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I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Tema: I Concurso de relatos Fórum Montefrío (Leído 41538 veces)
Parlamento
Maestro Montefrieño
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No llueve eternamente
Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #30 en:
Junio 15, 2009, 16:39:52 pm »
Diario de un extraño permanente
“Lo primero que me recomendó el psiquiatra nada más darme el alta fue escribir regularmente mis pensamientos en un diario, ahora que lo tengo delante y paso las hojas, siento cierta complicidad con él. Todo en blanco, a estrenar; igual que mi vida, no recuerdo nada”
Primera anotación – Me agobia mucho que estén todo el día preguntándome si estoy bien, ¿Qué cómo me siento, si ya recuerdo algo?, yo simplemente niego con la cabeza. Ahora no me apetecen esas interminables sesiones con los álbumes de fotos y el dedo amarillento de “la que dice, es mi madre” señalando mis rizos dorados hondeando al sol o bien las vacaciones en Granada con la Alhambra de fondo. No quiero esforzarme en buscar donde no hay.
Segunda anotación – He quitado todos los retratos de mi cuarto, no quiero verme reflejado en espejos pasados, quiero retomar mi vida desde este punto, empezar de cero, no quiero saber si de pequeño era un trasto o si he viajado a exóticos países, lo que quiero ahora es volver a descubrirlos, “o descubrirlos” realmente, pues, por mucho que se empeñe mi padre, (que por cierto siempre que nos cruzamos se esfuerza en sonreírme, en un claro conato de aliviar de su mente la sensación de culpa), no puedo sentir en mis pies la textura particular de la arena en las playas de Hawai.
Ayer, en un vano conato, por parte de mi hermano pequeño, me encontré sobre mi cama un viejo oso de trapo, una tentativa de remover mis recuerdos más queridos, pero mi mente tiene ese recuerdo demasiado fresco, la semana pasada había visto una foto en la que estaba yo tumbado en una cama, abrazándolo, ahora, apenas mis labios se escoran hacía arriba mientras mi cara dibuja una fina sensación de desánimo.
Tercera anotación – El médico no ve ningún impedimento físico, para que pueda desarrollar actividades deportivas, los músculos deberían responder bien, apenas si me quedan secuelas del accidente que me mantuvo varios meses en rehabilitación, lo primero que recuerdo fue despertar en la cama del hospital; Rodeado por un sín fín de tubos que salían de mi cuerpo y llegaban a diversos aparatos. Al abrir los ojos no ví a nadie, estaba sólo y lo único que podía escuchar eran los pitidos de las máquinas.
Al poco llegó una enfermera que se me quedó mirando como si yo fuera un bicho raro, no me quitaba ojo inmóvil al pie de la cama, me examinaba minuciosamente, hasta que un médico, “mi médico”, le sacó de su ensimismamiento se la llevó al pasillo, cerró la puerta con vehemencia y la reprendió severamente. Apenas si pude distinguir unas frases “ya le habíamos advertido…debía comportarse con total normalidad”, aún sigo dándole vueltas a su significado, o quizás no lo tenga y simplemente la saqué de contexto, lo único es que no volví a ver a aquella enfermera.
Me hicieron numerosas pruebas, en los ojos, en los oídos, en los brazos en las piernas… hasta me hicieron sacar la lengua, no conocía el propósito de esas pruebas, el caso es que ese mismo día me pasaron a planta, me visitaron una serie de personas extrañas, unas reían otras lloraban y la mayoría no dejaba de tocarme y besarme con cara de asombro. Aún hoy siguen siendo extraños, aunque ellos se denominen “familia”. Son tan desconocidos para mí, como los jóvenes que veo en una orla que tenía escondida en los cajones de mi escritorio. Junto al pliegue de cartón había una foto pequeña de una joven rubia muy guapa.
Cuarta anotación – La sensación de libertad, los escenarios nuevos, el contacto con la naturaleza, hicieron que mi ánimo cambiase, me sentía bien, lejos del que se suponía debería ir siendo, José el hijo de, el hermano de, el nieto de, ahora era José el mini aventurero, un sendero nuevo, incluso el caerme y rasparme las rodillas me gustó. Me gustaba sentir cosas nuevas, experimentarlas por mí mismo; saber lo que me gustaba y lo que no, sin que nadie estuviera detrás mía apostillando que antes no me gustaba la lechuga o que adoraba quedarme embobado delante del televisor.
Un día ví a la joven de la foto, apenas si había cambiado, detrás de un árbol, miraba furtivamente mis movimientos, cuando paré, ella se lanzó corriendo hacía mí, no paraba de tocarme y de exclamar “¡estás bien!, ¡estás bien!” entonces intentó besarme, no sabía como reaccionar, sentía sus ganas, su emoción, el calor de sus labios, pero yo no experimenté nada.
Extrañada dió un paso atrás y todo el candor de su mirada se perdió, un velo de terror cubrió su rostro, lanzando un dedo acusador contra mi gritó, “¡tú, no eres, tú!” empezó a llorar y se marchó corriendo, me quedé estupefacto sin saber reaccionar, hasta que decidí cual sería mi siguiente paso.
Me planté delante de mi madre y a bocajarro le pregunté, “¿Qué pasó realmente en el accidente?” – se le quedó la cara blanca, me pareció escuchar como su corazón dejaba de latir; no pudo responderme, hasta que llegó mi padre, pero no me dijeron nada que yo no supiera, dejando implícitamente oculta la verdad.
Molesto me marché a mi habitación y tomé la decisión más importante de mi exigua vida. Les abandoné. Tenía el firme propósito de averiguar quién sería yo, el primer mes hablé con mi madre que no dejaba de pedirme que volviera sin dejarme mantener una conversación medianamente entendible. Me fui ganando la vida como podía, entre tanto descubrí mi verdadera vocación, la pintura, por las tardes después del trabajo me gustaba sacar mi lienzo y quedarme hasta altas horas de la madrugada pintando, no quería quedarme en casa, prefería sentir que mi único techo era el cielo.
Pasaron un par de años más y ya solo me respondía la asistenta, decía que mis padres estaban siempre en el hospital. Después de muchos intentos, una voz muy familiar me respondió, no reconocí al interlocutor que dijo llamarse José, cuando de fondo escuché a mi madre decir “Tú no respondas hijo, cuelga”. Volví a llamar inmediatamente, pero ya no respondieron nunca más. Decidí no volverles a molestar, rehice mi vida pero no dejaba de pensar en la voz de aquel joven que tanto me era familiar, hasta que una tarde me paré en una tienda de electrodomésticos.
En las pantallas veía un joven rubio en las escaleras de un hospital saludando; al fijarme bien me llevé el susto de mi vida, el jovencito era yo con unos años menos. No podía creer lo que estaba viendo, sería alguna imagen de archivo, pues yo no recordaba aquello o sería de antes del accidente, estaba divagando intentando encontrar una respuesta coherente, cuando el titular de la noticia acabó definitivamente por derrumbarme.
“Llevada a cabo con éxito la primera gestación y desarrollo completo de un clon, además de reproducir su cuerpo, los médicos han sido capaces de reincorporarle todos los recuerdos al sujeto, borrando aquellos que fueron ingratos…” y mi vida se apagó.
José Cantarero
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Última modificación: Junio 16, 2009, 14:49:31 pm por Parlamento
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Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente
Parlamento
Maestro Montefrieño
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #31 en:
Junio 16, 2009, 14:57:18 pm »
El ajedrez tiene sus secretos
Soy un fanático del ajedrez. Una palabra me atraía hasta lo indecible: “enroque”. Ese movimiento siempre me llevo al inicio del derrumbe, del colapso, del final imperceptible y casi mágico con que pretendía terminar todas mis partidas. La caída inevitable de mi contendiente. De eso se trataba, un juego de guerra que terminaba con el oponente vencido a tus pies.
Sin ser un experto jugador tenía todas sus sensaciones incorporadas.
Alguna vez llegue a decir este secreto en voz alta. Supongo que los comensales de aquella mesa, donde el vino aflojó mi lengua más allá de lo prudente, lo tomaron como un comentario desatinado más de quién viene de varios brindis consecutivos
Él me había desafiado delante de todos. Había dudado de mi habilidad en el juego. Para mi empeño personal que había remedado a los más grandes maestros (a los que había estudiado concienzudamente durante años) era casi como dudar de mi virilidad. La cual estaba detrás de mi capacidad de juego. Con mi mejor cara de póquer o de truco (dada la argentinidad de mi estirpe) le dije que no tendría ningún problema para enfrentarlo dónde quiera y cuándo quiera.
-Que te parece en el club el viernes que viene. El sábado debo viajar a San Pedro- me contestó socarronamente. Sabía que los viernes habría mayor cantidad de gente. Ya estaba pensando en humillarme con público.
-¿Dos de tres?- le dije como al pasar.
-¿Tenés miedo perder en el primero?- me contesto riendo.
-Al contrario. Quiero que tengas tu oportunidad- dije como última respuesta antes de pararme e ir al baño. Entré enfurecido. Me moje la cara y las manos para tranquilizarme.
“-Este turro no me va a ganar. Menos frente a mis amigos. Le voy a hacer comer sus palabras-” me consolé mientras descargaba mis fluidos.
A partir de ese día me obligue a practicar de dos a tres horas diarias.
Llegado el viernes, como un presagio del mal momento, la tarde se presentaba tormentosa.
Siempre me había dado buena suerte comenzar con las blancas. En el sorteo me tocaron las negras.
La primera partida me iba a servir para estudiar sus movimientos. De entrada sabía que la chance era perder. El se envalentonaría y ya vería yo como seguir la serie. Debería ganar dos seguidos. Me tenía fe.
Él ganó el primero.
Al ganar el segundo me tranquilicé. Cuando comenzó la tercera partida descuide su torre y a las pocas jugadas hizo un enroque.
-“Mal presagio y van…-“pensé como una sentencia. Estaba preparado para lo peor por lo que me excusé para ir al baño. Memoricé las posiciones. Fui hasta los fusibles y puse un petardo grande. Como en las mejores épocas de colegio le había hecho una mecha larga para atrasar la deflagración.
Al llegar nuevamente a la mesa de juego ocurrió un chispazo. Se corto la luz.
Yo sabía que el juez iba a sacarnos de la mesa para que nadie tocara las piezas y el juego continuaría cuando volviera la electricidad. Era cerca de la hora de cerrar, por eso demoraron en componer lo roto por la explosión. Lo suficiente para dejar la partida para el otro día.
-Pospongo mi viaje para terminar- afirmó -esto no se puede retrasar mas…-
Restándole importancia le conteste:
- Como quieras…- y salí tranquilamente por la puerta saludando a los espectadores.
Prestamente corrí hacia mi casa. Jadeando aún puse las piezas sobre el tablero para estudiar los movimientos. Consulté las diferentes tácticas. Ni una defensa Siciliana me servía. Los movimientos de Capablanca, Alekhine, Karpov o Bobby Fisher combinados me servían de bien poco.
No tenía escapatoria. No podría ganarle de ninguna forma. Por más que intentaba siempre el final era a su favor. Rendido pensé:
“-La jugada que mejor me sale es el enroque-” me fui a dormir.
El sábado amaneció lluvioso. A mitad de mañana recibí una llamada inesperada. Era corredor de una firma. Cada tanto me pedían algún viaje no acordado por anticipado.
- Tengo que pedirte un favor. Hay un cliente importante que necesito me lo visites esta tarde sin falta. Estate en San Pedro a las seis y quedate hasta el domingo. Te mando los datos por mail a tu correo. Gracias- dijo Gerardo. Sin mucho más cortó.
Él tenía que ir a San Pedro y se quedaba. Ahora iba a ir yo:
“-Enroque-” Pensé.
Llamé al club por teléfono cinco minutos antes de visitar al cliente, con la urgencia del caso, pedí disculpas y la postergación para el viernes próximo. Cuando terminé la reunión opte por ir a comer solo.
El viaje de ida y vuelta hasta Buenos Aires con la ruta despejada me insumió menos que lo esperado.
Sabía que estaba en el club. Sabía que un mensaje de su mujer lo haría ir hasta su casa. Tome la precaución de asegurarme que ella no andaba por ahí.
Cuando le clave el puñal, como un alfil traicionero, quedó atónito. Sin palabras Lo dejé tirado en la calle seguro que había ganado la última partida.
Por supuesto que el enroque fue esencial.
Silvia
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Última modificación: Julio 10, 2009, 21:34:42 pm por Parlamento
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Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente
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Maestro Montefrieño
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No llueve eternamente
Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #32 en:
Junio 16, 2009, 15:14:22 pm »
“Amigos son aquellos extraños
seres que nos preguntan como estamos
y se esperan a oír la contestación”.
Ed Cunningham
Simplemente ocurrió
Aunque ha pasado mucho tiempo aun recuerdo claramente el día que llegamos al pueblo. Mamá estaba destrozada por la muerte de mi padre y yo me sentía terriblemente sola. La verdad es que el lugar era encantador, con sus casas pintadas de blanco y las flores de colores dando vida y alegría. Nuestra casita era pequeña y acogedora, con un bonito jardín en el que vivía un hermoso magnolio. El aire de la tarde traía hasta nosotras el fresco aroma del mar, pero yo me sentía triste y melancólica pues todo aquello hacía que aun fuese más evidente la ausencia de mi padre. Recuerdo nítidamente que era verano, le estación de las cerezas y del sol y yo tenía la esperanza de hacer amigos con quienes compartir las largas tardes mientras mi madre trabajaba.
Intenté reiteradamente acercarme a los niños del pueblo mientras ellos jugaban en las aceras o en el bonito parque con sus enredaderas y el olor a azahar, pero ellos correteaban distraídos riéndose mientras el sol jugueteaba en su pelo y no parecían darse cuenta de que yo estaba allí. No miraban ni una sola vez en mi dirección, me sentía invisible y con una gran necesidad de hablar con alguien. En casa las cosas iban de mal en peor y mi madre no quería hablar conmigo, bueno, ni conmigo ni con nadie, se pasaba el día llorando o sentada bajo el magnolio con la mirada perdida. Yo había adquirido la costumbre de acercarme a pasear por la playa al atardecer. A esas horas la gente ya se había ido y el envolvente sonido del mar hacía que me olvidara momentáneamente de mis problemas, me transportaba a otros tiempos más felices. Era mi sitio secreto, mi remanso de paz y mi pequeño consuelo. Aquel día me había sentado cerca de la orilla y me entretenía con el ir y venir de las olas. Mi mente vagaba distraída por un mundo feliz, lleno de risas, un mundo donde yo tuviera cabida y donde me sintiera parte de él, donde yo fuera importante. Mientras mis pensamientos me absorbían por completo alguien se sentó a mi lado. Cuando volví la cabeza vi que era un niño que tendría más o menos mi edad. Pude ver que su rostro sereno reflejaba una honda pena, algo que solo los que habíamos vivido una gran tragedia podíamos captar.
Permanecimos en silencio mucho tiempo hasta que por fin me miró y me dijo que me había visto en el parque. Yo le dije que no le había visto, a lo cual él me contestó que eso se debía sin duda a que estaba concentrada observando a los niños del pueblo. Empezamos a charlar y me contó que él tampoco jugaba con esos muchachos, que entre ellos existía algún tipo de grupo en el que no teníamos cabida y decidimos que el día siguiente iríamos a jugar juntos. Esa noche yo no estuve tan triste a pesar de que escuché el llanto de mi madre durante horas.
A la mañana siguiente, bien temprano, acudí a mi encuentro con mi nuevo amigo. Cuando llegué ya me estaba esperando apoyado en un árbol. Durante unos minutos estuvimos decidiendo lo que íbamos a hacer, y tras largas deliberaciones acordamos ir al puerto. Nada más llegar me invadió el aroma característico de esos lugares, esa mezcla de olor a aceite, grasa y mar, una amalgama que me hacía sentirme bien. Durante un buen rato estuvimos observando a los pescadores que salían a faenar, y luego nos pusimos a observar a Dimas, un viejo de la localidad que decían que había sobrevivido a tres naufragios y que pasaba sus últimos años pescando en el puerto y haciendo figuritas con madera y red que luego vendía a los turistas. La mañana pasó tan rápido como un suspiro y decidimos que por la tarde volveríamos. Cumplimos lo acordado y pasamos la tarde observando la vida del puerto. A última hora regresaron los barcos y era maravilloso ver a las gaviotas, todas seguían la estela dejada por las lanchas a la espera de alguna ración de pescado, volaban formando una interminable hilera de color blanco con pinceladas grises. Cuando los marineros descargaban su pesca y tiraban algún trozo inservible al agua se lanzaban en picado y volvían a emerger triunfantes. Sus chillidos llenaban el lugar y yo me sentía absolutamente feliz entre ese coro de sonidos y el maravilloso olor amalgamado que reinaba en el ambiente. A partir de ese día empezamos a hacer cosas divertidas. Un día íbamos a la playa, otro día buscábamos un rincón tranquilo en el parque y jugábamos a las adivinanzas o a inventar historias.
De vez en cuando nos escapábamos hasta las ruinas romanas que había en la montaña y muchas tardes íbamos a ver como Dimas tallaba sus figuritas y como las gaviotas seguían a las lanchas. Poco a poco empecé a conocer mejor a mi amigo. Se llamaba Adrián y vivía a solo dos casas de la mía. Su madre también trabajaba y él estaba siempre solo, como me ocurría a mí desde que nos habíamos mudado tras la muerte de papá. El verano había cambiado de color desde que había conocido a Adrián pero en mi corazón tenía guardado bastante rencor, no podía soportar que mi madre me ignorase así. Recuerdo un atardecer en la playa, estábamos sentados en el sitio donde nos habíamos conocido y Adrián me contaba que le pasaba igual que a mí. Su madre ya no hablaba con él y estaba todo el día fuera, aunque cuando estaba en casa era casi peor ya que estaba tan triste que ni le miraba ni hablaba. No sabíamos como afrontarlo pero la situación tenía que cambiar.
Entre el puerto, la playa y el parque pasó el verano. Una tarde estábamos sentados en la escalinata de entrada de una casa abandonada cuando vimos venir a mi madre caminando con Juan, su médico. Adrián me enseñó a una mujer que venía justo enfrente y me dijo que era su madre. Al llegar más o menos a nuestra altura se cruzaron y el doctor saludó a la madre de Adrián y le dijo que tenía que hablar con ella. Le explicó que tenía que conocer a su paciente (se refería a mi madre), porque estaban en la misma situación. Ella también había perdido a un familiar recientemente, a lo que mi madre contestó que en su caso no había sido un familiar, habían sido dos, y que nunca podría vivir feliz sabiendo que ese día su hija no tendría que haber ido en coche, si no hubiesen perdido el autobús su padre no habría necesitado acercarla al colegio y ambos estarían vivos, a lo que la madre de Adrián respondió que ella no podía perdonarse por permitirle ir al puerto, pues al caer al agua se había golpeado la cabeza contra un barco y se había ahogado ya que tardaron unos instantes en darse cuenta de lo que había sucedido y cuando lo sacaron ya era demasiado tarde. En ese mismo instante todo mi mundo empezó a girar y las palabras y los movimientos transcurrían como a cámara lenta. Ahora sé que a Adrián le sucedió lo mismo, recibir de golpe la realidad supone una sacudida que es muy difícil describir. Me negaba a entender, yo no podía estar muerta, el muerto era Papá, había fallecido en el accidente pero yo estaba allí con mi madre y con Adrián, y cada día hacíamos cosas distintas. Adrián echó a correr y no lo volví a ver hasta el día siguiente. Me contó que no recordaba su muerte, jamás notó nada excepto la falta de comunicación con su madre. No sabíamos que hacer así que decidimos seguir como lo habíamos hecho hasta entonces. Ahora ya no estamos tan solos pues Dimas está con nosotros cuando vamos al puerto y por las tardes, en el parque, vemos jugar bajo el azahar a los hijos de los niños que observábamos aquel verano. Mi madre sigue llorando de vez en cuando, pero sus ojos me dicen que es un poquito más feliz. He dejado de pensar el por qué de las cosas, por qué a mí. He llegado a la conclusión de que simplemente ocurrió.
Genma
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Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente
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Maestro Montefrieño
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #33 en:
Junio 17, 2009, 12:35:30 pm »
Un hogar en las estrellas
La vista desde la ventana de la cocina de mi nueva casa es espléndida, se ven
verdes campos salpicados de flores de todos los colores que llegan hasta la base de las
altas montañas que rodean este precioso y fértil valle. Recuerdo lo impresionadas que
quedamos mis hijas y yo hace un par de días al bajar del pronunciado puerto
que hay que atravesar para poder llegar hasta aquí, y contemplamos el paisaje desde
un mirador que hay allí arriba. Casi lo localizo desde la ventana si me asomo, desde
aquel saliente rocoso, este valle parecía ser una inmensa alfombra, toda salpicada de las
blancas casas de su abundante caserío, en el fondo esmeralda de su suelo, nos pareció
el lugar más bello de la tierra, y ahora a mí, personalmente, no me importa que nuestro
nuevo hogar sea ¡tal vez! de los más humildes del lugar. Yo lo único que quiero
y luchare para que así sea, es que mis dos hijas, Eva y Lucia, sean felices y crezcan Sanas.
Al día siguiente, mientras mis hijas duermen como nunca antes lo habían hecho, voy
ordenando mi ropa tranquilamente y en el momento en el que coloco los pañuelos
y complementos en el cajón de la mesilla de noche, un escalofrío recorre mi espalda,
y regresan mis adormecidos recuerdos, el desencadenante de todo lo ocurrido seis meses
atrás. Todo comenzó aquella tarde del verano anterior, Bruno, el padre de mis hijas,
me esperaba sentado en una de las terrazas de verano de la ciudad donde vivíamos.
Al llegar acompañada de las niñas, Bruno estaba deleitándose con la conversación que
mantenía con mi amiga del alma Leila. Apenas me acerqué, ellos guardaron silencio y
de repente yo intuí que algo estaba pasando, pero guarde silencio y disimule. Leila,
como siempre, iba vestida, maquillada y peinada a la “ultima”. Hacía un par de años que
se había divorciado con una “operación” de divorcio absolutamente favorable para ella
y ahora vivía mejor que una reina. Tenía un hijo, David, de la misma edad que Eva, mi
hija mayor, nueve años . Juntos estuvimos sentados en aquella soleada terraza. Cuando nos
fuimos a casa, al despedirnos, yo sabía que ellos dos se estaban despidiendo a su modo
con sus silencios y complicidades, y a mí, de repente, se me hundió el mundo, y pensé
que aquel par de dos, a mí sinceramente, no me la iban a jugar. Al día siguiente,
tragué mis lagrimas, no llegué a verter ninguna, ni tan siquiera de rabia, ¡ hasta ahí
podíamos llegar! Bruno, mi marido era el que desde siempre había tenido las tarjetas,
sus números clave etc., yo jamás sacaba dinero sin que el lo hiciera, nunca me llegué
a preocupar si acaso el gastaba más o no, ¡confiaba plenamente en el! Yo, sencillamente
subsistía mes a mes sin replica, suplica, ni petición, solo admitía sometimiento, silencio
y paciencia, aunque yo sabia que el, Bruno ganaba un buen sueldo y no teníamos
que vivir en precario casi como la inmensa mayoría de las veces vivíamos. Yo a
lo mío, a limpiar, cocinar, esperar en casa y a lo más, esperarle en aquella terraza del
Café Colon, que era donde solíamos ir a diario cada tarde. Pero aquella tarde del día
siguiente, esta “menda” ya no estaba esperando en el café Colon como cada tarde a
que Bruno me pasara a recoger. Lo más probable, después de haberse citado con Leila,
yo estaba cerca, sentada en uno de los numerosos bancos esparcidos a lo largo del
paseo Cárdenas de aquel parque que a principios del siglo veinte había sido un bello
“bulevar” y ahora era el paseo mas afamado de la ciudad, allí medio camuflada, les
había visto acercarse sin que los dos “pipiolos” se percatasen, les saque fotografías
y disimulé. Al día siguiente contraté los servicios de un detective privado y me fui
a una asociación de mujeres. De la noche a la mañana comencé a trazar un plan de
“ataque y defensa” mientras a la vez, traté de ahorrar al máximo, con mi escaso
dinero, comprando aquí y allá, cocinando todo el día desde las seis de la mañana
para así intentar ahorrar en lo que más se gastaba, que era en la compra diaria de la
comida, y quince días más tarde tenia ya escondido en un paquete que parecía estar
sin estrenar de “tampax”, ciento cincuenta euros , ¡toda una fortuna!. Un mes más tarde
el detective me citó en un sitio discreto. Acudí a la cita nerviosa y triste, porque
no hacía falta ir a ninguna Universidad para saber lo que iría a decirme aquel buen
hombre, que algo mayor que yo, me miraba siempre compasivo.
- Lo siento mucho María - me llamaba por mi nombre- estas fotos son de los dos.
De un portal sito en un edificio que no llegue a reconocer el lugar de su
Ubicación, salía Leila, parecía encaminarse deprisa a algún lugar alejado de la
zona. Cinco minutos más tarde, Bruno salió presuroso metiéndose en un taxi
que esperaba. Según algunos testigos, llevaban al menos un año, manteniendo las
citas en aquel piso que nadie sabía de quien podía ser, aunque lo más probable
era que lo alquilasen a medias o uno de ellos. Tragué bilis, asco y todo lo que
se pueda imaginar, pero en ningún instante llegue a perder la compostura, sabía que
yo lo estaba haciendo bien, solo cabría esperar un poco más y actuar. Y actúe. Un par
de días mas tarde, aprovechando que Bruno se había metido en la ducha, con una
sangre fría que pasmaba, lentamente investigué donde guardaba su cartera, la encontré,
la abrí y logre cogerle la tarjeta. El número como yo me había imaginado conociendo
al que convivía conmigo desde hacia mas de doce años, estaba imperceptible-
mente anotado en una esquina de una de sus múltiples agendas.. Cuando le
volví a guardar la cartera en su chaqueta, sentí la puerta del cuarto de baño abrirse y
de un ágil salto, corrí hacia la ventana de la cocina. Allí simulé estar atareada como
cada mañana con la ingente “tonelada” de ropa seca, húmeda, para planchar etc. Él
ni se enteró. Lo malo era la llegada del mediodía, cuando Bruno llegase a casa y muy
enfadado contase que le habían robado la tarjeta, pero de inmediato me tranquilicé,
porque yo sabía a ciencia cierta que él, Bruno, jamás comentaría nada de la pérdida
de la tarjeta. Y acerté, como últimamente lo venía haciendo. Esa misma mañana, en
cuanto Bruno se marchó, esperé cinco minutos atisbando por la ventana, escuchando y
mirando por si oía y veía que llegaba el ascensor a nuestro rellano, y a continuación,
salí a la calle, eché a correr deprisa y llegué hasta una entidad bancaria vieja y
que no tenía en muy buen estado de visión las cámaras que hay situadas en la zona
de los cajeros automáticos. Allí, con unas manos tan temblorosas que parecía que yo
padeciera el Parkison, saqué todo el saldo que contenía la tarjeta, “tres mil euros” .
Mi estado de nervios era total, podía delatarme yo sola, pero de inmediato pensando en
mis hijas, en tantas privaciones, en aquellos escuetos regalos de cumpleaños, Reyes y en
su vida cotidiana, siempre aprovechando sus vestidos al máximo, sus zapatos hasta que
ya casi resbalaban apenas pisaban el pavimento, todo por mi culpa, yo creía todo
aquello que Bruno me decía, y ahorraba con ritmos de autentica miseria basándome
en que estabamos preparando un futuro muy próspero y tranquilo mientras los otros,
el resto de vecinos conocidos etc., dilapidaban sus dineros, ¡sinvergüenza!.
La asociación de mujeres me otorgo un excelente abogado especialista en divorcios
que me ayudo al máximo, el piso para mí, las hijas también, claro está. Bruno nunca
hubiera querido quedarse con sus hijas, lo cual él ni sabe cuanto se lo agradezco, y
además me tiene que pagar una elevada cantidad al mes para daños, perjuicios etc.,
y aunque ha dejado el trabajo en su empresa para declararse en quiebra, insolvente
para no pagarnos, como ha heredado y además el piso aquel de las citas clandestinas
lo habían comprado a medias entre Leila y él, mi marido, la mitad ha sido integra
para mí. Ahora, tras dos años de tristezas, de miedos, he llegado de incógnito a
este maravilloso lugar al otro extremo del país, para volver a empezar. Sé que lo voy
a conseguir. Aclaro la cara con el agua fresca de la fuente del jardín y entro en
la casa para despertar a mis hijas, ¡ya son horas! A la una de un hermoso día,
antes de entrar en mi hogar, escucho a lo lejos el sonido del motor de un coche
que se acerca. En este silencio cualquier cosa se escucha con absoluta nitidez. Me asomo
intranquila, aún me mantengo en guardia, no lo puedo evitar. El coche se acerca y me
siento intranquila. De repente me tranquilizo de inmediato. Armando, el detective que ha
llevado mi caso se baja sonriente, cálido, lleva unos papeles en la mano.
- Hola María, traigo estos documentos, tienes que tenerlos tú por si acaso, son del
divorcio y el abogado tiene ya copia de todo bajo llave, ¡que casa mas bonita!, desde
allí arriba brilla como una estrella, parece que vivas entre una de ellas.
respiro hondo. Si, brilla todo alrededor, debe de ser que comenzamos por fin a ser más
felices!, Armando pasa, va a quedarse a comer, luego se marchara, ha prometido venir
a menudo a pesar de que son doce horas de dura carretera ¡tal vez un día de estos
prefiera quedarse a vivir junto a las estrellas!
Esther
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Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #34 en:
Junio 17, 2009, 13:12:34 pm »
Tu nombre en un susurro
Tu nombre en un susurro, un leve soplo de aire, brisa desde mi interior, suave viento abriéndose hacia ti. Viajando en una vela henchida de deseo, dirigida desde el pensamiento de una imagen evocada, compuesta con esos retazos que emanan de tu presencia y que recojo, reuniéndolos en una impronta fielmente grabada.
Tu nombre; sonido pleno de significado, de sentido en mi interior; secreto para los demás, también para ti, amiga mía, mientras no llegues a descubrir mi mirada, ni el oculto pensamiento que dirige mis ojos.
La vida nos separa, nos mantiene en caminos diferentes; pero también nos permite el contacto en un mundo virtual, donde podemos estar ... no juntos, pero sí cercanos, compartiendo algunas vivencias desde la distancia, mientras el tiempo fluye.
En ocasiones observo tu llegada, y algunas veces como te retiras. Mezclados en la inmensidad del grupo, mi mirada busca tu presencia entre las conversaciones, reconociendo tu forma de ser en tus palabras; ajena, creo, a mis pensamientos que giran, una y otra vez, a tu alrededor, cuidando de no acercarse más allá de lo natural y permitido. No siempre descubro rápidamente tus palabras, pero hay muchas ocasiones en que, sin saber como, parece que me llaman en cuanto las escribes, y entonces acudo en su busca, raudo en la lectura, a veces con respuesta, otras en silencio.
Siento alegría por tus sonrisas, algunas imaginadas por el contenido de tus palabras, otras directamente a la vista; todas las recibo como un precioso regalo, con una satisfacción muy personal, sin que importe donde apunte su destino. No hay momento perdido en tu compañía, te siento cerca, aunque no esté a tu lado.
No osaría dirigirte estas palabras de otra manera, pero no dejaré escapar esta oportunidad de expresar, de vivir interiormente un momento intenso; no ya una aventura, sino una vida alternativa. Querría decir como empezó, como noté que tu presencia me hacía sentir diferente, como mi interés se dirigía hacia ti día tras día; pero eso significaría demasiado riesgo. De descubrirte, de romper el encanto.
Tal vez me leas, o tal vez no; esa será una dulce incertidumbre que me mantendrá estos días pendiente de tus palabras, intentando descubrir una reacción o, sencillamente, un sutil comentario, indirecto, inofensivo. Ni por asomo pienso que me preguntes directamente y, mientras tanto , yo seguiré manteniendo el anonimato.
Pero quien sabe. No será así si la votación me descubre, aunque entonces el susurro aún será más tenue y no lo oirá nadie ajeno. Reverberará gozoso por mi interior, como tantas otras veces, sin apenas asomarse al exterior para nada, llegando a ti tan suave como una pluma, un soplo de viento con tu nombre, que sentirás en el fondo de tu alma y del que sólo serás consciente… si es ese tu deseo.
Tu nombre en un susurro, casi impronunciado, apenas oído, ofrecido al viento, un deseo expresado al paso de una estrella fugaz. Para que no te sientas aludida y, aunque me hayas leído, sigas siendo mi amiga.
Selin
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Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo,buen humor,apetito, y todo esto sin malicia,sin remordimientos y sin razón. Estupidamente
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #35 en:
Junio 19, 2009, 09:55:13 am »
Tu última carta
Con cuidado saqué de mi cartera la amarillenta y manoseada hoja de periódico, y mientras volvía a leer aquel viejo recorte sentí el salado sabor de las lágrimas, lágrimas como puños que venían a recordarme que no había hecho nada por impedirlo, no había estado a la altura y lo sabía.
Apenas podía recordar su cara, pero evocaba claramente los recuerdos de aquellos días, los tenía grabados a fuego en su memoria y allí estarían hasta el día no muy lejano en que tuviera que abandonar este mundo. En aquellos días los amaneceres eran algo mágico que podía embriagar hasta el más duro de los corazones.
Todo había empezado de la manera más inocente, como empiezan siempre estas cosas que luego nos desgarran por dentro y nos llevan a esos abismos de los que ya nunca podremos salir. Primero le dijeron lo guapa que era y le ofrecieron un dinero por acudir con ellos a unas fiestas, luego por pasar la noche con ellos y acabó en los peores antros esperando que su príncipe azul acudiera a rescatarla.
Pero mi herido orgullo me impidió hacerlo, no pude rescatar a aquella que me había cambiado por un puñado de monedas. No quise escuchar a mi magullado corazón, no quise aún cuando me suplicaba un perdón que en realidad hacía mucho que yo ya había concedido.
Cuando lo leí no quise creer que podía ser ella. Había más chicas en esa situación, y con las mismas iniciales, así que cerré los ojos a una realidad que cayó como una losa cuando me llamaron para darme su testamento. En esa última carta me pedía perdón y me dejaba ese dinero que la había llevado a la perdición.
El día que pude cobrar la herencia lo saqué todo del banco, no dejé ni un miserable céntimo en la cuenta, y con la ira guiando mis pasos me dirigí hasta esos escarpados lugares donde nos gustaba ver los amaneceres y las puestas de sol, tanto tiempo atrás.
Mirando el anaranjado horizonte recordé su cantarina risa mientras yo le decía que algún día seríamos importantes, que nos comeríamos el mundo y seríamos muy felices. Lo que yo no veía es que felices, en realidad, lo éramos en aquellos momentos.
Volviendo a la realidad pude notar su gran ausencia. El paisaje estaba vacío y silencioso, su risa había dejado un hueco imposible de llenar.
Con los ojos cegados por las lágrimas tiré todo su sucio dinero al barranco, y con el tiré mi alma.
Genma
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Última modificación: Junio 19, 2009, 10:42:16 am por Parlamento
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #36 en:
Junio 21, 2009, 21:17:10 pm »
El detalle
Por supuesto, no lo encontrarían. Estaba seguro. Entre tanta gente, pasaría desapercibido. Ese hotel, le serviría de refugio.
El Inspector Coselli lo buscaba. Ya sabía que él había matado a Shala, la bailarina egipcia. En su habitación, Kadir sorbió el último trago de whisky. Se aproximó discretamente al balcón. Los cristales del gran ventanal estaban abiertos. Miró por entre las blancas cortinas, que flameaban mecidas por la brisa. La noche se presentaba agradable. El Cairo, como de costumbre, pululaba de turistas. Oteó para todas partes. Nadie que conociera. Bien. A salvo. Se volvió hacia el gran lecho. Se recostó. Quería pensar. Esa noche, tomaría el tren hasta Bahtim y buscaría a su primo Amar. Este, lo ayudaría a salir de Egipto. Iría a Italia.
Sus parientes piamonteses lo esconderían en las montañas. Suspiró. Miró la hora en su reloj de pulsera. Las nueve y cinco. El tren partía a la medianoche. No era bueno viajar antes. Era mejor cuando toda la ciudad estaba callada. O al menos, parecía más tranquila. Poca gente viajaba en ese tren. Coselli ya estaría buscándolo con sus patrullas, por cada cueva de la cuidad. Se sonrió. Jamás pensaría, que él pudiera estar oculto en ese hotel de cinco estrellas, que era un hervidero cosmopolita.
-Está bien –se dijo- Dormiré un poco. -se acomodó mejor. El sueño llegó pronto. Cuando despertó, no podía creer lo que veía. Coselli y un grupo de agentes, rodeaban su cama, apuntándole con sus revólveres.
-Pero… ¿Cómo? –alcanzó a balbucear.
-¿Te creías tan inteligente Kadir? –el vozarrón del Inspector resonó en la habitación -¿No pensaste siquiera que algún detalle delataría tu escondite? ¿Un pequeñísimo detalle? -Kadir estaba confuso. ¿Un detalle?
-¿Qué detalle? –preguntó intrigado.
-Tus ojos, Kadir. Tus ojos -respondió con algo de sorna Coselli.
-¿Mis ojos? –no entendía nada.
-Sí. Vamos. Levántate. Aprésenlo –ahora estaba muy serio.
Le pareció que mil manos caían sobre él. Antes de salir del cuarto, entre cuatro policías, Kadir se dio vuelta y preguntó:
-Coselli… ¿Por qué mis ojos? -Este, lanzó una carcajada.
-¿Y tú piensas que en este hotel, pueden haber tantos egipcios de ojos azules?
Marta
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #37 en:
Junio 21, 2009, 21:20:41 pm »
El lago de los cisnes
Aquella fría tarde de noviembre, el precioso parque situado a las afueras de mi
ciudad, estaba casi vacío, apenas había gente paseando bajo los arcos desnudos
de las rosaledas, los numerosos bancos esparcidos por todos sus hermosos
rincones estaban libres y la calma total reinaba en el entorno. Solamente se
alteraba el insólito silencio, por el continuo piar, graznidos y chillidos de la
numerosa colonia de aves migratorias y permanentes que atestaban los centenarios
árboles y se amontonaban en las verdes aguas de la laguna situada en el centro
del parque. Todas las tardes salgo a pasear con mis dos queridos nietos Eva y Luis, de
siete y ocho años de edad respectivamente. Venimos muy a menudo a este parque porque
los niños suelen traer sus bicicletas o el balón y si no ha llovido mucho, juegan muy
tranquilos, respiran aire limpio y puro debido a la importante “mancha” forestal que se
extiende a lo largo de sus treinta mil metros cuadrados, y estamos felices los tres.
Una felicidad ganada bien a pulso, creo yo, porque su triste historia quedó escrita
un aciago día a las pocas horas de nacer Luis, cuando su padre les abandonó
a su suerte. Mi hija no trabajaba, sencillamente porque en dos años había tenido dos
hijos y ¡ni se lo planteaba!. Una terrible depresión a raíz del parto y lo que tuvo que
sufrir tras éste, hizo que se muriera irremediablemente. Me vi de la noche a la mañana,
sin mí adorada hija y con sus pequeños hijitos a mi cargo. Anduve con vista y tramité
de inmediato, cuando el dolor por la terrible pérdida anegaba mi alma y mi corazón del
dolor mas profundo, cuando yo si que me quería morir, su adopción. No quería más líos
de aquel hombre, los niños tenían que crecer felices, seguros y con una vida digna, y yo
creo sinceramente que se la ofrezco cada nuevo amanecer. Ahora les contemplo mientras
se apoyan en la barandilla de hierro que protege varias zonas del lago, para poder ver con
seguridad a las numerosas aves, y me siento tranquila, puedo decir que hasta soy feliz, me
hacen sentirme útil como persona cada nuevo día en el que podemos despertar juntos y
yo les puedo ir enfocando con mi modesta ayuda. Apoyada en la sólida barandilla, tiro al
agua del lago, los pequeños trozos de pan que nos suele sobrar para que lo coman
los simpáticos patos, sacudo en el agua la bolsa de plástico con los restos de las
migas y la veo. ¡Me acabo de quedar helada!. Disimuladamente miro al agua de la
orilla y a pesar de lo turbia que está el agua y de las tenues olas que en la orilla se
aprecian más, se ve a las claras que lo que vi y está a punto de salir a flote, es una mano,
ennegrecida y con manchas oscuras que deben de ser de sangre. Trago saliva, respiro hondo y
les cuento una “milonga” a mis pequeños para salir de allí cuanto antes, un escalofrío me
recorre la espalda, a la vez que siento que un sudor pegajoso se filtra en mi frente, tiro
de la mano de mis nietos mientras ellos miran hacia atrás con desconfianza.
- ¡Niños, tenemos que irnos, creo que está a punto de descargar una tormenta y ya
sabéis que a mi no me gustan las tormentas cuando estamos bajo arboles!.
- ¡ Pero si tú nunca tienes miedo Abuela!.
Dice enfadado Luis pero de inmediato se calla, tienen un instinto especial para sobrevivir
y ambos se agarran fuertemente a mis manos y tiran hasta que casi corriendo, llegamos
a las calles cercanas a nuestra casa. Esa noche apenas pude conciliar el sueño, sentía una
incertidumbre que me hacia difícil descansar, no era capaz de dejar de ver aquella escena
de la mano sumergida en el agua empantanada del lago,¿a quién pertenecía?.
Amanece y yo comencé con los preparativos propios de un nuevo día, enseguida
tenía que despertar a los niños para llevarlos al colegio, tendría que tratar de olvidar
el asunto sin más. Al regresar a casa tras dejar a los niños en sus clases y realizar la
compra diaria, no pude resistir pararme ante un kiosco donde sé exhibían los
periódicos locales y echar una mirada al sumario, y de igual modo, apenas puse cobre
la mesa de la cocina de la compra, conecté el televisor y la radio a la vez, por si las
noticias comentaban algo al respecto. Poco a poco me fui olvidando del tema, aunque no
volvimos a ir al parque, yo era incapaz de estar al lado de aquella visión que después
del tiempo transcurrido, llegue a pensar si toda la escena no habría formado parte de
un error de percepción, ¡vamos, si yo no habría visto lo que no era!. Diciembre había
comenzado con un prematuro aire a “Navidad”, el “puente de la constitución” estaba a
un par de días y mis niños querían ir al parque porque querían hacer un trabajo con hojas,
y allí había cientos. Aprovechando los días de descanso del mencionado “puente” fuimos
a media mañana de uno de aquellos días de descanso. El parque hacia la una de la
tarde, estaba como siempre, espléndido, es uno de esos lugares llenos de plástica y paz
que siempre se muestra bello a los ojos de quien lo contempla. Eva y Luis recogían
hojas distintas, yo se las iba clasificando “sobre la marcha” para facilitarles algo la tarea
y de vez en cuando, recogía algunas del suelo. Al llegar bajo unos inmensos Castaños
de Indias, me dispuse a coger unas cuantas que estaban encima del gran montón que sé
Arremolinaba alrededor de su tronco, me agache y tuve que contener un grito. Allí, a no
más de medio metro, asomaba lo que parecía ser una mano. Tratando de contenerme, cogí
un palo y escarvé tímidamente unos centímetros, quería cerciorarme de que no fuera por
ejemplo, un guante, pero no, aquella era una mano, ennegrecida y ensangrentada. Me levanté y
cuando me dirigía a llamar a los niños, un resplandor procedente de la isleta que hay en
el centro del lago, llamó mi atención, me fijé y vi que a través de la espesura de los
matorrales que formaban una maraña sobre la base de la pequeña isla, alguien se movía,
- ¡pero si nunca hay nadie en la isla, es un lugar especialmente protegido!. De repente yo
creí comprender repentinamente lo que podría estar sucediendo, ¿y si el asesino nos había
visto?, o también, ¿y si estaba allí oculto Abel, mi exyerno?, y todo había sido una idea
tramada para tratar de quitarme a los niños mediante secuestro. Un miedo visceral comenzó
a invadirme. De nuevo llamé a los niños de manera apresurada, ellos vinieron a mi lado
y silenciosos y a lo suyo. Salimos del recinto, yo intentaba calmarme, pero no podía, las
palpitaciones de mi corazón eran incontroladas, y me temblaban la piernas, a los niños
les dije, ¡así como quien no quiere la cosa!, que me estaba comenzando a encontrar mal.
Notaba que no tenía más que gana de estornudar, les dije que debía de tener un “rebrote”
de una alergia de las mías relativa a la humedad y allí hay exceso de humedad, y sin
más, ni me miraron, actuaron como siempre con su habitual madurez. Una semana más
tarde, concretamente el domingo siguiente, a mitad de Diciembre, mientras mis nietos
dormían plácidamente, recogí el periódico de la puerta de mi casa donde me lo servían
cada domingo y me senté a echar un vistazo. Quería saber si esa misma tarde inaugurarían
la iluminación Navideña, para ir a verla por la tarde, y de repente, me quedé helada.
En la primera pagina se podía leer:
APARECEN RESTOS HUMANOS EN EL FONDO DEL LAGO DEL PARQUE
CENTRAL.
Durante las ultimas labores de limpieza y dragado tras muchos años sin haber
realizado dichas labores, acometiéndose éstas debido a las recientes obras hechas en
la zona debido a la reparación del saneamiento, salieron a flote, dos troncos, una pierna
una cabeza y un pie. Según los análisis forenses, los restos llevan en el agua unos
dos meses aproximadamente, nada se sabe de a quien pertenecen, se recompensara bien toda
pista fiable que se diga a las autoridades, manteniendo el anonimato. No tuve que pensarlo
mucho tiempo, media hora más tarde, telefoneaba a la comisaria de policía, y ese mediodía
fui a las citadas dependencias donde en presencia de mis nietos, con sutil naturalidad, dije
lo que me había parecido creer ver, argumente que no me había atrevido a decir algo que
yo misma dudaba de su veracidad, porque durante días, llegué a pensar en serio, que era
mi imaginación. No tardaron en descubrir tras mi declaración y la de un señor que había
ido a decir que él había visto varias veces, ir a la isla central del lago, a una pareja,
un hombre y una mujer extraños, a bordo de una minúscula barca de madera que estaba
anclada a la orilla de la isla , camuflada entre la maleza del lugar. Allí llevaban a varios
mendigos tras detenerles, querían “limpiar” el mundo de “parásitos” decían, eran los “lideres
de una especie de nueva secta llamada “pura castidad” cuyas “doctrinas” eran que nadie
que hubiese hecho mal y no lo hubiese castigado la justicia, a todo aquel que no quería
trabajar o a quienes sencillamente, carecían de moralidad y solo les iba el absoluto uso
de una anarquía sin ninguna organización, como por ejemplo, altibajos de pareja, no
estar nunca con ninguna fija, los hijos nacían con padres diferentes y nada importa,
solo imperaba ser feliz porque la vida es corta. Esta nueva secta quería “ordenar” a la
humanidad, trabajar horas y horas, orden absoluto en todo y una sola pareja e hijos.
Solo con dicha relación y nada más, comenzaban secuestrando vagabundos a los que
nadie reclamaría y pretendían ir a más secuestrando gente que viviera en camping
o albergues de una manera más o menos Hippie. Pero aún había más, uno de los
cadáveres que habían reconocido era el de Abel, mi ex-yerno. Llevaba en paradero
desconocido desde hacia años, y yo no vivía tranquila. Ahora mientras regresábamos a
nuestro plácido hogar en un coche de la policía camuflado, pensaba que comenzaba
a ser todo tan lleno de paz ¡al fin! Como si estuviésemos en el lago de los cisnes
en primavera, cuando estos bellos animales crían a sus polluelos.
Maria
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #38 en:
Junio 21, 2009, 21:22:38 pm »
Yo sabía morir muy bien
Aún recuerdo aquellas tardes en el cine del Natahoyo. Mis padres me daban un duro para pagar la entrada y comprarme lo que quisiera, y yo, que por aquel entonces tenía la cabeza rebosante de aventuras me gastaba mis dinerillos en tebeos. Una semana los cogía del Capitán Trueno o del Jabato, y la semana siguiente me inclinaba por Roberto Alcázar y Pedrín. Mi madre me preparaba un bocadillo de chorizo del bueno o de chocolate, que por algo era domingo. Las películas que por aquella época se estilaban no tenían nada que ver con las de ahora. Carecían de efectos especiales y contaban historias que para nosotros tenían sentido.
Cuando acababa la película, mi amigo Manu, Sebastián, mi hermano Juanjo y yo nos íbamos al descampado a jugar a lo que habíamos visto en la película. Mi tema favorito era el de “Indios y vaqueros”, porque mi tío Pepe me había hecho una diadema con plumas que había recogido del gallinero y parecía de verdad. Como el padre de Manu era taxista y ganaba más dinero que nuestros padres, él tenía una pistola que parecía auténtica y con la que nos mataba a todos. Los demás se hacían sus armas con palos que encontraban, y lo más gracioso es que a mí siempre me tocaba morir, porque decían que lo hacía muy bien. Si la peli era de romanos también jugábamos. Mi prima trabajaba con una modista y siempre nos conseguía retales que nosotros usábamos para hacer túnicas. En este juego también me tocaba morir, generalmente apuñalado o envenenado, pero a mí me gustaba ser el protagonista.
Cuando volvíamos a casa, cada domingo era lo mismo. Nuestras madres ponían el grito en el cielo al ver nuestra ropa buena llena de barro y jirones. Al día siguiente les esperaba un duro trabajo en el lavadero.
Han pasado más de cuarenta años y no he vuelto a disfrutar tanto de una película como entonces. Ahora tienen mejor calidad visual y sonora, pero yo echo en falta nuestros juegos y el aroma a bocadillos que junto al rumor del papel de envolver percibías en mitad de la película, y los gritos de mi madre al ver mi ropa. Por muchas pelis que hagan, para mí, Nerón siempre será Peter Ustinov, y en todo caso, si ocurría después de las siete, en un descampado, podía serlo yo, que sabía morir muy bien.
G. Maria Ortiz
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #39 en:
Junio 21, 2009, 21:23:43 pm »
El plazo de recepción de trabajos a finalizado. En unas semanas tendremos los resultados. Mucha suerte a todos.
Un saludo
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Última modificación: Junio 21, 2009, 23:09:58 pm por Parlamento
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #40 en:
Julio 10, 2009, 21:55:24 pm »
Despues de un largo periodo de deliberación ya tenemos los resultados.
Primer premio:
Tu Nombre en un Susurro
(
SELIN
)
Segundo premio:
Héroes
(
J.E.ÁLAMO
)
Tercer premio:
Diario de un extraño permanente
(
José Cantarero
)
Proximamente fijaremos la fecha para la entrega de premios.
A su vez estamos preparando un pequeño "librito" con los trabajos vencedores.
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #41 en:
Julio 10, 2009, 21:57:05 pm »
Gracias a todos por participar. Buscábamos crear un rinconcito donde todos los amantes de la literatura pudieran pasar un rato entretenido leyendo y presentando sus obras, sin miedo a ningún tipo de prejuicio. Creo que lo hemos conseguido.
A los participantes de fuera, os dejo las palabras que el cantaor Juan Pinilla nos dejó en el foro:
Montefrío, verdaderamente, está en todos nuestros sentidos... Montefrío es, probablemente, el pueblo más bello de esta mitad de Andalucía donde nacen todos los soles que cubren nuestra tierra... Montefrío es belleza, es armonía, es sobriedad, es arte, es inspiración... Un lugar donde nacer y donde morir ebrio de hermosura. No nos extraña que esta tierra milenaria donde cuentan que hubo dioses mitológicos, haya dado tantos personajes ilustres para el mundo de la cultura universal... Porque criarse en medio de estos parajes colma nuestro conocimiento de estética y buen gusto... Montefrío... tu nombre se me enreda en los labios...
Juan Pinilla
Creo que estas palabras son suficiente reclamo para que nos visitéis.
Un Cordial Saludo
Si deseas ser un escritor, ¡escribe!
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J.E.
Visitante
Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #42 en:
Julio 10, 2009, 22:25:36 pm »
¡Hola! Soy uno de los que participó en el certamen literario y me acabo de enterar que mi relato "Héroes" ha quedado en segundo lugar. b66 Sólo quería dar las gracias a todos los que hacen posible este certamen que además, me han dado una alegría. Aguardo ansioso esas camisetas y el diploma. :rofl: Un abrazo para todos. Os dejo mi blog por si queréis daros una vuelta. Pienso meter este foro en mi índice de sitios de interés.
J.E. Álamo
http://letrasparasonyar.blogspot.com/
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Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #43 en:
Julio 11, 2009, 09:45:23 am »
En cuanto tengamos las camisetas y diplomas preparados los enviaremos a las direcciones facilitadas.
Gracias por incluirnos en su bloq personal, considere Montefrío su casa.
Un Cordial Saludo
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Última modificación: Julio 11, 2009, 09:46:54 am por Parlamento
»
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Visitante
Re: I Concurso de relatos Fórum Montefrío
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Respuesta #44 en:
Julio 11, 2009, 10:49:53 am »
Gracias a vosotros. Hoy brindaré por vostros y Montefrío
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