mirada perdida. Yo había adquirido la costumbre de acercarme a pasear por la playa al atardecer. A esas horas la gente ya se había ido y el envolvente sonido del mar hacía que me olvidara momentáneamente de mis problemas, me transportaba a otros tiempos más felices. Era mi sitio secreto, mi remanso de paz y mi pequeño consuelo. Aquel día me había sentado cerca de la orilla y me entretenía con el ir y venir de las olas. Mi mente vagaba distraída por un mundo feliz, lleno de risas, un mundo donde yo tuviera cabida y donde me sintiera parte de él, donde yo fuera importante. Mientras mis pensamientos me absorbían por completo alguien se sentó a mi lado. Cuando volví la cabeza vi que era un niño que tendría más o menos mi edad. Pude ver que su rostro sereno reflejaba una honda pena, algo que solo los que habíamos vivido una gran tragedia podíamos captar.
Permanecimos en silencio mucho tiempo hasta que por fin me miró y me dijo que me había visto en el parque. Yo le dije que no le había visto, a lo cual él me contestó que eso se debía sin duda a que estaba concentrada observando a los niños del pueblo. Empezamos a charlar y me contó que él tampoco jugaba con esos muchachos, que entre ellos existía algún tipo de grupo en el que no teníamos cabida y decidimos que el día siguiente iríamos a jugar juntos. Esa noche yo no estuve tan triste a pesar de que escuché el llanto de mi madre durante horas.
A la mañana siguiente, bien temprano, acudí a mi encuentro con mi nuevo amigo. Cuando llegué ya me estaba esperando apoyado en un árbol. Durante unos minutos estuvimos decidiendo lo que íbamos a hacer, y tras largas deliberaciones acordamos ir al puerto. Nada más llegar me invadió el aroma característico de esos lugares, esa mezcla de olor a aceite, grasa y mar, una amalgama que me hacía sentirme bien. Durante un buen rato estuvimos observando a los pescadores que salían a faenar, y luego nos pusimos a observar a Dimas, un viejo de la localidad que decían que había sobrevivido a tres naufragios y que pasaba sus últimos años pescando en el puerto y haciendo figuritas con madera y red que luego vendía a los turistas. La mañana pasó tan rápido como un suspiro y decidimos que por la tarde volveríamos. Cumplimos lo acordado y pasamos la tarde observando la vida del puerto. A última hora regresaron los barcos y era maravilloso ver a las gaviotas, todas seguían la estela dejada por las lanchas a la espera de alguna ración de pescado, volaban formando una interminable hilera de color blanco con pinceladas grises. Cuando los marineros descargaban su pesca y tiraban algún trozo inservible al agua se lanzaban en picado y volvían a emerger triunfantes. Sus chillidos llenaban el lugar y yo me sentía absolutamente feliz entre ese coro de sonidos y el maravilloso olor amalgamado que reinaba en el ambiente. A partir de ese día empezamos a hacer cosas divertidas. Un día íbamos a la playa, otro día buscábamos un rincón tranquilo en el parque y jugábamos a las adivinanzas o a inventar historias.
De vez en cuando nos escapábamos hasta las ruinas romanas que había en la montaña y muchas tardes íbamos a ver como Dimas tallaba sus figuritas y como las gaviotas seguían a las lanchas. Poco a poco empecé a conocer mejor a mi amigo. Se llamaba Adrián y vivía a solo dos casas de la mía. Su madre también trabajaba y él estaba siempre solo, como me ocurría a mí desde que nos habíamos mudado tras la muerte de papá. El verano había cambiado de color desde que había conocido a Adrián pero en mi corazón tenía guardado bastante rencor, no podía soportar que mi madre me ignorase así. Recuerdo un atardecer en la playa, estábamos sentados en el sitio donde nos habíamos conocido y Adrián me contaba que le pasaba igual que a mí. Su madre ya no hablaba con él y estaba todo el día fuera, aunque cuando estaba en casa era casi peor ya que estaba tan triste que ni le miraba ni hablaba. No sabíamos como afrontarlo pero la situación tenía que cambiar.
Entre el puerto, la playa y el parque pasó el verano. Una tarde estábamos sentados en la escalinata de entrada de una casa abandonada cuando vimos venir a mi madre caminando con Juan, su médico. Adrián me enseñó a una mujer que venía justo enfrente y me dijo que era su madre. Al llegar más o menos a nuestra altura se cruzaron y el doctor saludó a la madre de Adrián y le dijo que tenía que hablar con ella. Le explicó que tenía que conocer a su paciente (se refería a mi madre), porque estaban en la misma situación. Ella también había perdido a un familiar recientemente, a lo que mi madre contestó que en su caso no había sido un familiar, habían sido dos, y que nunca podría vivir feliz sabiendo que ese día su hija no tendría que haber ido en coche, si no hubiesen perdido el autobús su padre no habría necesitado acercarla al colegio y ambos estarían vivos, a lo que la madre de Adrián respondió que ella no podía perdonarse por permitirle ir al puerto, pues al caer al agua se había golpeado la cabeza contra un barco y se había ahogado ya que tardaron unos instantes en darse cuenta de lo que había sucedido y cuando lo sacaron ya era demasiado tarde. En ese mismo instante todo mi mundo empezó a girar y las palabras y los movimientos transcurrían como a cámara lenta. Ahora sé que a Adrián le sucedió lo mismo, recibir de golpe la realidad supone una sacudida que es muy difícil describir. Me negaba a entender, yo no podía estar muerta, el muerto era Papá, había fallecido en el accidente pero yo estaba allí con mi madre y con Adrián, y cada día hacíamos cosas distintas. Adrián echó a correr y no lo volví a ver hasta el día siguiente. Me contó que no recordaba su muerte, jamás notó nada excepto la falta de comunicación con su madre. No sabíamos que hacer así que decidimos seguir como lo habíamos hecho hasta entonces. Ahora ya no estamos tan solos pues Dimas está con nosotros cuando vamos al puerto y por las tardes, en el parque, vemos jugar bajo el azahar a los hijos de los niños que observábamos aquel verano. Mi madre sigue llorando de vez en cuando, pero sus ojos me dicen que es un poquito más feliz. He dejado de pensar el por qué de las cosas, por qué a mí. He llegado a la conclusión de que simplemente ocurrió.
Genma
Un hogar en las estrellas
(http://img40.imageshack.us/img40/6529/casadelparquenacional.jpg)
La vista desde la ventana de la cocina de mi nueva casa es espléndida, se ven
verdes campos salpicados de flores de todos los colores que llegan hasta la base de las
altas montañas que rodean este precioso y fértil valle. Recuerdo lo impresionadas que
quedamos mis hijas y yo hace un par de días al bajar del pronunciado puerto
que hay que atravesar para poder llegar hasta aquí, y contemplamos el paisaje desde
un mirador que hay allí arriba. Casi lo localizo desde la ventana si me asomo, desde
aquel saliente rocoso, este valle parecía ser una inmensa alfombra, toda salpicada de las
blancas casas de su abundante caserío, en el fondo esmeralda de su suelo, nos pareció
el lugar más bello de la tierra, y ahora a mí, personalmente, no me importa que nuestro
nuevo hogar sea ¡tal vez! de los más humildes del lugar. Yo lo único que quiero
y luchare para que así sea, es que mis dos hijas, Eva y Lucia, sean felices y crezcan Sanas.
Al día siguiente, mientras mis hijas duermen como nunca antes lo habían hecho, voy
ordenando mi ropa tranquilamente y en el momento en el que coloco los pañuelos
y complementos en el cajón de la mesilla de noche, un escalofrío recorre mi espalda,
y regresan mis adormecidos recuerdos, el desencadenante de todo lo ocurrido seis meses
atrás. Todo comenzó aquella tarde del verano anterior, Bruno, el padre de mis hijas,
me esperaba sentado en una de las terrazas de verano de la ciudad donde vivíamos.
Al llegar acompañada de las niñas, Bruno estaba deleitándose con la conversación que
mantenía con mi amiga del alma Leila. Apenas me acerqué, ellos guardaron silencio y
de repente yo intuí que algo estaba pasando, pero guarde silencio y disimule. Leila,
como siempre, iba vestida, maquillada y peinada a la "ultima". Hacía un par de años que
se había divorciado con una "operación" de divorcio absolutamente favorable para ella
y ahora vivía mejor que una reina. Tenía un hijo, David, de la misma edad que Eva, mi
hija mayor, nueve años . Juntos estuvimos sentados en aquella soleada terraza. Cuando nos
fuimos a casa, al despedirnos, yo sabía que ellos dos se estaban despidiendo a su modo
con sus silencios y complicidades, y a mí, de repente, se me hundió el mundo, y pensé
que aquel par de dos, a mí sinceramente, no me la iban a jugar. Al día siguiente,
tragué mis lagrimas, no llegué a verter ninguna, ni tan siquiera de rabia, ¡ hasta ahí
podíamos llegar! Bruno, mi marido era el que desde siempre había tenido las tarjetas,
sus números clave etc., yo jamás sacaba dinero sin que el lo hiciera, nunca me llegué
a preocupar si acaso el gastaba más o no, ¡confiaba plenamente en el! Yo, sencillamente
subsistía mes a mes sin replica, suplica, ni petición, solo admitía sometimiento, silencio
y paciencia, aunque yo sabia que el, Bruno ganaba un buen sueldo y no teníamos
que vivir en precario casi como la inmensa mayoría de las veces vivíamos. Yo a
lo mío, a limpiar, cocinar, esperar en casa y a lo más, esperarle en aquella terraza del
Café Colon, que era donde solíamos ir a diario cada tarde. Pero aquella tarde del día
siguiente, esta "menda" ya no estaba esperando en el café Colon como cada tarde a
que Bruno me pasara a recoger. Lo más probable, después de haberse citado con Leila,
yo estaba cerca, sentada en uno de los numerosos bancos esparcidos a lo largo del
paseo Cárdenas de aquel parque que a principios del siglo veinte había sido un bello
"bulevar" y ahora era el paseo mas afamado de la ciudad, allí medio camuflada, les
había visto acercarse sin que los dos "pipiolos" se percatasen, les saque fotografías
y disimulé. Al día siguiente contraté los servicios de un detective privado y me fui
a una asociación de mujeres. De la noche a la mañana comencé a trazar un plan de
"ataque y defensa" mientras a la vez, traté de ahorrar al máximo, con mi escaso
dinero, comprando aquí y allá, cocinando todo el día desde las seis de la mañana
para así intentar ahorrar en lo que más se gastaba, que era en la compra diaria de la
comida, y quince días más tarde tenia ya escondido en un paquete que parecía estar
sin estrenar de "tampax", ciento cincuenta euros , ¡toda una fortuna!. Un mes más tarde
el detective me citó en un sitio discreto. Acudí a la cita nerviosa y triste, porque
no hacía falta ir a ninguna Universidad para saber lo que iría a decirme aquel buen
hombre, que algo mayor que yo, me miraba siempre compasivo.
- Lo siento mucho María - me llamaba por mi nombre- estas fotos son de los dos.
De un portal sito en un edificio que no llegue a reconocer el lugar de su
Ubicación, salía Leila, parecía encaminarse deprisa a algún lugar alejado de la
zona. Cinco minutos más tarde, Bruno salió presuroso metiéndose en un taxi
que esperaba. Según algunos testigos, llevaban al menos un año, manteniendo las
citas en aquel piso que nadie sabía de quien podía ser, aunque lo más probable
era que lo alquilasen a medias o uno de ellos. Tragué bilis, asco y todo lo que
se pueda imaginar, pero en ningún instante llegue a perder la compostura, sabía que
yo lo estaba haciendo bien, solo cabría esperar un poco más y actuar. Y actúe. Un par
de días mas tarde, aprovechando que Bruno se había metido en la ducha, con una
sangre fría que pasmaba, lentamente investigué donde guardaba su cartera, la encontré,
la abrí y logre cogerle la tarjeta. El número como yo me había imaginado conociendo
al que convivía conmigo desde hacia mas de doce años, estaba imperceptible-
mente anotado en una esquina de una de sus múltiples agendas.. Cuando le
volví a guardar la cartera en su chaqueta, sentí la puerta del cuarto de baño abrirse y
de un ágil salto, corrí hacia la ventana de la cocina. Allí simulé estar atareada como
cada mañana con la ingente "tonelada" de ropa seca, húmeda, para planchar etc. Él
ni se enteró. Lo malo era la llegada del mediodía, cuando Bruno llegase a casa y muy
enfadado contase que le habían robado la tarjeta, pero de inmediato me tranquilicé,
porque yo sabía a ciencia cierta que él, Bruno, jamás comentaría nada de la pérdida
de la tarjeta. Y acerté, como últimamente lo venía haciendo. Esa misma mañana, en
cuanto Bruno se marchó, esperé cinco minutos atisbando por la ventana, escuchando y
mirando por si oía y veía que llegaba el ascensor a nuestro rellano, y a continuación,
salí a la calle, eché a correr deprisa y llegué hasta una entidad bancaria vieja y
que no tenía en muy buen estado de visión las cámaras que hay situadas en la zona
de los cajeros automáticos. Allí, con unas manos tan temblorosas que parecía que yo
padeciera el Parkison, saqué todo el saldo que contenía la tarjeta, "tres mil euros" .
Mi estado de nervios era total, podía delatarme yo sola, pero de inmediato pensando en
mis hijas, en tantas privaciones, en aquellos escuetos regalos de cumpleaños, Reyes y en
su vida cotidiana, siempre aprovechando sus vestidos al máximo, sus zapatos hasta que
ya casi resbalaban apenas pisaban el pavimento, todo por mi culpa, yo creía todo
aquello que Bruno me decía, y ahorraba con ritmos de autentica miseria basándome
en que estabamos preparando un futuro muy próspero y tranquilo mientras los otros,
el resto de vecinos conocidos etc., dilapidaban sus dineros, ¡sinvergüenza!.
La asociación de mujeres me otorgo un excelente abogado especialista en divorcios
que me ayudo al máximo, el piso para mí, las hijas también, claro está. Bruno nunca
hubiera querido quedarse con sus hijas, lo cual él ni sabe cuanto se lo agradezco, y
además me tiene que pagar una elevada cantidad al mes para daños, perjuicios etc.,
y aunque ha dejado el trabajo en su empresa para declararse en quiebra, insolvente
para no pagarnos, como ha heredado y además el piso aquel de las citas clandestinas
lo habían comprado a medias entre Leila y él, mi marido, la mitad ha sido integra
para mí. Ahora, tras dos años de tristezas, de miedos, he llegado de incógnito a
este maravilloso lugar al otro extremo del país, para volver a empezar. Sé que lo voy
a conseguir. Aclaro la cara con el agua fresca de la fuente del jardín y entro en
la casa para despertar a mis hijas, ¡ya son horas! A la una de un hermoso día,
antes de entrar en mi hogar, escucho a lo lejos el sonido del motor de un coche
que se acerca. En este silencio cualquier cosa se escucha con absoluta nitidez. Me asomo
intranquila, aún me mantengo en guardia, no lo puedo evitar. El coche se acerca y me
siento intranquila. De repente me tranquilizo de inmediato. Armando, el detective que ha
llevado mi caso se baja sonriente, cálido, lleva unos papeles en la mano.
- Hola María, traigo estos documentos, tienes que tenerlos tú por si acaso, son del
divorcio y el abogado tiene ya copia de todo bajo llave, ¡que casa mas bonita!, desde
allí arriba brilla como una estrella, parece que vivas entre una de ellas.
respiro hondo. Si, brilla todo alrededor, debe de ser que comenzamos por fin a ser más
felices!, Armando pasa, va a quedarse a comer, luego se marchara, ha prometido venir
a menudo a pesar de que son doce horas de dura carretera ¡tal vez un día de estos
prefiera quedarse a vivir junto a las estrellas!
Esther
Tu nombre en un susurro
(http://4.bp.blogspot.com/_aIUCvFbZX_U/STQj-rwLbAI/AAAAAAAAAI4/0lx7d2ORTR0/s320/aire.jpg)
Tu nombre en un susurro, un leve soplo de aire, brisa desde mi interior, suave viento abriéndose hacia ti. Viajando en una vela henchida de deseo, dirigida desde el pensamiento de una imagen evocada, compuesta con esos retazos que emanan de tu presencia y que recojo, reuniéndolos en una impronta fielmente grabada.
Tu nombre; sonido pleno de significado, de sentido en mi interior; secreto para los demás, también para ti, amiga mía, mientras no llegues a descubrir mi mirada, ni el oculto pensamiento que dirige mis ojos.
La vida nos separa, nos mantiene en caminos diferentes; pero también nos permite el contacto en un mundo virtual, donde podemos estar ... no juntos, pero sí cercanos, compartiendo algunas vivencias desde la distancia, mientras el tiempo fluye.
En ocasiones observo tu llegada, y algunas veces como te retiras. Mezclados en la inmensidad del grupo, mi mirada busca tu presencia entre las conversaciones, reconociendo tu forma de ser en tus palabras; ajena, creo, a mis pensamientos que giran, una y otra vez, a tu alrededor, cuidando de no acercarse más allá de lo natural y permitido. No siempre descubro rápidamente tus palabras, pero hay muchas ocasiones en que, sin saber como, parece que me llaman en cuanto las escribes, y entonces acudo en su busca, raudo en la lectura, a veces con respuesta, otras en silencio.
Siento alegría por tus sonrisas, algunas imaginadas por el contenido de tus palabras, otras directamente a la vista; todas las recibo como un precioso regalo, con una satisfacción muy personal, sin que importe donde apunte su destino. No hay momento perdido en tu compañía, te siento cerca, aunque no esté a tu lado.
No osaría dirigirte estas palabras de otra manera, pero no dejaré escapar esta oportunidad de expresar, de vivir interiormente un momento intenso; no ya una aventura, sino una vida alternativa. Querría decir como empezó, como noté que tu presencia me hacía sentir diferente, como mi interés se dirigía hacia ti día tras día; pero eso significaría demasiado riesgo. De descubrirte, de romper el encanto.
Tal vez me leas, o tal vez no; esa será una dulce incertidumbre que me mantendrá estos días pendiente de tus palabras, intentando descubrir una reacción o, sencillamente, un sutil comentario, indirecto, inofensivo. Ni por asomo pienso que me preguntes directamente y, mientras tanto , yo seguiré manteniendo el anonimato.
Pero quien sabe. No será así si la votación me descubre, aunque entonces el susurro aún será más tenue y no lo oirá nadie ajeno. Reverberará gozoso por mi interior, como tantas otras veces, sin apenas asomarse al exterior para nada, llegando a ti tan suave como una pluma, un soplo de viento con tu nombre, que sentirás en el fondo de tu alma y del que sólo serás consciente... si es ese tu deseo.
Tu nombre en un susurro, casi impronunciado, apenas oído, ofrecido al viento, un deseo expresado al paso de una estrella fugaz. Para que no te sientas aludida y, aunque me hayas leído, sigas siendo mi amiga.
Selin
Tu última carta
(http://img193.imageshack.us/img193/7791/miltimacartag.jpg)
Con cuidado saqué de mi cartera la amarillenta y manoseada hoja de periódico, y mientras volvía a leer aquel viejo recorte sentí el salado sabor de las lágrimas, lágrimas como puños que venían a recordarme que no había hecho nada por impedirlo, no había estado a la altura y lo sabía.
Apenas podía recordar su cara, pero evocaba claramente los recuerdos de aquellos días, los tenía grabados a fuego en su memoria y allí estarían hasta el día no muy lejano en que tuviera que abandonar este mundo. En aquellos días los amaneceres eran algo mágico que podía embriagar hasta el más duro de los corazones.
Todo había empezado de la manera más inocente, como empiezan siempre estas cosas que luego nos desgarran por dentro y nos llevan a esos abismos de los que ya nunca podremos salir. Primero le dijeron lo guapa que era y le ofrecieron un dinero por acudir con ellos a unas fiestas, luego por pasar la noche con ellos y acabó en los peores antros esperando que su príncipe azul acudiera a rescatarla.
Pero mi herido orgullo me impidió hacerlo, no pude rescatar a aquella que me había cambiado por un puñado de monedas. No quise escuchar a mi magullado corazón, no quise aún cuando me suplicaba un perdón que en realidad hacía mucho que yo ya había concedido.
Cuando lo leí no quise creer que podía ser ella. Había más chicas en esa situación, y con las mismas iniciales, así que cerré los ojos a una realidad que cayó como una losa cuando me llamaron para darme su testamento. En esa última carta me pedía perdón y me dejaba ese dinero que la había llevado a la perdición.
El día que pude cobrar la herencia lo saqué todo del banco, no dejé ni un miserable céntimo en la cuenta, y con la ira guiando mis pasos me dirigí hasta esos escarpados lugares donde nos gustaba ver los amaneceres y las puestas de sol, tanto tiempo atrás.
Mirando el anaranjado horizonte recordé su cantarina risa mientras yo le decía que algún día seríamos importantes, que nos comeríamos el mundo y seríamos muy felices. Lo que yo no veía es que felices, en realidad, lo éramos en aquellos momentos.
Volviendo a la realidad pude notar su gran ausencia. El paisaje estaba vacío y silencioso, su risa había dejado un hueco imposible de llenar.
Con los ojos cegados por las lágrimas tiré todo su sucio dinero al barranco, y con el tiré mi alma.
Genma
El detalle
(http://carlosalcaraz.blogspot.es/img/ojoazul.jpg)
Por supuesto, no lo encontrarían. Estaba seguro. Entre tanta gente, pasaría desapercibido. Ese hotel, le serviría de refugio.
El Inspector Coselli lo buscaba. Ya sabía que él había matado a Shala, la bailarina egipcia. En su habitación, Kadir sorbió el último trago de whisky. Se aproximó discretamente al balcón. Los cristales del gran ventanal estaban abiertos. Miró por entre las blancas cortinas, que flameaban mecidas por la brisa. La noche se presentaba agradable. El Cairo, como de costumbre, pululaba de turistas. Oteó para todas partes. Nadie que conociera. Bien. A salvo. Se volvió hacia el gran lecho. Se recostó. Quería pensar. Esa noche, tomaría el tren hasta Bahtim y buscaría a su primo Amar. Este, lo ayudaría a salir de Egipto. Iría a Italia.
Sus parientes piamonteses lo esconderían en las montañas. Suspiró. Miró la hora en su reloj de pulsera. Las nueve y cinco. El tren partía a la medianoche. No era bueno viajar antes. Era mejor cuando toda la ciudad estaba callada. O al menos, parecía más tranquila. Poca gente viajaba en ese tren. Coselli ya estaría buscándolo con sus patrullas, por cada cueva de la cuidad. Se sonrió. Jamás pensaría, que él pudiera estar oculto en ese hotel de cinco estrellas, que era un hervidero cosmopolita.
-Está bien –se dijo- Dormiré un poco. -se acomodó mejor. El sueño llegó pronto. Cuando despertó, no podía creer lo que veía. Coselli y un grupo de agentes, rodeaban su cama, apuntándole con sus revólveres.
-Pero... ¿Cómo? –alcanzó a balbucear.
-¿Te creías tan inteligente Kadir? –el vozarrón del Inspector resonó en la habitación -¿No pensaste siquiera que algún detalle delataría tu escondite? ¿Un pequeñísimo detalle? -Kadir estaba confuso. ¿Un detalle?
-¿Qué detalle? –preguntó intrigado.
-Tus ojos, Kadir. Tus ojos -respondió con algo de sorna Coselli.
-¿Mis ojos? –no entendía nada.
-Sí. Vamos. Levántate. Aprésenlo –ahora estaba muy serio.
Le pareció que mil manos caían sobre él. Antes de salir del cuarto, entre cuatro policías, Kadir se dio vuelta y preguntó:
-Coselli... ¿Por qué mis ojos? -Este, lanzó una carcajada.
-¿Y tú piensas que en este hotel, pueden haber tantos egipcios de ojos azules?
Marta
El lago de los cisnes
Aquella fría tarde de noviembre, el precioso parque situado a las afueras de mi
ciudad, estaba casi vacío, apenas había gente paseando bajo los arcos desnudos
de las rosaledas, los numerosos bancos esparcidos por todos sus hermosos
rincones estaban libres y la calma total reinaba en el entorno. Solamente se
alteraba el insólito silencio, por el continuo piar, graznidos y chillidos de la
numerosa colonia de aves migratorias y permanentes que atestaban los centenarios
árboles y se amontonaban en las verdes aguas de la laguna situada en el centro
del parque. Todas las tardes salgo a pasear con mis dos queridos nietos Eva y Luis, de
siete y ocho años de edad respectivamente. Venimos muy a menudo a este parque porque
los niños suelen traer sus bicicletas o el balón y si no ha llovido mucho, juegan muy
tranquilos, respiran aire limpio y puro debido a la importante "mancha" forestal que se
extiende a lo largo de sus treinta mil metros cuadrados, y estamos felices los tres.
Una felicidad ganada bien a pulso, creo yo, porque su triste historia quedó escrita
un aciago día a las pocas horas de nacer Luis, cuando su padre les abandonó
a su suerte. Mi hija no trabajaba, sencillamente porque en dos años había tenido dos
hijos y ¡ni se lo planteaba!. Una terrible depresión a raíz del parto y lo que tuvo que
sufrir tras éste, hizo que se muriera irremediablemente. Me vi de la noche a la mañana,
sin mí adorada hija y con sus pequeños hijitos a mi cargo. Anduve con vista y tramité
de inmediato, cuando el dolor por la terrible pérdida anegaba mi alma y mi corazón del
dolor mas profundo, cuando yo si que me quería morir, su adopción. No quería más líos
de aquel hombre, los niños tenían que crecer felices, seguros y con una vida digna, y yo
creo sinceramente que se la ofrezco cada nuevo amanecer. Ahora les contemplo mientras
se apoyan en la barandilla de hierro que protege varias zonas del lago, para poder ver con
seguridad a las numerosas aves, y me siento tranquila, puedo decir que hasta soy feliz, me
hacen sentirme útil como persona cada nuevo día en el que podemos despertar juntos y
yo les puedo ir enfocando con mi modesta ayuda. Apoyada en la sólida barandilla, tiro al
agua del lago, los pequeños trozos de pan que nos suele sobrar para que lo coman
los simpáticos patos, sacudo en el agua la bolsa de plástico con los restos de las
migas y la veo. ¡Me acabo de quedar helada!. Disimuladamente miro al agua de la
orilla y a pesar de lo turbia que está el agua y de las tenues olas que en la orilla se
aprecian más, se ve a las claras que lo que vi y está a punto de salir a flote, es una mano,
ennegrecida y con manchas oscuras que deben de ser de sangre. Trago saliva, respiro hondo y
les cuento una "milonga" a mis pequeños para salir de allí cuanto antes, un escalofrío me
recorre la espalda, a la vez que siento que un sudor pegajoso se filtra en mi frente, tiro
de la mano de mis nietos mientras ellos miran hacia atrás con desconfianza.
- ¡Niños, tenemos que irnos, creo que está a punto de descargar una tormenta y ya
sabéis que a mi no me gustan las tormentas cuando estamos bajo arboles!.
- ¡ Pero si tú nunca tienes miedo Abuela!.
Dice enfadado Luis pero de inmediato se calla, tienen un instinto especial para sobrevivir
y ambos se agarran fuertemente a mis manos y tiran hasta que casi corriendo, llegamos
a las calles cercanas a nuestra casa. Esa noche apenas pude conciliar el sueño, sentía una
incertidumbre que me hacia difícil descansar, no era capaz de dejar de ver aquella escena
de la mano sumergida en el agua empantanada del lago,¿a quién pertenecía?.
Amanece y yo comencé con los preparativos propios de un nuevo día, enseguida
tenía que despertar a los niños para llevarlos al colegio, tendría que tratar de olvidar
el asunto sin más. Al regresar a casa tras dejar a los niños en sus clases y realizar la
compra diaria, no pude resistir pararme ante un kiosco donde sé exhibían los
periódicos locales y echar una mirada al sumario, y de igual modo, apenas puse cobre
la mesa de la cocina de la compra, conecté el televisor y la radio a la vez, por si las
noticias comentaban algo al respecto. Poco a poco me fui olvidando del tema, aunque no
volvimos a ir al parque, yo era incapaz de estar al lado de aquella visión que después
del tiempo transcurrido, llegue a pensar si toda la escena no habría formado parte de
un error de percepción, ¡vamos, si yo no habría visto lo que no era!. Diciembre había
comenzado con un prematuro aire a "Navidad", el "puente de la constitución" estaba a
un par de días y mis niños querían ir al parque porque querían hacer un trabajo con hojas,
y allí había cientos. Aprovechando los días de descanso del mencionado "puente" fuimos
a media mañana de uno de aquellos días de descanso. El parque hacia la una de la
tarde, estaba como siempre, espléndido, es uno de esos lugares llenos de plástica y paz
que siempre se muestra bello a los ojos de quien lo contempla. Eva y Luis recogían
hojas distintas, yo se las iba clasificando "sobre la marcha" para facilitarles algo la tarea
y de vez en cuando, recogía algunas del suelo. Al llegar bajo unos inmensos Castaños
de Indias, me dispuse a coger unas cuantas que estaban encima del gran montón que sé
Arremolinaba alrededor de su tronco, me agache y tuve que contener un grito. Allí, a no
más de medio metro, asomaba lo que parecía ser una mano. Tratando de contenerme, cogí
un palo y escarvé tímidamente unos centímetros, quería cerciorarme de que no fuera por
ejemplo, un guante, pero no, aquella era una mano, ennegrecida y ensangrentada. Me levanté y
cuando me dirigía a llamar a los niños, un resplandor procedente de la isleta que hay en
el centro del lago, llamó mi atención, me fijé y vi que a través de la espesura de los
matorrales que formaban una maraña sobre la base de la pequeña isla, alguien se movía,
- ¡pero si nunca hay nadie en la isla, es un lugar especialmente protegido!. De repente yo
creí comprender repentinamente lo que podría estar sucediendo, ¿y si el asesino nos había
visto?, o también, ¿y si estaba allí oculto Abel, mi exyerno?, y todo había sido una idea
tramada para tratar de quitarme a los niños mediante secuestro. Un miedo visceral comenzó
a invadirme. De nuevo llamé a los niños de manera apresurada, ellos vinieron a mi lado
y silenciosos y a lo suyo. Salimos del recinto, yo intentaba calmarme, pero no podía, las
palpitaciones de mi corazón eran incontroladas, y me temblaban la piernas, a los niños
les dije, ¡así como quien no quiere la cosa!, que me estaba comenzando a encontrar mal.
Notaba que no tenía más que gana de estornudar, les dije que debía de tener un "rebrote"
de una alergia de las mías relativa a la humedad y allí hay exceso de humedad, y sin
más, ni me miraron, actuaron como siempre con su habitual madurez. Una semana más
tarde, concretamente el domingo siguiente, a mitad de Diciembre, mientras mis nietos
dormían plácidamente, recogí el periódico de la puerta de mi casa donde me lo servían
cada domingo y me senté a echar un vistazo. Quería saber si esa misma tarde inaugurarían
la iluminación Navideña, para ir a verla por la tarde, y de repente, me quedé helada.
En la primera pagina se podía leer:
APARECEN RESTOS HUMANOS EN EL FONDO DEL LAGO DEL PARQUE
CENTRAL.
Durante las ultimas labores de limpieza y dragado tras muchos años sin haber
realizado dichas labores, acometiéndose éstas debido a las recientes obras hechas en
la zona debido a la reparación del saneamiento, salieron a flote, dos troncos, una pierna
una cabeza y un pie. Según los análisis forenses, los restos llevan en el agua unos
dos meses aproximadamente, nada se sabe de a quien pertenecen, se recompensara bien toda
pista fiable que se diga a las autoridades, manteniendo el anonimato. No tuve que pensarlo
mucho tiempo, media hora más tarde, telefoneaba a la comisaria de policía, y ese mediodía
fui a las citadas dependencias donde en presencia de mis nietos, con sutil naturalidad, dije
lo que me había parecido creer ver, argumente que no me había atrevido a decir algo que
yo misma dudaba de su veracidad, porque durante días, llegué a pensar en serio, que era
mi imaginación. No tardaron en descubrir tras mi declaración y la de un señor que había
ido a decir que él había visto varias veces, ir a la isla central del lago, a una pareja,
un hombre y una mujer extraños, a bordo de una minúscula barca de madera que estaba
anclada a la orilla de la isla , camuflada entre la maleza del lugar. Allí llevaban a varios
mendigos tras detenerles, querían "limpiar" el mundo de "parásitos" decían, eran los "lideres
de una especie de nueva secta llamada "pura castidad" cuyas "doctrinas" eran que nadie
que hubiese hecho mal y no lo hubiese castigado la justicia, a todo aquel que no quería
trabajar o a quienes sencillamente, carecían de moralidad y solo les iba el absoluto uso
de una anarquía sin ninguna organización, como por ejemplo, altibajos de pareja, no
estar nunca con ninguna fija, los hijos nacían con padres diferentes y nada importa,
solo imperaba ser feliz porque la vida es corta. Esta nueva secta quería "ordenar" a la
humanidad, trabajar horas y horas, orden absoluto en todo y una sola pareja e hijos.
Solo con dicha relación y nada más, comenzaban secuestrando vagabundos a los que
nadie reclamaría y pretendían ir a más secuestrando gente que viviera en camping
o albergues de una manera más o menos Hippie. Pero aún había más, uno de los
cadáveres que habían reconocido era el de Abel, mi ex-yerno. Llevaba en paradero
desconocido desde hacia años, y yo no vivía tranquila. Ahora mientras regresábamos a
nuestro plácido hogar en un coche de la policía camuflado, pensaba que comenzaba
a ser todo tan lleno de paz ¡al fin! Como si estuviésemos en el lago de los cisnes
en primavera, cuando estos bellos animales crían a sus polluelos.
Maria
Yo sabía morir muy bien
Aún recuerdo aquellas tardes en el cine del Natahoyo. Mis padres me daban un duro para pagar la entrada y comprarme lo que quisiera, y yo, que por aquel entonces tenía la cabeza rebosante de aventuras me gastaba mis dinerillos en tebeos. Una semana los cogía del Capitán Trueno o del Jabato, y la semana siguiente me inclinaba por Roberto Alcázar y Pedrín. Mi madre me preparaba un bocadillo de chorizo del bueno o de chocolate, que por algo era domingo. Las películas que por aquella época se estilaban no tenían nada que ver con las de ahora. Carecían de efectos especiales y contaban historias que para nosotros tenían sentido.
Cuando acababa la película, mi amigo Manu, Sebastián, mi hermano Juanjo y yo nos íbamos al descampado a jugar a lo que habíamos visto en la película. Mi tema favorito era el de "Indios y vaqueros", porque mi tío Pepe me había hecho una diadema con plumas que había recogido del gallinero y parecía de verdad. Como el padre de Manu era taxista y ganaba más dinero que nuestros padres, él tenía una pistola que parecía auténtica y con la que nos mataba a todos. Los demás se hacían sus armas con palos que encontraban, y lo más gracioso es que a mí siempre me tocaba morir, porque decían que lo hacía muy bien. Si la peli era de romanos también jugábamos. Mi prima trabajaba con una modista y siempre nos conseguía retales que nosotros usábamos para hacer túnicas. En este juego también me tocaba morir, generalmente apuñalado o envenenado, pero a mí me gustaba ser el protagonista.
Cuando volvíamos a casa, cada domingo era lo mismo. Nuestras madres ponían el grito en el cielo al ver nuestra ropa buena llena de barro y jirones. Al día siguiente les esperaba un duro trabajo en el lavadero.
Han pasado más de cuarenta años y no he vuelto a disfrutar tanto de una película como entonces. Ahora tienen mejor calidad visual y sonora, pero yo echo en falta nuestros juegos y el aroma a bocadillos que junto al rumor del papel de envolver percibías en mitad de la película, y los gritos de mi madre al ver mi ropa. Por muchas pelis que hagan, para mí, Nerón siempre será Peter Ustinov, y en todo caso, si ocurría después de las siete, en un descampado, podía serlo yo, que sabía morir muy bien.
G. Maria Ortiz
El plazo de recepción de trabajos a finalizado. En unas semanas tendremos los resultados. Mucha suerte a todos.
Un saludo
(http://img177.imageshack.us/img177/5981/proyecto4retocakf0.jpg)
Despues de un largo periodo de deliberación ya tenemos los resultados.
Primer premio: Tu Nombre en un Susurro (SELIN)
Segundo premio: Héroes (J.E.ÁLAMO)
Tercer premio: Diario de un extraño permanente (José Cantarero)
Proximamente fijaremos la fecha para la entrega de premios.
A su vez estamos preparando un pequeño "librito" con los trabajos vencedores.
Gracias a todos por participar. Buscábamos crear un rinconcito donde todos los amantes de la literatura pudieran pasar un rato entretenido leyendo y presentando sus obras, sin miedo a ningún tipo de prejuicio. Creo que lo hemos conseguido.
A los participantes de fuera, os dejo las palabras que el cantaor Juan Pinilla nos dejó en el foro:
Montefrío, verdaderamente, está en todos nuestros sentidos... Montefrío es, probablemente, el pueblo más bello de esta mitad de Andalucía donde nacen todos los soles que cubren nuestra tierra... Montefrío es belleza, es armonía, es sobriedad, es arte, es inspiración... Un lugar donde nacer y donde morir ebrio de hermosura. No nos extraña que esta tierra milenaria donde cuentan que hubo dioses mitológicos, haya dado tantos personajes ilustres para el mundo de la cultura universal... Porque criarse en medio de estos parajes colma nuestro conocimiento de estética y buen gusto... Montefrío... tu nombre se me enreda en los labios...
Juan Pinilla
Creo que estas palabras son suficiente reclamo para que nos visitéis.
Un Cordial Saludo
Si deseas ser un escritor, ¡escribe!
¡Hola! Soy uno de los que participó en el certamen literario y me acabo de enterar que mi relato "Héroes" ha quedado en segundo lugar. b66 Sólo quería dar las gracias a todos los que hacen posible este certamen que además, me han dado una alegría. Aguardo ansioso esas camisetas y el diploma. :rofl: Un abrazo para todos. Os dejo mi blog por si queréis daros una vuelta. Pienso meter este foro en mi índice de sitios de interés.
J.E. Álamo :dirol:
http://letrasparasonyar.blogspot.com/
En cuanto tengamos las camisetas y diplomas preparados los enviaremos a las direcciones facilitadas.
Gracias por incluirnos en su bloq personal, considere Montefrío su casa.
Un Cordial Saludo
Gracias a vosotros. Hoy brindaré por vostros y Montefrío :drinks:
Lo olvidaba, ¿se podrán adquirir ejemplares del libro con los relatos? Me gustaría conseguir unos cuantos. :dirol:
enhorabuena a todos los ganadores y tambien a todos los participantes.meme
J.E, no hay problema. En cuanto tengamos los ejemplares avisamos.
Un saludo
Quedo a la espera pues. Un saludo :dirol:
HOLA, YO TAMBIÉN HE PARTICIPADO EN EL CERTAMEN Y HE QUEDADO TERCERO, ME GUSTARÍA DAROS LAS GRACIAS Y PREGUNTAROS SI SE VA HA HACER ALGÚN TIPO DE ENTREGA DE PREMIO, ME GUSTARÍA ASISTIR, ESPERO RESPUESTA.
Kikiocho, bienvenido al foro y enhorabuena por el premio. Tenemos pensado realizar una cena-entrega de premios. En cuanto tengamos posibles fechas lo comentamos por aquí.
Un cordial Saludo
ojala pueda asistir, me haria muuucha ilusion.meme
Hola, buenas noches,
He tardado unos días en aparecer porque estaba pasando un fin de semana largo, totalmente desconectado del mundo, en un pueblo del interior de Cataluña.
Encontrarme con el premio ha sido una gran alegría. No me lo esperaba, pues el nivel de los relatos ha sido bastante bueno.
Me hará mucha ilusión asistir a la entrega; tal como le he comentado a una amiga, me parece que interiormente he engordado un par de quilos al menos.
Nos leemos, ...y nos veremos en breve.
Selin
A nosotros, igualmente, nos hará mucha ilusión entregar el premio.
Como bien dices, nos leemos, y nos veremos en breve :friends:
Confirmamos la reserva de hotel.
El vencedor podrá disfrutar de una noche de hotel, desayuno incluido, en el Hotel La Enrea.
(http://www.zercahoteles.com/imagenes/enrea/descrip.jpg)
http://www.zercahoteles.com/htm/en.descrip.htm
Un saludo
Ya voy preparando la ruta para el viaje.
Por cierto, ¿sabemos a qué hora será la cena? :contento:
Enhorabuena, Selin y Kikiocho. Yo lamentablemente, por distancia y costes no voy a poder asistir a la cena lo cual es una auténtica lástima pero hay que ir con ojo que la crisis golpea con dureza. Yo estoy eso sí, aguardando con ilusión las camisetas y el diploma que imagino llegarán a no tardar.
Un abrazo para todos y a ver si en la próxima edición (gane premio o no) puedo plantearme unos días por la zona e ir a conocer Montefrío. :dirol:
ENHORABUENA A TÍ TAMBIEN J.E., ESPERAMOS ILUSIÓN ESTÁ ENTREGA ES MI PRIMERA VEZ, POR LO QUE SERÁ MARAVILLOSA, YA TE CONTAREMOS, CHAO
Pues venga, un saludo. :dirol:
A SIDO UNA VELADA MAGNIFICA, ME GUSTARIA AGRADECER LA CALUROSA ACOGIDA Y RECALCAR LO BIEN QUE NOS LO PASAMOS, TOTALMENTE RECOMENDABLE, MUCHAS GRACIAS A LA ORGANIZACION, ESPERO VER LAS FOTOS UN SALUDO.
¡Qué envidia! :shout:
Para nosotros ha sido un verdadero placer disfrutar de vuestra presencia. Sin duda esperamos contar con vosotros en próximas ediciones.
A su vez, queremos dar las gracias a nuestro ayuntamiento por su colaboración.
Nuestro más sincero agradecimiento a Falón por acudir a la velada.
Las fotos en unos minutos.. :drinks:
Un saludo
PRIMER PUESTO
(http://img33.imageshack.us/img33/1884/imgp1393.jpg)
(http://img195.imageshack.us/img195/3484/imgp1395.jpg)
(http://img33.imageshack.us/img33/601/imgp1398t.jpg)
TERCER PUESTO (Primer Puesto..jaja)
(http://img32.imageshack.us/img32/8421/imgp1401.jpg)
(http://img83.imageshack.us/img83/2636/imgp1403.jpg)
(http://img32.imageshack.us/img32/9672/imgp1406p.jpg)
(http://img194.imageshack.us/img194/127/imgp1389r.jpg)
(http://img83.imageshack.us/img83/4084/imgp1391o.jpg)
(http://img32.imageshack.us/img32/4646/imgp1407m.jpg)
(http://img32.imageshack.us/img32/280/imgp1408.jpg)
(http://img33.imageshack.us/img33/7831/imgp1411r.jpg)
(http://img32.imageshack.us/img32/820/imgp1417.jpg)
(http://img364.imageshack.us/img364/5990/imgp1419.jpg)
Enhorabuena a los organizadores y, especialmente, a los ganadores.
A seguir con este tipo de iniciativas. Un saludo.
pero cuando ha celebrao?tenia entendio que nos lo comunicariais,pa el que quisiera asistir.o quizad yo lo entendi mal.de todas formas,nuevamente felicidades a los ganadores.un abrazo.meme
Hola,
Acabo de llegar a casa. Aunque el viaje haya sido largo, he quedado muy satisfecho.
Enhorabuena a la organización. :clapping:
Selín, me alegro de que ya estes en casa!. Gracias, pero sin vosotros no habria sido lo mismo.
Meme, en principio no pensabamos hacer nada especial. Al final decidimos hacer una cena-entrega de premios con los participantes. Lo que teneis que hacer Sharisha y tu es organizar esa quedada que teneis entre manosjejeje
Un saludo
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Como Meme55 esté esperanzada en hacer algo con Sharisha, lo lleva claro¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
¿Una quedada pa los foreros organizada por Sharisha? jajajajajajaajajajajajaaj
SaludoSS
Una velada estupenda, un servicio de bar estupendo, unos comensales estupendos, una comida y bebida estupenda.........
unos premiados, (kikiocho y Selin ) dignos del premio, por su simpatia, agrado, ...
un concejal de cultura volcado con la iniciativa
unos administradores y moderadores del forum en su sitio y en el saber estar
todo salio muy bien, tan solo destacar, por problemas ya mencionados por el, la falta de asistencia de otro de los ganadores, J.E. Una verdadera pena, para conocer a otro gran premiado.
EN DEFINITIVA, TODO Y DIGO TODO, A PESAR DE ALGUNOS, SALIO COJONUO, Y ESPEREMOS QUE EL PROXIMO AÑO, EN VEZ DE 8 o 9 PERSONAS ESTEMOS 70 U 80 EN LA FIESTA DEL CONOCIMIENTO Y LA LITERATURA, EN DEFINITIVA EN LA FIESTA DE LA CULTURA.
SaludoSS
Yo sigo disfrutando, que me habéis animado mucho con el premio. :yahoo:
Por una parte he abierto un blog para comentar mis peripecias literarias, aún no he llegado a hablar de Montefrío, eso será en breve.
Por otra, sí que lo he comentado en Facebook, donde tengo un perfil abierto.
Y en ambos sitios, me he puesto una foto luciendo la camiseta del premio. :rolleyez:
Hola. Me parece estupendo lo del blog.
La camiseta te sienta de escándalo :drinks:
"Un escritor es un mundo encerrado en un hombre."
Ortega Blake
¡Enhorabuena por esa celebración! Tengo la envidia a punto de caramelo... :sorry:
Espero que haya una proxima ocasión y poder aprovecharla. Por cierto, y espero ponerme pesado, ¿tenéis idea de cuándo podréis enviarme el diploma y las camisetas?
Venga, un saludo para todos. :dirol:
Hola J.E, como vez estamos viviendo unos días algo ajetrados, en breve saldrán hacia tu tierra el diploma y las camisetas.
Cita de: J.E. en Agosto 10, 2009, 10:28:34 AM
Espero que haya una proxima ocasión y poder aprovecharla.
Por supuesto.. Más y mejor!!
Un Saludo
¡Vaya! En mi mensaje anterior dice "espero ponerme pesado" y era justo lo contrario: "espero no ponerme pesado" :shok:
En fin, gracias por todo, Parlamento. Aguardo vuestro envío.
Un abrazo :dirol: