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II Concurso de relatos Fórum Montefrío

Iniciado por Parlamento, Marzo 10, 2010, 17:13:53 PM

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Eventos Vinculados

Parlamento

A DIOS PONGO POR TESTIGO


-Relájese, no se mueva y no gesticule. No se preocupe de nada, en breve, en cuanto me avise la alarma, estoy de nuevo con usted. Solo serán unos minutos.
Ella asintió con la cabeza, casi sin respirar.

Permanecía allí, en la quietud de la acogedora habitación, obedientemente inmóvil, bocarriba, con los ojos y los labios cerrados, mientras escuchaba la música de fondo y respiraba el aroma que se desprendía del incensario; ajena a todo, casi dormida, respetándo el procedimiento marcado que la alejaría un poco más de la decrepitud; cumpliendo a rajatabla la técnica que detendría sensiblemente el tiempo, desafiando su corrosivo transcurrir.
Nada podría hacer que se estropease algo -era una mujer de talante obstinado y voluntad férrea- si de ella dependía; todo saldría a la perfección. Los segundos, los minutos, con su cadencia cachazuda, no lograban impacientarla ni lo más mínimo; los escozores, el dolor de espalda y el hormigueo de las piernas, no conseguían menoscabar su ánimo inquebrantable.
Pensaba en grandes mujeres como Isabel La Católica, ella sí que sudó la camiseta; Juana de Arco, antes muerta que traicionar sus ideas; Hipólita, reina del ejército amazónico; o la bella y heroica Judith, cuya determinación salvó a su pueblo de la invasión.
Soñaba con parecerse a ellas, con lograr sobresalir en algo, despuntar, y eso requería pleno dominio de una misma, un físico potente, disposición para el sacrificio y tener muy claros los objetivos a alcanzar.
Envidiaba a aquellas mujeres con ágil inteligencia y natural elegancia que, sin pretenderlo, conseguían recabar todas las miradas al entrar en cualquier lugar, llenándolo con su sola presencia, o atraer la atención de todos los que allí estaban nada más abrir la boca para hablar.

De repente, mientras estaba sumida en estas reflexiones, escuchó un fuerte sonido, un pitido largo, como una sirena clamorosa, lejano, pero que a la vez parecía estar encima de ella. Luego cesó. Pensó que se trataría de la música ambiental y alguna extraña broma de los duendes del sonido, o, seguramente, la alarma, que avisaba de que el tiempo de espera había llegado a su fin.
-Bien -pensó- se me está entumeciendo todo el cuerpo y empiezo a tener frío. ¡No sé por qué se empeñan en poner el aire acondicionado tan fuerte! ¡Si no hace tanto calor!
Prosiguió su espera pacientemente, convencida de que en pocos minutos sonaría la puerta, alguien entraría en la habitación y la liberaría de su voluntaria parálisis.
-Seguramente habré calculado mal el tiempo, estando aquí tumbada, casi dormida, y concentrada en mis pensamientos, no creo que haya sido muy consciente de los minutos que han pasado.
Al instante, otra vez el pitido, al que ella le buscó la explicación de que, probablemente, el anterior se trataría de una alarma referente a otra persona que había empezado antes y era este último el que la concernía a ella. Continuó tumbada relajadamente.
Momentos después, temblores, truenos, como si de la peor tormenta se tratase, pero nada; nada que pudiera hacerla cejar en su empeño ni moverse un solo ápice.
Esperó, esperó y esperó... Y ya, cuando tenía la cara como el cartón, cuando ni la música de fondo sonaba y el silencio lo inundó todo, se levantó de la camilla, se quitó las dos rodajas de pepino que le cubrían los ojos y salió de la habitación. Estaba completamente sola, la gente había dejado abandonadas sus pertenencias, varios teléfonos móviles comenzaron a sonar siniestramente, los cristales estaban resquebrajados o hechos añicos y todo estaba cubierto de un polvo gris, como si hiciera décadas que nadie pasaba el plumero; aquello parecía una película cuyo guión lo hubiera escrito el mismísimo Stephen King.
Al asomarse a la avenida, comprobó con horror que casi todo eran escombros, los edificios estaban derruídos -hasta parecía que se había nublado el sol- y ni un alma transitaba por las callles.
Ni un bombardeo pudo hacer que se echara a perder su mascarilla hidratante de aceites esenciales.

La Gárgola Almada
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

EL MISTERIO DE LA CUARTA PUERTA


       La mañana del 10 de diciembre en la ciudad de Texas, lugar donde ocurren sucesos inexplicables, sucedió algo que altero la vida ordenada de Steve, el es un adolescente de 16 años, muy divertido, siempre bromista y alegre, pero esto era solo una mascara ya que debajo de ella se encontraba a una persona triste y desolada pues  estaba pasando un momento muy dificil en su vida la separación de sus padres, el nunca pudo superar el engaño de su padre y por eso lo odio, guardándole un profundo rencor, por ese motivo decidió vivir con su madre y alejarse de quien le hizo tanto daño . Esa mañana Steve se levanta temprano con el fin de cumplir con la orden de su madre de cerrar la puerta principal ya que esta debía ir a trabajar. Después de cumplir con la petición de su madre, comienza a escuchar ruidos, era un sonido tan inquietante que asustaría a cualquier persona. Steve estaba muy nervioso, miraba a todas las direcciones pero no encontraba la fuente de esos ruidos, hasta que de repente se escucha que una de las puertas del segundo piso se cierra con mucha fuerza, el perturbado decide subir para ver que era lo que estaba sucediendo, para su sorpresa observa que algo estaba mal había cuatro puertas y el sabia muy bien que solo existían tres en ese pasillo. La primera sensación que lo invadió fue el miedo, luego incertidumbre, curiosidad, pero todo llevaba a la primera sensación, no sabia que hacer, miles de preguntas surgieron en su cabeza ¿Cómo? ¿Por qué?, pero no encontraba respuesta alguna.
  Luego de tanto pensar, tomo la decisión de ver que era lo que había atrás   de esa puerta, ya no podía más con la sensación de curiosidad. Steve se acerca a la puerta, y la abre, cuando esta dentro de la habitación observa que había una ventana, una mesita de luz y un espejo. Este no entendía nada, pero lo que hizo fue aproximarse a la ventana, al llegar a ella ve un paisaje muy lindo, una casa parecida a la de el, eso fue algo que lo sorprendió demasiado, de repente escucha un ruido como que algo había caído al suelo, al dar la vuelta observa un portarretrato sobre el piso de madera, lo levanta y lo acomoda en la mesita de luz, pero para su sorpresa este vuelve a caer al suelo, regresa a recogerlo  y ve una foto que lo dejo sin aliento era la imagen de su padre. El no entendía absolutamente nada, ¿porque esa foto en ese cuarto? fue una de las preguntas que lo confundió. Steve no podía sacar los ojos de esa foto había algo que no lo dejaba un sentimiento muy fuerte que lo impedía, de repente  una lagrima cayo de sus ojos y por mas que intento no pudo impedir llorar.
           Después de unos minutos seco sus ojos y dijo:
-   el no se merece ni una lagrima mía.
La bronca y el desprecio lo invadieron, necesitaba hacerse el fuerte y recordar todo lo que había pasado pero por dentro deseaba abrazarlo y volver a verlo. Steve deja la foto sobre la mesita y decide salir de ese cuarto para llamar a su madre y decirle todo lo que había sucedido, pero no pudo la puerta estaba trabada, la desesperación lo irrumpió y empezó  a patear la puerta para ver si lograba abrirla pero nada esta seguía cerrada, desorientado y perturbado se deja caer sobre el suelo.
          De repente escucha una voz que decía:
-   acércate al espejo.
         Steve llega a el repitiendo una y otra vez:
-   ¿que quieres de mi?
-   Mira y veras. Le dijo la voz
-   ¿Qué tengo que ver?
Steve comienza a ver distintas secuencias de su vida en el espejo. Una de ella fue cuando dijo su primera palabra que fue "papá", cuando jugaba a la pelota con el, las veces que le contaba un cuanto antes de dormir y las veces que este le dijo: "te amo hijo". Steve quebró en llanto y grito:
-   basta, porque me haces esto
-   encuentra la palabra que no has dicho aun y sálvate sino no podrás vivir en paz. Respondió la voz en el espejo.
Steve arroja sobre el la mesita de luz, ya no podía mas la angustia y el dolor podían mas que nada.
      De pronto una luz muy brillante comenzó a desprenderse de la ventana y lo encandilo, se acerca a ella y a parece en un parque. El intentó entender que era lo que estaba sucediendo pero no lo logro, grito una y otra vez pidiendo auxilio, pregunto más de una vez ¿donde estaba? ¿Qué había pasado? ¿Qué querían de el? Pero nada, no encontraba respuesta alguna. Comenzó a caminar sin rumbo, hasta que encontró una casa esa fue su primera impresión pero después se dio cuenta que no era una casa sino un hospital, por consiguiente decide entrar al hospital aunque no le agradaban demasiado.
      Al ingresar al mismo, observa que no había nadie, estaba todo desolado. Comenzó a recorrer cada sector, gritando:
-   ¿hola, hay alguien?
Pero nadie respondía. Repentinamente ve un cartel que decía: "habitación 4", da unos pasos más y observa otro anuncio que decía lo mismo. Inmediatamente concluye a ir a esa habitación, recorre más de un pasillo hasta que llega a su destino. Steve observa una y otra vez  la placa con el número 4, inquieto se pregunta:
-   ¿Por qué el numero 4? ¿Habitación numero 4, puerta que aparece en mi casa con el mismo número?  ¿Qué esta pasando?
El miedo y los interrogantes lo invadieron pero no se dejo vencer por eso, en consecuencia abre la puerta y observa una camilla, y sobre ella se encontraba una persona. Se acerco a la misma diciendo:

- Hola, necesito que me ayudes. Afirmo.
Pero para su sorpresa al terminar de decir esas palabras distingue que la persona que estaba en esa camilla era su padre, el no sabia que hacer, se puso nervioso y triste al verlo en esa situación, su padre estaba con los ojos abiertos y a penas podía hablar, pero no impidió que hablara con su hijo.
-   hijo mió, siempre te he amado y me has importado pero cada vez que he querido  acercarme  a ti no he podido, no me has dejado, lo intente una y otra vez cada día te llamaba y no me atendías, te iba a ver y me rechazabas, se que he cometido un error grande que fue arruinar la familia y fui pagando por eso el peor castigo fue no tenerte cerca. Pero yo soy el culpable de que me trates así y me lo merezco, porque se que te hice sufrir.
       Steve quedo anonadado por las palabras de su padre, y a su vez triste porque no podía hacer nada para salvarlo, que había dejado pasar el tiempo, que su odio no lo dejo sentir lo  que el corazón le pedía a gritos que era el perdón y una segunda     oportunidad. Lo primero que dijo:
-   padre  perdóname, te he amado toda mi vida pero el odio y la bronca me impidieron decirte cuando te amo, que te he necesitado demasiado, que cada noche esperaba a que regresaras a darme un beso. Se que en parte fue mi culpa porque cada vez que venias a verme, que me llamabas te rechazaba, pero por dentro me moría por abrazarte y decirte mil veces que te quería.
Después de abrir su corazón, Steve se sintió mas tranquilo y abrazo a su padre, y dijo:
-   DIOS perdóname por haber sido tan testarudo, por no aprovechar las oportunidades que se me presentaron para estar bien con mi papa, por la ira que me invadió y sobre todo por no saber perdonar, quisiera volver el tiempo atrás, quisiera que no se muriera.

   De repente después de un abrir y cerrar de ojos Steve apareció acostado en la cama de su habitación, no entendía nada, sube corriendo las escaleras para ver cuantas puertas estaban, pero solo había tres, cada vez entendía menos, pensó que solo había sido un sueño, pero al borde de una de las puertas encuentra un papel que decía: "habitación numero 4", en consecuencia baja las escaleras rápidamente y llama por teléfono a su padre para arreglar un encuentro y así fue por primera vez Steve se iba a encontrar con su papa. Luego de unas horas la madre de Steve regresa a su casa y se entera de todo lo que había sucedido, su cara cambio de color, no entendió mucho le pareció algo fantástico y raro para ser real. Pero lo que mas le ocasiono asombro  fue la decisión de Steve de volver a ver a su padre. Eso la puso muy feliz, pero a la vez seguía sin entender nada.
Luego de unos días Steve se entera de que su padre estaba atravesando por un momento  muy dificil estaba muy enfermo y le quedaban pocos meses de vida.

Bela
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

           
ERROR HUMANO, CALAMIDAD SEGURA


  A pesar que la juventud que esta sobre pujante en tantos seres, percibo en ellos el  desanimo del viejo que en su carrera ve las cosas decender. Párese una contradicción pero es lo que me ocurre cada ves que miro al mundo sin conciencia ni destino seguro, pareciera que todo ocurre sin un propósito perdurable. Es todo un correr tras el viento, como menciono un famoso Salmista. O talvez es un correr tras lo incierto, tras la mera ilusión del deseo vehemente de cada uno de ellos que quiere alcanzar sus quimeras y no logran siquiera identificarlas. Párese que el día se nublara constantemente ante sus ojos, pues el sol se esta oscureciendo y borrando detrás de una densa nube negra que amenaza con cubrir la claridad permanente que el día tiene en sus organismos lozanos. Aunque  parezca extraño, la vida por ocupada que la tengan suele detenerlos para que se cuestionen: ¿con que propósito busco lo que sé donde esta y lo que no e perdido? cuando piensan en ello pueden reflexionar que talvez con menos trabajo y menos dificultad hubiesen resuelto lo que les ocupa con tanto afán, o  desvela o enfada, si lo hubieran  hecho desde un principio como nos lo recomendaron, nos lo advirtieron o instintivamente lo quisimos hacer. Cuanta energía podrían haber ocupado en ser felices. Claro esta que no aprendemos antes de equivocarnos. Por eso ustedes que me escuchan permítase aconsejar, que no les pase como a todos que tenemos siempre algo que lamentar, o tristemente reprocharnos cuando no hay mas que alegar. Es el destino del hombre imperfecto tropezar sin poder dirigir su propio caminar, y también tiene culpa la  ignorancia con la que enfrentamos nuestro aprender sin querer dejarse dirigir.

José Víctor Ferrada
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

 
EN POCOS SEGUNDOS


Luis entregó su examen escrito. Había tenido poco más de una hora para contestar aquel  cuestionario que le podía permitir cambiar de vida si llegaba  a aprobarlo en esta ocasión. Llevaba preparándolo varios años y no era la primera vez que se presentaba, ya lo había hecho con anterioridad en otras ocasiones y siempre suspendía; había muchos competidores y muy pocas plazas para cubrir.
Era un futuro incierto el que se dibujaba en su horizonte. Su vida siempre había estado marcada por la adversidad y la mala fortuna; resultaba tan insatisfactoria que se sumía en un profundo pozo del que tardaba días en salir. Sabía que después del examen volvería a sufrir esa muda y lenta agonía del que espera un resultado, una nota. ¿Y si volvía a suspender? ¿Y si seguía ocupando la plaza de opositor eterno?
Salió del  aula cabizbajo . Oía a su alrededor los comentarios de otros opositores sobre las respuestas: un acierto por aquí, dos fallos por allá...No se dignó a hablar con nadie, aunque muchos de los allí presentes  intentaron acercarse a compartir esta última experiencia, habían coincidido en otras ocasiones en estos procesos  inquisitoriales y era normal relajarse con los comentarios más variopintos. Pero nada distrajo su atención y tomó rumbo hacia la parada del autobús más cercano para regresar de nuevo a su pequeño apartamento de cuarenta metros cuadrados en las afueras de la capital.
Era un hermoso día de primavera y para esta ocasión no había escogido un vestuario en consonancia con la temperatura ambiental, el  jersey de cuello vuelto le sofocaba con los primeros rayos de luz que se pegaron a su cuerpo  nada más salir de aquel edificio. Un sudor espeso recorría sus espaldas y se asomaba por entre las ranuras de las patillas mostrando su profundo malestar. Se secaba de vez en cuando y, conforme avanzaba en su camino, más agobiante era el calor que se asía a su cuerpo como piedra al cemento.
Tomó el autobús y se sentó junto a la ventanilla, se vio reflejado en  el cristal del vehículo  sobre el fondo oscuro de los edificios exteriores,  su imagen se mostraba distorsionada por una pequeña concavidad del vidrio: era él, el reflejo de un fantasma que comía, andaba, estudiaba, pero que sólo era eso, un fantasma.
El autocar estaba prácticamente vacío, era horario laboral y sólo unos pocos, los parados como él,  circulaban por este trayecto. Sólo algunos tenían la desdicha de tener todas las horas del día para sentarse a contemplar desde esa ventanilla el mundo exterior, sonámbulo, impasible y anodino. Tenía todas las horas del mundo para una vida contemplativa y meditativa que no deseaba. Desde ese ángulo se quedó contemplando el puente que cortaba en forma de espada ondulada el tramo del río Guadalquivir a su paso por Córdoba. Siempre había disfrutado de aquella estampa, su trazo firme, sus piedras amarillentas recién restauradas le daban a la imagen un aire señorial. Se bajó cerca de allí, lo más cerca posible para poder dirigir sus pasos hacia el río.
Andaba sobre el puente y sentía su cuerpo pesado, como si llevara pegado bajo sí las enormes rocas que soportaban el peso de aquel majestuoso acueducto medieval. Sus pies estaban pegados al piso del suelo  y cada movimiento se hacía lento y aparatoso, como los primeros pasos de un niño que rompe a andar con el miedo al vacío que pasa por delante de él.  El paisaje era espectacular: edificios medievales en su entorno que mostraban su grandeza;  y el río, que desbordado en su caudal por las recientes y cuantiosas precipitaciones  escupía espuma de su boca a borbotones, como si Vulcano hubiera encendido las llamas bajo sus pies. Objetos variados corrían siguiendo su curso como si de una carrera de fondo se tratara.
Era un día de primavera, un día de primavera cualquiera y se dijo para sí, "Seré breve". Tomó impulso sobre sus piernas, se apoyo  en sus brazos para coger fuerzas; Saltó de un solo golpe, sin  dudas ni contemplaciones, y cayó en espacio de pocos segundos sin que apenas nadie pudiera contemplar aquel espectáculo.  Su cuerpo caía como lanza sobre aquellas aguas mareadas y enfangadas por el brusco movimiento de su trayectoria. Las fuertes corrientes llevaron su cuerpo a las profundidades mientras en la superficie pequeñas burbujas sobre aquel inmenso caudal anunciaban su descenso hacia la muerte.

Patronio
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

Parlamento

LA MUJER DEL BIKINI NEGRO


   El monte se dibujaba imponente allí mismo, ocupando la mayor parte de la superficie del horizonte visto. Si uno estirara sus manos, tendría la impresión de poder tocarlo, de poder acariciar suavemente aquellas laderas verdes, pero esto, sólo era una ilusión óptica ya que, aunque ciertamente estaba cerca, aún le separaba una considerable distancia, acrecentada por el río que había que sortear para llegar a los campos que rodeaban su base.
   Alrededor todo era ruido. El verano, como siempre, traía a aquella piscina el desorden de la gente, el olor a bronceador, la algarabía de los pequeños. Chapoteos y voces se mezclaban por igual. El sol brillaba implacable, expandiendo sus rayos en aquel cielo azul de Agosto. Gafas de sol, cuerpos tostados, refrescos, helados... La vida debiera ser como un helado dulce y fresco que uno pudiera devorar a su propio antojo, lentamente dejándolo deshacerse contra el paladar de la boca o sorbiéndolo ávidamente. La vida debiera ser muchas cosas, pero a veces no era más que ese mismo helado derretido, que el sol termina por consumir sin que nadie pueda aprovecharse de su sabor, de su frescor. La vida, en la mayoría de las ocasiones, era una mera ilusión óptica como la de ese monte plantado delante de aquellas instalaciones veraniegas; algo tan cercano, tan al alcance de la mano, pero sólo aparentemente.
   Existía también en aquella tarde una felicidad líquida que parecía mezclarse con el agua azul donde los acalorados bañistas trataban de disipar sus calores. Un tipo de felicidad colectiva que parece repartirse por igual cuando un considerable número de personas realizan la misma lúdica actividad.
   La mujer del bikini negro se solazaba en sus pensamientos tras los cristales oscuros de sus gafas de sol. Felicidad... pensaba precisamente en ello, pero en esa otra felicidad más íntima, la que aguarda en el espacio de una caricia, en la intensidad de una mirada. Era excesiva para la vista aquella profusión de cuerpos al sol en las toallas, paseando por el césped y con cabezas emergentes en el recuadro de la piscina. La vista no atinaba donde posarse. Contempló largamente el cuerpo musculado y aún prácticamente imberbe de un adolescente, y obscenamente se deleitó pensando en lo que sería cabalgar sobre aquel muchacho; pero no, no era ya tiempo de ejercer de maestra de ceremonias. Estaba cansada, se sentía cansada hasta para eso. Era mejor abandonarse, había llegado el tiempo de dejarse hacer sin oponer resistencia y lo que realmente le gustaba ahora, eran los hombres maduros, con un pecho de vello ensortijado en el que poder reposar su cabeza burbujeante de pensamientos.
   La mujer del bikini negro enciende un cigarrillo parsimoniosamente. Sus labios se fruncen formando arruguillas alrededor del rubio filtro, un anticipo de la edad que inexorablemente va cercenando la juventud cada vez más lejana. Aspira con deleite y exhala el humo en blancas volutas que se deshacen en la caliente tarde. La vida se apura, se succiona como ese cigarrillo, pero como su humo, termina por desvanecerse, por difuminarse, por convertirse en nada.
   Apaga el cigarro y se levanta, un mohín de cansancio, aburrimiento o mero desdén asoma en su semblante. Se detiene un momento a mirar a una joven madre con una pequeña niña de la mano. Hace mucho tiempo, aunque no tanto, a pesar de que a ella en ese momento le parezca toda una vida, ella también fue  una joven madre, ¿feliz entonces? Tal vez, no en vano era más ignorante y la ignorancia es un salvoconducto para ser feliz. Ahora, la maternidad, es como un bocado cargado de sabor que ya se ha consumido, que habiéndose tragado y digerido, aún conserva restos de su sabor entre los dientes. Su hijo ahora está en su propio camino, inmerso en sus propios descubrimientos, y en eso, ella no tiene ni quiere tener cabida ya.
   La vida es un instante, un flash en el que el ayer y el hoy se entrecruzan, se funden de tal manera que el tiempo pierde su medida, porque muchas de las cosas que se vivieron ayer, parece que sucedieron apenas hace un instante. La mujer del bikini negro se desliza en el bucle del tiempo de sus recuerdos, anclada no obstante a todo lo que este presente pueda ofrecerle, de momento esto: una cálida y brillante tarde de piscina.
   Las ramas de un sauce son movidas por la brisa y una lluvia de hojas desciende lentamente hasta el suelo. El verano languidece ya, como la tarde. Tal como languidecen también los sueños de la mujer del bikini negro, porque por mucho que a veces pretenda creer que aún no es tarde, que aún hay tiempo, sus etapas ya están cumplidas, vividas. Ahora le queda buscar en los cielos de las cuartas, de las quintas, de las ya innumerables esperanzas.
   Arroja la colilla consumida a una papelera. Ella misma a veces ha llegado a sentirse así, llena de papeles inútiles y ajados, como ese mismo recipiente que observa. Sonríe cansadamente, pero aún así uno puede llegar a imaginar sin mucho esfuerzo, los restos de una gran belleza pasada. Recoge su toalla, echando un último vistazo a la piscina. Camina impulsada por sus esbeltas piernas en las que la celulitis es evidente. Camina hacia su casa, hacia otro nuevo día, hacia otro nuevo tiempo. Atrás queda la piscina, por delante su vida y entre ambas, recortada su silueta contra el alto monte, la mujer del bikini negro.

Antonia Grandes
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

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CAVIDADES


En el caserón umbrío y descascarado de don Humberto Jilena, que fue el médico más rico y más gordo que hubo en Poblalánguida, la siesta estaba prescrita incluso para los sirvientes, quienes se veían obligados por ello a dejar de conspirar en la cocina contra la obesidad del amo y la cómica desmemoria de la señora, momento que aprove-chaba la nieta de don Humberto, Loyola, la Jilenilla, para desobede-cer los consejos del médico y auscultar en la consulta de su abuelo los pensamientos de Chalín, el mozo encargado de cantarle flamenco al mayor tesoro del paciente jardín botánico del doctor Jilena, su mag-nolio, a fin de que viviese feliz, hermoso, profuso y aromático. Chalín, a quien el médico había rescatado de un amo panadero y zurrador tras haber escuchado su cante una noche por la ventana de un sótano tahona, pronto se enamoró del magnolio, al que cantaba al menos veinte veces al día, y de Loyola, la Jilenilla, por la que aquel verano abandonó al magnolio precisamente cuando más necesitado de fla-menco se hallaba el árbol para sobrellevar las tórridas horas, y se tendía en cueros completos en la camilla a instancias de la muchacha, quien le auscultaba los pensamientos y trataba de diagnosticarle si eran de amor o de sufrir o de qué eran. «Ay, no, Chalín, no; lo que estás imaginando no puede ser», susurraba la Jilenilla al tiempo que apretaba el diafragma del fonendoscopio contra la frente de Chalín y le sonreía como una impúber adúltera de diecisiete años flacuchos y hermosos, de flaca de ciudad y de las jesuitinas. «¿Por qué no estás tranquilo? ¿Por qué te crece eso? ¿Por qué no piensas en lo que tienes que pensar, Chalín, por qué?», decía con mucha clínica en la voz y desviaba Loyola sus ojos de agua hacia los visillos encendidos de la ventana de la consulta, escuchando con atención mientras el mozo que le cantaba flamenco al magnolio de su abuelo le alcanzaba con la vista la carne esculpida de su tetilla cónica por el escote ahuecado de la blusa medio morisca y pensaba que el pezón rosa y pequeño de la nieta de don Humberto podría llegar a humear —como humeaban las hojas de periódico que él se entretenía en achicharrar con la lupa buena que le regaló el médico— si continuaba mirándolo de esa ma-nera, hasta que caía en la cuenta el muchacho de que la Jilenilla le estaba escuchando los pensamientos y entonces se ponía a pensar en otra cosa: en que el magnolio estaba solo, sin cante, en que su madre se iba a morir por la tos que tenía, en que se avecinaba una guerra. «Calla, calla, Chalín, deja el magnolio, al magnolio no le va a pasar nada, a tu madre tampoco, y lo otro son habladurías de los periódi-cos, tú no hagas caso». Pero Chalín no había abierto la boca, como tampoco la abría cuando Loyola se reía de él a causa del círculo que el estetoscopio dejaba impreso en su frente, ni cuando la nieta de don Humberto Jilena se subía a la camilla y, a horcajadas sobre su cuer-po, procedía a auscultarle los sentires de las cavidades del pecho, cen-tímetro a centímetro, meciéndose ella al mismo compás que le indi-caba la sangre latida que le oía al muchacho a través de los tubos me-tálicos del instrumento.

Lorenza Yema
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

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ROPA SECA


   Qué es lo que ha pasado que hemos vuelto a ponernos la ropa y a pasar frío, que en cualquier caso abriga menos que la piel ajena, lo sintético de la modernidad, yo que siempre he estado en contra del uso de pieles, exceptuando tu caso. Quizás tengas otro sitio en el que secar la ropa mojada, calentarte un tazón de chocolate o mirar a los ojos. Yo no tengo chimenea ni chocolate, en cualquier caso. ¿Tú no, Erizo? Y cada vez más frío y lana, y punto, plumas.
   Ayer te quitaste la chaqueta cuando viniste de visita, pero últimamente no es lo habitual. La costumbre de que me casa sea fría, pero desde hace casi un año enciendo la calefacción cuando vienes, y el resto del día está apagada, aunque también últimamente echo un poco de leña al fuego, solo un poco, si vienen según qué visitas. Te quitaste la chaqueta y tenías la ropa seca. Ya no te pesa, ¿O la secaste antes de venir por cinco centavos en el Brooklyn de los sesenta('s) (qué préstamo)? O en otro sitio, no necesariamente una lavandería. No lo dices, callas y ropa seca.
   Ya sabes que el desnudo siempre me ha sentado bien. Estoy más guapa con piel y nada, te digo.
   Y a ti también, joder. Ese jersey marrón que te pones para salir a la calle deja que te diga que es horrible.
   Y eso, Erizo, que antes íbamos sin ropa y tenía meno frío (me gusta pensar que tú también) y nos mirábamos más a menudo.
   Quizás hoy me encuentres sin ropa en el sofá. (De todas maneras, aún tengo ropa tuya y mía en el armario por si quieres volver a salir, que es Invierno fuera, aunque ya sabes que si te vienes en mi casa suele ser verano; aunque ya te dije que deberíamos vivir juntos, que la ropa que llevas te está pequeña porque te la hicieron en ese gran Edificio de detrás de la avenida, no intentes engañarme diciendo que siempre la has llevado así, sé que una vez llevaste trajes a medida, y la ropa que tienes a medio hacer entre tú y yo te sienta mejor y no tiene ese asqueroso tono gris, que apaga el calor de la chimenea, que ardería bien sobre madera y estarías más caliente.) 

   
Mae Maroto
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

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ALGO BOSTEZA


La primera persona inteligente que conocí era Alberto, mi tío. Los domingos mis padres me llevaban a su casa para ellos poder irse al bingo de la iglesia. Eran días interminables donde él no hacia más que leer un libro, mientras a mí me enviaba a que pasee por el estúpido jardín. Recuerdo las bugambilias y sus sombras, la de las 3, la de las 3 y 15, la de las 12 en punto.  El rincón donde meaba el gato y ese penetrante olor a espárragos. El verde del césped, el amarillo de las margaritas, el rojo de las rosas, el verde del arbusto, el marrón de la tierra y las hormigas. Sobre todo las hormigas, insectos implacables, insectos inagotables, insectos insoportables.
Al cabo de media hora regresaba donde mi tío y le decía: "¿Puedo ver tele?". Y él con el dedo índice me instaba a callar hasta que hubiese terminado de leer la página. Luego levantaba la cabeza y me decía : Burgués! Alma de gorrino, poco poeta, igualito a tu padre. A mí no me molestaba parecerme a mi padre, era rapidísimo corriendo, y ademas cuando ganaba al bingo nos traía pollo a la brasa y me dejaba ver toda la tele que quisiese.
Que remedio, me tocaba volver al jardín. Pero algo compartíamos, pues mientras yo bostezaba ante la hermética belleza del ficus él cabeceaba al unísono de aquellas interminables oraciones de Proust.
"Así, durante dos veranos, en el calor de jardín de Combray sentí, motivabada por el libro que entonces leía la nostalgia de un pais montañoso y fluviátil, en donde habrían muchas aserrerías, y en donde pedazos de madera irán pudriéndose, cubiertos de manojos de berros, en el fondo del agua trasparente; y no lejos de allí, trepaban por los muros de poca altura racimos de flores rojizas y moradas."
Marcel proust.

Marti Sipos
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

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EL BICHO DE LAS PIERNAS


    Ahí estaba yo, sentado en un sofá, en una casa desconocida, borracho como un perro. Enfrente mío estaba ella, o mejor dicho lo poco que podía ver de ella, un poco de la cabeza, un hombro de vez en cuando, y una fabulosa pierna que asomaba. El resto lo tapaba un lienzo enorme con su caballete a juego.
     Aquella noche había salido con unos cuantos amigos, de toda la vida. Nos emborrachamos, hablamos, criticaron a sus novias. Vamos lo de siempre. El resto está un poco borroso. Se me separe de ellos, siempre lo hago; me canso de la conversación banal y me largo a mi aire. Soy incapaz de aguantar a las mismas personas más de tres horas. Luego entré en un bar y pedí una cerveza; necesitaba estar solo. Era un bar de mala muerte, lleno de vejestorios borrachos apoyados en las mesas y en la barra. Uno de esos en los que el humo de los puros inunda el ambiente y el suelo esta pegajoso. Pero este bar tiene algo distinto; al otro lado de la barra hay una camarera realmente bonita. Una chica de pelo rubio y liso, con la cara afilada y ojos verdes. Durante un rato la veo caminar arriba y abajo de la barra; veo sus pechos deslizarse por encima de los vasos sucios y de las botellas vacías. Aun no se que lo mejor de su cuerpo aun esta por llegar.
    -¿Que tal estas guapo? -La voz de la camarera me sorprende. Por un momento me giro y miro a mi alrededor pensando que le habla a otra persona; pero estoy rodeado solo por vejetes.
    -¿Te pongo otra cerveza? -Me dice con una risita.
    Empezamos a hablar; me contó que solo trabajaba en ese bar de mala muerte, así lo definió, porque le daba la posibilidad de pintar. Yo le dije que me gustaría ver sus cuadros alguna vez. Cuando cerró el local me invitó a su casa; quería enseñarme sus pinturas. Accedí a ir con ella. El resto de la conversación debió ir bien porque lo siguiente que recuerdo es estar sentado en el sofá y por alguna extraña razón ella me está pintando. Tenía una cerveza en la mano y sonreía como un idiota. Cuando me dí cuenta de la cara que debía estar poniendo relaje los labios de inmediato.
    -Así esta mejor. Ahora si pudieses dejar de moverte seria la ostia.
    Dejé la cerveza en el suelo después de dar el último trago y me quede quieto; convertido en piedra, casi sin pestañear.
    -Relájate hombre. Estas tenso, y así no puedo retratarte; estas borroso. ¿Cuéntame porque entraste en el bar solo?
    Le hice caso; me acomode en el sofá lo mejor que pude y empecé a hablar.
    -Fui porque soy un asocial que no aguanta a la gente.
    -A mi no me pareces un asocial; simplemente es que no has encontrado aun a la gente apropiada.
    -Puede ser. Había salido con mis colegas, con los que llevo desde que era un enano. Pero como siempre me parece que su charla esta vacía y me canso.
    -Eso lo puedo entender, a mi también me pasa.
    -Pues yo no lo entiendo. Daría un brazo por cada uno de ellos; daría hasta que no quedase de mi más que la cabeza. Y aun así no puedo aguantar con ellos más de tres horas. Luego me voy con la sensación de que la gente es idiota.
    -Eso no es verdad. -Dice ella.
    -¿Como que no? A la gente le importa más el futbol, la ropa y las zorras que salen por la tele que cualquier otra cosa. Si me acerco a una tía y le pregunto cual es el último libro que a leído o si ha visto alguna buena película me mira con cara de loca. En cambio si un amigo mío le dice que conoce al futbolista fulanito la tía pierde las bragas por irse con él.
    -Ya, eso es verdad. Hace nada me fui con unas amigas a Madrid de escapada de fin de semana. Lo primero que hicieron nada más bajar del tren fue ir a un Zara. Como si no hubiesen Zaras en Valencia. Como si todas las tiendas no tuviesen la misma **** ropa. Así que las mandé, educadamente, a tomar por culo y me fui al Prado.
    Me quedé en silencio observándola; imaginándomela a través del lienzo. Reconstruyendo su cuerpo empezando por la pierna perfecta que asoma por la derecha del caballete. Una muslo firme y torneado; de músculos elásticos y bien definidos. Una pierna salpicada aquí y allá con restos de pintura y coronado por un píe que se mueve marcando el ritmo a una música inexistente.
    Miro esa pierna fijamente y derepente cambia el peso de una pierna a la otra y su gemela hace su aparición por el lado contrario del lienzo. Aquí y allí aparecen formas redondeadas que captan mi atención. Es como una mujer por piezas que yo tengo que encajar con paciencia y cuidado intentando que el resultado final se lo más perfecto posible. Como una de esas colecciones que venden en los quioscos. "Mujeres de colección ya disponible; con la primera entrega una pierna y de regalo un juego de uñas. ¡Compre ya Mujeres de colección! la primera entrega por solo dos con noventa y cinco".
    Después de un rato mirando me dí cuenta de que debía parecer un perturbado mental. Así que elevé la vista hasta que dí con su cara. Sus ojos me miraban fijamente; recorriéndome de arriba abajo. Achinaba los ojos como si hubiese algo que no entendiese y luego los abría completamente. Me sentía alagado de tener esos dos focos verdosos fijados en mi, alagado y un poco incomodo.
    Miré la habitación a mi alrededor. Era pequeña, sus cuadros descansaban contra las paredes y apilados en el suelo de la habitación. Los únicos mueble eran el sofá, una pequeña mesa que servia a la vez de soporte para la tele y el omnipresente caballete que dominaba la habitación situándose justo en el centro. La luz de las farolas de la calle entraba tenuemente a través de las persianas de laminas proyectando una imagen rayada en el suelo. Si seguías esas líneas de luz te llevaban de vuelta a sus piernas donde decidí quedarme.
      Ninguno de los dos hablaba. Simplemente nos mirábamos fijamente el uno al otro, nos analizábamos. Ella miraba mi triste figura despachurrada en el sofá y yo los poco retales de su figura que conseguía captar. Sobre todo esa pierna que aparecía y desaparecía como uno de esos espectáculos en los que una pierna enfundada en una media negra hace su aparición desde detrás de una cortina de terciopelo.
    Aunque podría haber seguido allí eternamente mi cuerpo no estaba de acuerdo, lo sentía entumecido y tenía unas enormes ganas de orinar. Me esforzaba por no parecer inquieto, por no agitarme en mi asiento; pero ella debió de darse cuenta.
    -¿Por qué no hacemos un descanso?
    -Me parece perfecto porque tengo que ir al baño.
    Mientras caminaba camino del retrete la oí gritarme que en la nevera habían cervezas. Así que meé un chorro totalmente transparente y con olor a alcohol y fui a la cocina. Cuando volví a la habitación ella estaba de pie frente a la ventana. La veía entera; llevaba unos pantaloncitos cortos a cuadros y una camiseta de tirantes blanca. Me quedé en la puerta observando sus hombros, su espalda, su culo, y aquellas increíbles piernas. Sostenía un porro en la mano y la luz del amanecer dibujaba rayas en su piel.
    -¿Quieres?- Me dijo alcanzándome el porro. Se lo cambie por una de las dos cervezas que traía.
    Bebimos y fumamos en silencio. Ella seguía frente a la ventana, parecía exhausta. Deambulé por el salón hurgando entre los cuadros. Eran bastante buenos, algo distinto, captaban la esencia de las cosas.
    Volví a mi posición de estatua en el sofá y ella se coloco de nuevo tras el lienzo. El espectáculo de la mujer por fascículos volvía a empezar.
    -Cuéntame algo de ti.
    -¿Que hay que contar? trabajo en una oficina de contable; todo el día mirando números. En fin una vida normal. Me levanto pronto y voy a trabajar, vuelvo a casa para comer y otra vez al trabajo. Los fines de semana salgo por la noches y me emborracho todo lo que puedo, y por el día me quedo frente al televisor viendo series.
    -No me refería a eso. Lo que en realidad quiero saber es que te mueve. Por decirlo de alguna manera: ¿Que quieres ser? -Me miraba con una enorme sonrisa en la cara.
    -Que quiero ser. -Empecé a reírme. -¿Es que acaso tengo diez putos años? Lo que soy es lo que soy y ya esta. Tengo veintinueve; ya no puedo cambiar lo que soy. Todas las elecciones que he tomado en mi vida me han llevado hasta donde estoy hoy; no quedan opciones, no puedo gobernar mi vida, solo me queda dejarme llevar por el camino que he marcado.
    -No seas idiota; siempre se puede cambiar. Yo antes trabajaba de diseñadora industrial. Estudié la carrera porque todo el mundo decía que la pintura no da dinero, que estudiar bellas artes es perder cinco años de tu vida. Así que les hice caso; acabé la carrera y entre en una empresa en la que todo el día dibujaba pomos; solo pomos. De puerta, de armario, de cajón, de coches ¡Joder! putos pomos todo el día. Simplemente me harte y lo mande todo a la *****. Mi madre lloraba, mi padre me miraba con desaprobación y mi novio me dejo porque decía que con solo su sueldo no podíamos llegar a fin de mes. Eso me escoció, todos los que deberían haberme apoyado me dieron la espalda. -Hizo una pausa y suspiró- Aun no me has contestado. ¿Que quieres ser?
    -Quiero ser escritor. -Las palabras parecían ridículas a medida que salían de mi boca; pero aun así ella sonrió, parecía contenta.
    -Eso está muy bien.
    -Eso es imposible. No puedo ser escritor solo porque quiero.
    -¿Como que no? No es como si quisieras ser fallera mayor de valencia o astronauta. Lo único que necesitas es un ordenador y tiempo; y por lo que se tienes de los dos.
    -Creo que no lo entiendes. No puedo ser escritor; todo lo que escribo es una *****.-Por un momento me siento decepcionado con ella. Sigue viviendo en el mundo de fantasía adolescente en el que piensa que puede conseguir lo que quiera.
    -Como todo el mundo.- Dice riéndose. -Nadie cree que sus escritos son buenos. Ni siquiera yo pienso que mis cuadros sean buenos. Pero aun así me levanto cada mañana, pinto y empapelo esta **** ciudad con mis cuadros. Me recorro todas las galerías y lo pubs colgando mis cuadros.
    -Pero es que tus cuadros son buenos.
    -Lo que te pasa es que eres un vago. Quieres levantarte un día y que una editorial llame a tu puerta diciéndote "Voy a publicarte esa novela que no me has enviado ¿Te acuerdas? Si, hombre, esa que ni siquiera has escrito" Despierta, eso no va a pasar.
    Volvimos a quedarnos en silencio. Joder tenía razón; lloro por las esquinas pensando que soy diferente, pensando que tengo algo que los demás no tienen ¿Y que hago para demostrarlo? Llevar la misma vida vacía que ellos. Trabajar, salir, beber, follar, buscar pareja, pensar en el futuro, niños, casa, perro, vejez, enfermedad, ataúd. ¿Por qué? ¿Para qué?
    Seguí mirándola. Ya no quería a la mujer por piezas; me había cansado de montar el rompecabezas. La quería a ella entera, desnuda, con su piel rosada encima mío.
    -Ya esta casi terminado. Quedan algunos retoques, pero ya se los daré mañana.
    Me levanté pesadamente del sofá y camine hasta colocarme al lado de ella. Entonces lo vi. Era yo. No me refiero a que era mi retrato, ni a que me pareciese a la pintura. Es que era yo. Todas mis inseguridades, mis problemas, mi tendencia antisocial. Todo estaba allí reflejado. Era fantástico; podía estar siglos mirando ese cuadro, pero decidí no hacerlo. Me giré, la agarré por la cintura. Ella me beso.
    -Creí que no ibas a hacerlo.
    -Es que a veces soy un poco lento.
    Seguí besándola. Mis manos recorrieron sus hombros, su espalda, su culo, y aquellas increíbles piernas.
    -Te gustan mucho mis piernas ¿Verdad? No dejabas de mirarlas.
    -Me gustan demasiado.
    Piezas de nuestra ropa fueron cayendo en el suelo hasta que estuvimos completamente desnudos. Luego ******** en el suelo entre la ropa y los tubos de pintura, bajo la atenta mirada de mi retrato. Era algo así como auto voyeurismo.
    El maratón siguió en su cama. Fuimos hasta allí desnudos, parándonos cada dos pasos para meternos mano.
    A la mañana siguiente nos duchamos y volvimos a la carga. Acabamos desparramados en la cama con el cuerpo cubierto de sudor.
    -Voy ha hacerte el mejor desayuno de tu vida. Soy una experta en preparar cereales con leche y zumo de tetra-brick.
    La vi marcharse desnuda por el pasillo. Tenía un culo impresionante. Me levanté y fui al salón a vestirme; mi ropa estaba llena de pintura en el suelo. Me vestí lentamente con los ojos clavados en mi mismo. El cuadro me miraba fijamente como diciendo "Esto es bueno, es más, es cojonudo. Ahora todo va a empezar a ir bien" Me despedí de mi mismo con la mano.
    El café humeaba en una taza en la mesa. Le dí un beso y me senté a desayunar. Ella se sentó enfrente mía, aun desnuda. Sus pechos bamboleaban cada vez que se movía; tenía razón, fue el mejor desayuno de mi vida.
    -Dentro de nada tengo que ir a trabajar. Me gustaría quedarme contigo toda el día pero hay que ganarse el pan.
    -¿A que hora sales?
    -A las dos.
    -Pues iré allí a las doce. Me parece que me voy a hacer asiduo de tu barra.
    Me despedí de ella con un beso, luego de sus piernas y por último de mi mismo y me fui a casa. De camino pensé en el cuadro; en el cambio que toda esta noche había supuesto para mi. Tenía que retratarla igual que ella había hecho. No con pinceles y un lienzo, soy incapaz de hacer una línea recta, sino con palabras. Palabras largas y estilizadas para sus piernas. Cortas y hermosas para sus ojos. Juguetonas para sus dedos. Si, tenía que hacer todo eso. Hacer por ella lo que ella hizo por mí. La diferencia es que ella si que es pintora y yo no soy escritor. De todas formas estaba feliz, caminando por la calle con mi camisa llena de pintura y una sonrisa en la cara. Por primera vez en mucho tiempo era feliz. ¡A ver cuanto me duraba!

Txapis
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

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VIAJE HACIA EL ENSIMISMAMIENTO


PREÁMBULO

La manera de comenzar y  terminar esta elaboración, tal vez no sea la más adecuada, la falta de estructuración o la complejidad en la tormenta de ideas que se tambalean  entre estas páginas puede hacer difuso el contenido. Pero es que escribir, no es  algo racional, es una fuerza inexplicable la  que te hace comenzar. Son las ganas de liberar emociones y pensamientos las que te hacen inician la escritura.
El texto intenta hacer reflexionar al lector sobre sus propias vivencias, las ejemplificaciones son sólo las pistas para poder comenzar el camino de la reflexión hacia el autoconocimiento.
Espero que cada palabra, párrafo o idea sea representativo para el lector y le ayude a recordar situaciones semejantes en las que los aprendizajes y emociones expuestos cobren vida propia.
Aunque pueda resultar extraño, el verdadero creador de este ensayo es el propio lector, simplemente marco las directrices desde las que poder proceder. Enmarcando ideas, caminos, aprendizajes y hechos relevantes les llevo hacia sí mismos. Si tuviera que decir un fin último en esta elaboración...sería la de responder a la pregunta ¿_Quién eres tú?
Espero que al realizar la lectura de este relato y sobretodo al completarlo, podáis responderla.

   
VIAJE AL ENSIMISMAMIENTO

Cuando hice la maleta de manera apresurada, jamás imaginaba que el viaje iba a ser tan interminable. No era la primera vez que me proponía este destino, muchas veces había intentado organizarlo, lo había hablado con diferentes personas, pero por fin me había atrevido a llegar a un lugar que aunque aparentemente estaba muy cerca, pocos son los que habían conseguido divisar por completo todo su paisaje, recorrer todos sus caminos, oler sus sensaciones y encontrarnos con nosotros mismos  a lo largo de esta infinita estancia.
Para poder llegar, decidí optar por el transporte más rápido para llegar hacia allí, el silencio. ¿Por qué? A veces no es cuestión de palabras, dicen. Que con callarse y dejar el silencio  fluir es suficiente, para poder expresar todo aquello que es necesario. Evalué el silencio en diversas situaciones y fue  capaz de darme paz, tensión, tristeza o alegría según su calidad.
Disfrutar de esos momentos, aunque difícil, se convirtió en un placer para los sentidos. Son aquellos momentos en los que todo parece pararse y el pensamiento se focaliza en una sola sensación. De repente la respiración, las palpitaciones parecen acompasarse y todo se hace mágico.
Sucede en diversas situaciones, una de ellas mientras recordamos. En esos instantes parece que los recuerdos se hacen eternos. Se rompe el silencio, porque en nuestra mente aparecen conversaciones, caras, situaciones inolvidables que se hacen lágrimas.
Caben los interrogantes para cuestionarse, si en un futuro o incluso en este presenta tan ambiguo volverán esos recuerdos y nos harán libres... porque éramos felices.
Recomiendo recordar para ser feliz, mirar atrás porque si indagamos en nuestras vidas existen momentos especiales que tal vez, cuando los estábamos viviendo ni siquiera éramos conscientes de su trascendencia.
Importante es vivir, pero más importante se hace recordar pues sino, ¿De qué sirve vivir etapas buenas en la vida, si no las recuerdas?
Los recuerdos hacen la felicidad eterna, pues extienden en el tiempo de manera infinita momentos en que sonreímos.
Además necesitamos elementos materiales que nos recuerdes esos instantes de bienestar, así nos aferramos al futuro con más seguridad.
Haciendo presente las experiencias pasadas, es como más nos acercamos a como va a ser nuestro destino.
Lamentablemente, olvidamos que el futuro no tiene por qué parecerse al pasado. De todos modos, es adaptativo...para no caer en el pesimismo del presente.
Cabe preguntarse, ¿Por qué todo acaba en el momento más hermoso? Para guardarlo en la memoria como algo positivo  y aunque primero nos invada la pena al recordarlo...con el paso del tiempo es reforzante.
Me di cuenta de que los finales engloban mucha más dificultad que los comienzos, ya que mezclan la tristeza del cese de una etapa con la incertidumbre de tener que caminar hacia una nueva.
Silencio, ahora quiero recordar.
Después de suplir con todo el itinerario del silencio me pregunté si tal vez cogiendo un atajo por el mundo de las divagaciones y las creencias sin credencial, podría llegar aún más rápido a mi destino.
Decidí sentarme en el lugar más cómodo y visitado del transporte:
La duda de la existencia. Después de danzar entre mareas de pensamientos errados por las creencias increíbles y por las ciencias de lo inexacto me veo en la obligación de responder a la creación.
¿Cómo se crea la materia?
¿Por qué existe?
¿Por qué desaparece lo que apareció, en el momento menos esperado? ¿ Es lo que es y no otra cosa?
   Vi que cuando analizamos la existencia suele invadirnos un profundo enigma enmascarado con ideas tranquilizadoras creadas por generaciones que no resuelven sus conflictos y los depositan en las generaciones siguientes.
   Pregunté una y otra vez, explicándome a mi misma que la nada no podía crear la existencia, con lo cual debe haber otra dimensión en la que surja la existencia. El ser humano no es eterno, no es tampoco finito, es simplemente transformación indefinida.
   Después me planteé la injusticia que suponía el morir de manera aleatoria, sin previo aviso, sin cerrar proyectos, dejando todo empezado y nada sin terminar. Después comprendí que el ser humano al transformarse indefinidamente nunca muere.
   Además en la tristeza de la muerte encontramos la esencia de vivir. Nadie es más consciente de lo extraordinario de la vida que la persona que va a morir, da significado a cualquier detalle, gesto o estímulo. La muerte es necesaria para ver lo bello que es vivir. Y necesitamos esa aleatoriedad para vivir más intensamente, "si todo se pudiese dejar para mañana, no lo haría hoy". No saber la duración de nuestra vida, nos hace vivir más intensamente, crear metas y proyectos constantemente.
Además forjar metas y proyectos constantemente y me pregunte ¿Para qué? Cumplen una doble función, a la vez que nos ayudan a vivir, nos ayudan a poner barreras a los pensamientos de muerte. Cuantas más cosas por hacer, más motivación por vivir la antesala de la muerte de manera más activa.
   Así nos damos cuenta, de que la vida aunque ilimitada es finita (cómo los espacios cósmicos en los que no hay un vacío absoluto, sino relativo).
   De repente, el viajero del asiento de  enfrente me dijo: que el invento más valioso era la muerte, porque sin ella no habría vida, ya que simplemente no sabríamos que existe.
   Y así asimilé que todo ello da vuelta dentro de la misma figura concéntrica: "las cosas son creadas por su opuesto". Esto es sencillo, por ejemplo, sólo somos capaces de ver lo bello cuando hemos visto la fealdad, sólo disfrutamos plenamente de un objetivo cumplido cuando nos hemos esforzado por conseguirlo, sólo disfrutamos plenamente de una situación cuando hemos sufrido en muchas otras, sólo somos consciente de lo apasionante que es vivir cuando divisamos la muerte.
   Para que exista debe haber un contrario que de significado.
Cuando bajé de este transporte me di cuenta de que no había logrado llegar a mi destino, a mi lugar idílico, allí donde me propuse llegar al principio del viaje.
El camino hacia ese lugar, se estaba haciendo más largo de lo que creía, de hecho parecía como si ningún medio de transporte me llevara hacia allí. Después de intentarlo de diversos modos, me di cuenta de que el lugar al que quería llegar tal vez no existía, o tal vez, no se encontraba en la dirección en la que había decidido viajar.
   Lo llamaban felicidad, decían que era un estado de completo bienestar físico y psíquico, era un mundo idílico en el que todo era positivo y engendraba la más auténtica paz. Los problemas y las lágrimas, no tenían cabida en ese lugar, todo era perfecto, idílico.
   Así, y casi de casualidad, me detuve en un pequeño terreno, situado muy cerca de esa gran ciudad: la felicidad.
   Decidí que descansaría un poco allí, hasta intentar llegar de nuevo a la gran ciudad. Aunque no estaba muy motivada por ver ese pequeño espacio, me propuse descansar allí y continuar mi camino hacia la gran ciudad más tarde.
   Era un sitio con encanto la verdad, había muchos placeres, pequeñas alegrías, entusiasmo, risas, y  sus caminos principales estaban adornados de motivación y espíritu de superación.
   Era agradable, algo nostálgico, no era totalmente ideal. Existían problemas, dudas, confusiones, desengaños y sueños rotos, sobretodo en la parte más antigua del lugar.
   Después de descansar allí, durante un tiempo decidí empezar una nueva etapa allí.  Tenía miedo del futuro y me dije: es un lugar real, no tan apartado como la gran ciudad y aunque no todo es positivo, en general era un sitio hermoso...perfecto para nacer de nuevo.
Me di cuenta de que sus placeres, sus alegrías y demás emociones positivas limitadas y breves en el tiempo, daban en suma algo parecido a la gran ciudad. Aunque no era un estado constante, ni global, ni ilimitado en el tiempo de alegría; era real y accesible, y me permitía no estar viajando constantemente a la espera de transportes hacia ciudades que tal vez ni siquiera existían.
   Entonces me dije que el viaje había finalizado por el momento. Cambié mi domicilio allí y permanecí durante un largo período en aquel lugar.
Nunca abandoné la idea de viajar a la gran ciudad aunque me conformaba con desplazarme a las afueras de mi nuevo lugar de residencia y ver a grosso modo la arquitectura de la gran ciudad.
   Ahora podía hacerme una idea subjetiva,  más o menos acertada de lo que era la gran ciudad. Me gustaba imaginar cómo sería el día a día de sus habitantes.
   Cuando necesitaba evadirme, me dedicaba a soñar con la llegada a la gran ciudad...tan hermosa como me imaginaba, quizás más.
   Mientras tanto, en mi real y cotidiano lugar de residencia me sentía bien,  mantenía el espíritu de lucha, pues no todo era perfecto en términos absolutos y ello me hacía superarme y tener motivaciones día a día para no caer en la infelicidad. Además mis compañeros de viaje, hacían mi estancia allí más cercana a la gran ciudad.

   
¿Me atrevería algún día a emprender de nuevo
mi viaje a la gran ciudad?

Alcolea
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

john_andy

Me alegra mucho saber que el concurso está siendo todo un éxito. No he tenido la oportunidad de leer todos los relatos, pero por lo poco que he visto, creo que el nivel es verdaderamente alto. Es fantástico saber que existe tanto talento ahí fuera, y es fabuloso contar con vuestro apoyo. Seguid así. Un abrazo!!

Parlamento

John_andy, gracias a vosotros por apoyar con vuestro trabajo iniciativas como esta.  :friends:
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

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LA HERENCIA


La buena de Dora. La buena y generosa tía Dora. Siempre pendiente de los sobrinos lejanos. Elías levantó el brazo que sostenía la botella de ginebra en un brindis imaginario y unas gotas se derramaron sobre la hierba del parque, cuajándola de rocío.

Se acomodó la gorra, bajándola con ímpetu hasta las cejas grises que ocultaban unos ojillos brillantes. Luego canturreó una melodía acompañándola del entrechocar de las monedas en su palma abierta. Ahí estaba su pasaje a Matallana de Torío. El hogar de la tía Dora. Abandonó el parque y puso rumbo a la estación de trenes.

En el asilo de mendicantes le habían conseguido ropa, le habían afeitado y cortado las uñas, y le habían bañado a conciencia. Sin embargo, él no se había dejado quitar la gorra y mucho menos había permitido que la lavasen.

"¿Sabe usted que su tía mandó buscarle por todos los hospitales, asilos y albergues de Valladolid?", le decía el franciscano mientras le rasuraba. "Es una lástima que su tía no haya podido verle antes de fallecer". Una lágrima resbaló por la mejilla arrugada de Elías y el religioso añadió: "Pero ahí tiene usted, le ha dejado una bonita suma para que pueda vivir con tranquilidad los años que le resten. Es una oportunidad que no debe desaprovechar".

Mientras aguardaba en el andén, Elías palpó de nuevo la botella de ginebra que delataba su figura a un costado del pantalón. En dos horas comenzaría una nueva vida, ¿por qué no tirarla? Pero la botella permaneció en su lugar.

El viaje transcurrió sin incidentes hasta llegar a pueblo y fue en ese momento, mientras Elías parpadeaba para despejar la somnolencia del viaje, cuando vio a un hombre acercarse temerariamente al borde de la vía. Casi al mismo tiempo oyó el pitido del tren anunciando que reemprendía la marcha.

-¡Oiga! –gritó Elías, sobresaltando al hombre y haciéndole retroceder.

El hombre intentó acercarse de nuevo al borde, pero Elías ya estaba a su lado y le sujetaba por el brazo.

-¿Qué hace?

El tren ya se había puesto en marcha y el guardavías les hizo señas a los dos hombres para que se apartasen. Todavía aferrándole por el brazo, Elías se llevó al suicida frustrado a un banco y le ofreció un trago de su botella. El otro aceptó sin vacilar.

-Estoy arruinado –le dijo el hombre, que se presentó como Alfredo-. Perdí mi trabajo hace una semana, pero no he sido capaz de confesárselo a mi mujer. Y los niños, ¿qué dirán los niños?

Alfredo lloraba mientras le contaba a Elías que había decidido venirse a este pueblo, donde no le conocía nadie, para tirarse a las vías del tren y que su familia cobrase el dinero del seguro.

-Hombre, siempre hay una solución –le animó el otro.

Una hora después Elías se subía al tren de regreso a Valladolid, tan pobre como vino. Iba considerando que, si Alfredo y su familia invirtieran bien el dinero de la herencia de la tía Dora, podrían vivir con holgura hasta que Alfredo encontrase un nuevo trabajo o hasta la jubilación.

No le dolía en exceso la pérdida. Había sido un rico heredero sólo por unas horas. Y, al fin y al cabo, la buena y generosa Dora ni siquiera era su tía. Aquella mujer solitaria estaba deseosa de reencontrarse con un familiar ¡Y cuesta tan poco hacer feliz a una persona!

Fénix
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

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COSA DE CUERNOS


Los cuernos es un tema,que desde hace tiempo me viene rondando por la cabeza;he dicho rondando,
no que me adornen la cabeza. Hago esta aclaración,porque en este tema hay mucho equívoco,se pueden dar situaciones absurdas,como la que ocurrió por mi causa.
El caso es,que sin tener nadie que pudiese engañarme (poner los cuernos) en aquella época, mucha gente para referirse a mi diga:Si el calvo de los cuernos. Ustedes pensaran,¿algo habrá?.
Si hubo que un día,se celebraba una asamblea en la que yo,como delegado sindical (entonces se llamaban enlaces) intervine con estas palabras:¡Compañeros,la ocasión la pintan calva!.Entonces yo ya era bastante calvo.
Al pronto salto el gracioso de turno diciendo:Si señor,aquí tenemos a alguien,que no tiene pelos en la lengua ni en la cabeza.
A l oír esto,la gente comenzó a reírse,has que mis compañeros pidiendo silencio consiguieron que se recuperara el orden.
Una vez estaba todo tranquilo (aunque  yo no) continué diciendo:¡Compañeros hay que coger los "CUERNOS POR LOS TOROS". Fue acabar de decir esto,y comenzar la gente a reírse de nuevo,pero no solo eso,si no que la gente decía cosas como:
Que lo indulten.
Otros;que lo devuelvan al corral.
Había quién aplaudía.
La mayoría abucheaba.
Algunos hasta sacaron pañuelos.
Todo el mundo riéndose,todos menos yo y otro muy torpe,al que tuvieron que explicárselo para que se enterara. Ante esta situación tuve que irme sin rematar la "faena".
A partir de ese momento y durante bastante tiempo,cuando te encontrabas con alguno de los que habían asistido a la asamblea,te paraban y saludaban,pero no podían evitar hacer
la" bromita" otros apenas si te saludaban y iban directos al cachondeo.. y algunos con muy mala leche.
Los menos inofensivos,que eran los mas conocidos o amigos te saludaban: fulanito,como te va la ganadería,¿te cuadran los cuernos con los toros?.
A estos les contestabas de buen humor y les decía;la verdad es que no me cuadraban,así que aproveché lo de las "vacas locas" para dejarlo.
Otros mas bordes te dicen:De la calva ni te pregunto,ya veo como luce,¿pero de los cuernos que tal?
Con estos tengo menos contemplaciones y las contesto:A ellos me agarro cuando veo algunos,así que andate con cuidado.
Ahora que los mas bordes son aquellos,que sin tener en cuenta que vas acompañado,(y aún mejor si ellos si van acompañados) van y dicen:¿Que tal llevas lo de los cuernos?.
A estos,sin contemplaciones les digo:no tan bien como tu , no se como puedes acostumbrarte y me dirijo a los  presentes diciéndoles;la verdad es que lo lleva muy bien.
Aunque hay situaciones peores,como la de un día que fui a unos grandes almacenes. Casualmente allí había dos de los asistentes a aquella asamblea; uno de ellos,(aquel tan torpe),al verme  en voz  alta y señalando con el dedo,le dijo a su compañero:¡Mira,mira,el calvo de los cuernos!
De pronto todo el mundo mirándonos,especialmente a mi,su acompañante sin saber que
hacer ni decir; yo,rumiando si le embestía o no. En aquel momento pensé;lastima no tener cuernos,que  si no,este no se iba a librar de una buena cornada.
Al final me fui hasta el bobo,cogí su cabeza entren mis manos y le dije en voz alta,me alegro,ya veo que desde que te los corté,no te han vuelto a crecer y dicho esto,me fui de la "plaza" sin saludar.

Artemis
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente

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REFLEJOS


Despertó con un grito ahogado. Los primeros rayos del sol filtrándose por entre las persianas hacían retroceder sutilmente a las sombras de la noche, que se resguardaban en la penumbra de la casa. La frazada había caído de la cama, pero el frío glacial que recorría su cuerpo iba más allá de la realidad.
El sueño se repetía una y otra vez: se encontraba en un lugar sumido en la negrura, donde el único brillo provenía de un delicado espejo. Un temor indescriptible se apoderaba de su alma y apagaba el brillo de su mirada cuando veía su reflejo... Y despertaba.

Las agujas de su reloj realizaban con absoluta lentitud su danza circular. El tiempo transcurría sin prisa; eso la atosigaba. Una sensación de asfixia atenazaba su corazón al estar allí, en esa cárcel temporaria, encerrada en esas cuatro paredes que conformaban su aula, rodeada de bancos que para ella estaban vacíos o, mejor dicho, ocupados por esos jóvenes engreídos, burlones, ingenuos. En secreto, había comenzado a llamarlos los poseídos, ya que siempre estaban pendientes de los pensamientos ajenos y la sarta de estupideces que conformaban "su monstruo": la estética. El monstruo invisible que atacaba la ciudad, se colaba por la televisión y se abría paso en el espíritu de la gente, apagando su originalidad, convirtiéndola en simples autómatas. 
En cambio, ella esgrimía su espada contra las generalidades; se sentía a gusto con los vestidos largos, los chalecos grandes, los guantes cortados. Se convencía de su negativa a esa realidad conformista y de que no necesitaba a ninguno de esos jóvenes, pero una sombra de dudas se filtraba en su ser.
El grito de la profesora la quitó de sus pensamientos. Al parecer, había descubierto que uno de sus alumnos utilizaba su celular, puesto que retaba severamente a un muchacho de la primera fila, sosteniendo un moderno aparato en sus manos. "Las falsas luciérnagas", se dijo Ivana, sin observar la escena. Sólo tenía ojos para aquel chico. Para su cabello negro, su mirada perdida, su rostro sumiso y distante. Esteban. A pesar de no haberle hablado jamás, lo sentía como un gran amigo; se arrepentía de su silenciosa rebeldía y juraba romper su timidez para, algún día, conversar con él. Algún día. "Uno lejano", se convencía, aunque sus sentimientos se ensanchaban en su pecho y pugnaban por abandonar el subconsciente y emerger en la realidad.
-Qué poco disimulo -Una chica pelirroja, rolliza, se acuclillaba en su asiento para murmurar a sus espaldas-. Creo que Esteban corrompe día a día tus falsas convicciones -agregó con una sonrisa.
Ivana estaba muy consternada como para responder. En primer lugar, estaba segura de que ella no demostraba sus sentimientos; iba en contra de sus principios. Y en segundo lugar, contradiciendo sus años en la escuela, jamás había dejado de ser la nueva; nadie se había molestado en dirigirle la palabra. Siempre se sentaba sola. Y ahora se interesaba por uno de sus compañeros y alguien le hablaba. Tras mirar su reloj por enésima vez, sintió que el mundo era cambiante, extraño.
Que, a pesar de su confusión, formaba parte de él.

La oscuridad vaciaba el calor de su alma. El frío calaba sus huesos; deseaba una luz, una compañía...
Y el brillo lejano del espejo proyectaba su propia silueta, maltrecha en las tinieblas.
Se acercó con pasos dudosos, ligeramente invadida por un profundo, indescriptible presagio... Se halló frente a un cuerpecito caliente, ávido de vida, inexperto. Un bebé. Ella.
De pronto, la oscuridad disminuyó, descubriendo hileras interminables de espejos. Un verdadero laberinto, misterioso e inquietante, habitado por reflejos infinitos que una vez habían pertenecido a ella, pero que ahora formaban parte de su pasado. Ivana dando sus primeros pasos, escuchando los cuentos de su madre, jugando con su padre, hamacándose en la mecedora de la abuela, llorando por la muerte de un ser querido... Miles de sus antiguas yo desfilaban tras los cristales, alegres, entristecidas, encerradas en los recovecos de memorias en cautiverio. Una pena insaciable la tiñó de vacío y temor.
-¿Quién soy en realidad? -se preguntó-. ¿Soy uno de estos recuerdos? ¿Soy la que soy ahora, esa que no se refleja en ningún espejo?
Asustada, intuía que la pesadilla se gestaba a su alrededor, tan lentamente como un anochecer, opacando aquel eco de risas y juegos lejanos.
-Estás encerrada, como cualquiera de estos reflejos -respondió una voz lejana, amarga como la hiel-. Sos el espejo que se niega a ser observado, el alma ofuscada por la falsa rebeldía, aquella que detesta su entorno, pero no hace nada por cambiarlo.
Su espíritu se retorció ante aquella crueldad; no quería conocer la realidad que maquinaba el sueño. Los cristales se empañaban: todas las niñas que había sido, todos sus juegos, gran parte de sus sueños, el fantasma luminoso de la infancia, desaparecían. Todo se reducía a negrura. A una flor marchita.
-¡No estoy encerrada! -exclamó, incapaz de contenerse-. Creo en la magia de mi imaginación, en la pureza de mi persona...
Antes de que pudiera terminar, unas sombras retorcidas y macabras emergieron de su alrededor y, murmurantes, revolotearon en su entorno, hirientes como arpías, feroces como bestias salvajes, engañosas como los faunos de sus viejos cuentos de niñez.
-¡Mentirosa!
-¡Tímida!
-¡Engreída!
-¡Miedosa!
Ella corría, desesperada, esquivando el filo de aquellas palabras desgarradoras. Su vida, sus convicciones, se desarmaban con el mismo ritmo vertiginoso que tornaba ese sueño insólito en la peor de las pesadillas.
Los espejos estallaron en pedazos, vaciando con sus agónicos lamentos los últimos sentimientos de un corazón envenenado. Sólo uno de ellos permaneció intacto. Al igual que su reflejo: una joven de apariencia decidida, apartada por sus pensamientos contrarios a los del resto, que fingía empuñar una espada contra su entorno... Que en realidad no era más que un ave atrapada en su jaula, una chica de mirada apagada, poseedora de un largo velo que cubría su verdadero rostro. Su espada era de papel. Y estaba llorando.
-Ésa sos vos...
-¡CALLATE! -chilló Ivana, cayendo rendida al frío suelo. Las sombras burlonas se reían de ella, pero ya no le importaba.
Al fin y al cabo, se trataba de una pesadilla.

La imagen cambió. Se encontraba en medio de un bosque, iluminada por un sol centelleante, asombrada por los matices de las hojas, por la caricia del viento, pero aún aturdida por la crudeza del laberinto de espejos.
Tardó en descubrir a la niña que se hallaba a su lado. Tenía ojos azules y un largo cabello negro; un libro grueso, lleno de ilustraciones, descansaba en su regazo.
-Hola -dijo, sumisa. 
Ivana correspondió a su saludo, trazando un breve arqueo de labios.
-¿Sos yo? -inquirió-. ¿Es esto mi pasado?
La pequeña apartó la vista del libro y la miró fijamente, para luego dirigirle la sonrisa más hermosa que Ivana recibió en su vida.
-Sos nuestra liberadora -respondió-. Todos tus recuerdos estábamos entre las paredes de cristal del laberinto, pero la misma que nos encerró volvió para rescatarnos. Para hacernos formar parte de tu mente, de tus días, de tus noches, de la brisa que corre en la dirección que decidas tomar.
-¿Los liberé?
-Escuchaste la Voz, y ahora sabes que no sólo existís vos en el despertar del mundo. Hay almas que necesitan ser descubiertas, palabras que deben ser dichas, vivencias que requieren ser experimentadas para formar parte de tu Cielo, de tu Sueño, de tu Todo.
Ivana cerró los ojos, sintiendo cómo unas lágrimas inmateriales resbalaban de su espíritu. Reconocía su error y, al superarlo, se liberaba ella misma. Sus ojos retomaban sus colores, al igual que su alma: verde de pureza y espontaneidad, azul de aguas profundas, de palabras y sentimientos renovados. Su mirada iba más allá de su interior.
-A pesar de las tinieblas, también hay luz en la oscuridad. Busca esa luz, porque dos manos pueden más que una, porque tu cuento quiere ser compartido. Mira siempre hacia delante. Así nos mantendrás vivos a nosotros. A tus recuerdos.
Entonces, bajo el brillo de ese poderoso sol, la caricia de ese suave viento, la tonalidad mágica de esas hojas, supo que aquello no era un sueño. Que era su lugar. El refugio que debía dejar atrás para continuar su camino.
En ese momento tan real como irreal, la Ivana adulta tomó las manos de la Ivana pequeña y se unieron en una mirada eterna.
-Te quiero -murmuró la muchacha.
-Te quiero... -repitió la niña.
Ambas sabían que estaban aliadas. Que eran un solo ser.
Y que jamás se olvidarían.

Despertó con el corazón palpitando más que nunca en su pecho. Por primera vez en mucho tiempo, no sintió frío. La calidez de su vida se reflejaba en cada uno de sus movimientos, como una flor que, luego de un arduo invierno, vuelve a abrirse ante la caricia del mundo.
Grande fue su sorpresa cuando descubrió, muy cercano a sus pies, el filo de un trozo de vidrio. Lo rejuntó en silencio. Supo que se trataba de un trozo de espejo. Y que no reflejaba una joven enfrascada en sí misma, atormentada por sus propias sombras.
Del otro lado de las persianas, el sol resguardaba un nuevo día.

Aer
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente